Nové Mesto, la Ciudad Nueva de Praga.
Partiendo de Staré Mesto, la Ciudad Vieja y en dirección sur nos adentramos por las calles de Nové Mesto, la Ciudad Nueva. Esta ampliación de Praga fue idea del omnipresente Carlos IV cuando a mediados del S.XIV decidió extender la Ciudad Vieja hacia el lugar donde se concentraban los mercados de animales.
Hoy es un barrio residencial moderno de grandes avenidas plagadas de tiendas, oficinas, restaurantes, hoteles, centros comerciales y locales de ocio nocturno. Es una de las zonas más animadas de Praga y el lugar ideal para ir de compras y salir de fiesta por la noche además de contar con lugares muy interesantes. Quizás el más importante, y no precisamente por su belleza sino por su importancia histórica, sea la Plaza de Wenceslao. En esta gran explanada alargada presidida por la estatua ecuestre de San Wenceslao y con el fondo de esa mole de piedra oscura que es el Museo Nacional de Praga, se reunieron miles de opositores al régimen comunista en noviembre de 1989. Fue el comienzo de la llamada Revolución de Terciopelo que marcó el inicio del fin del comunismo en Centroeuropa. En uno de los laterales de la Plaza se encuentra el Hotel Europa, un auténtico muestrario de detalles de estilo Art Nouveau propios de los primeros años del S.XX.
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Visible desde cualquier punto de la Plaza y alzándose sobre una gran escalinata aparece el gran edificio del Museo Nacional de Praga que es el principal museo de la ciudad. Sus colecciones no es que sean muy interesantes ya que es un museo generalista creado en el XIX, pero el interior del edificio merece la visita. Desde la Plaza de Wenceslao y girando a la izquierda veremos el edificio de la Ópera Estatal. Su interior está decorado de forma majestuosa con cortinajes de terciopelo rojo y candelabros de cristal bajo un techo abovedado plagado de estucos dorados del que cuelga una enorme lámpara. En el sentido contrario, hacia las orillas del Moldava, encontraremos el impresionante edificio del Teatro Nacional con su fachada de estilo neorenacentista, su cubierta dorada y con el techo de su sala de audición pintado en azul cielo salpicado de estrellas, todo un símbolo del resurgir cultural checo.
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Para los amantes del Art Nouveau, Praga es una ciudad llena de detalles de este estilo artístico que inundó Europa a finales del XIX y principios del XX. Uno de sus máximos representantes fue Alfons Mucha, diseñador, grafista e ilustrador. Su obra marcó tendencias con sus carteles para obras teatrales, sobre todo para las de la musa parisina de la época Sarah Bernhardt. Parte de su obra gráfica y su colección de retratos se puede admirar en el Museo Mucha ubicado en el palacio Kaunický ubicado en la calle Panská 7, en Nové Mesto.
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Es en Nové Mesto donde se encuentran algunas de las mejores salas donde disfrutar de una de las formas teatrales más peculiares que conozco, el Teatro Negro de Praga. Esta es una forma de teatro basada en la incapacidad del ojo humano para distinguir negro sobre negro y donde se mezclan personajes reales o imaginarios en forma de marionetas. Es una especie de teatro del engaño en el que nuestra percepción visual queda alterada por los fondos oscuros, las luces atenuadas y la profusión de objetos fosforescentes. El efecto producido es el de que los personajes y los objetos pueden volar o flotar sobre el escenario gracias a los estudiados movimientos, el efecto de las sombras y la cuidada iluminación que hace resaltar los detalles más importantes de la obra.
Esta forma de teatro tiene sus orígenes en China, pero fueron los checos los que transformaron la técnica oriental hasta convertirla en lo que vemos hoy en las salas de Teatro Negro. Para los turistas es un espectáculo muy popular porque las representaciones son mudas lo que ahorra los problemas idiomáticos. El mensaje sonoro recae sobre la música que acompaña a la obra y que termina por convertirse también en protagonista. Por último decir que aunque los precios de las representaciones no son nada baratos, de verdad que merece la pena asistir por lo menos a una de estas obras. Algunas de las salas más destacables son el teatro de la Linterna Mágica, Ta Fantastika, Teatro Blanik o Teatro Animato. Encontrareis publicidad de las obras en cartel repartida por todos los rincones de Praga.
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En Nové Mesto también encontraréis algunas de las obras más conocidas y curiosas del escultor más famoso de la República Checa, David Černý. Ya hemos visto algunas de sus estatuas repartidas por toda la ciudad y por aquí encontrarás un par de ellas más. La primera, la estatua ecuestre de Wenceslao colgada cabeza abajo ubicada en el interior del Pasaje Lucerna que encontrarás cerca del metro Mústek en la calle Štěpánská. En realidad esta obra se llama Kůň (Caballo).
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Y segunda obra destacable y uno de sus montajes más recientes, la cabeza articulada gigante y en continuo movimiento de Franz Kafka. La cabeza cuenta con 42 secciones que rotan sobre si mismas representando la metamorfosis continua del escritor checo. En total 11 metros y casi 40 toneladas de cabeza metálica bruñida que refleja los edificios de oficinas cercanos del centro Quadrio y que encontrarás a la salida del metro Národní třída. El efecto del giro y trasformación continua de las piezas metálicas que forman y deforman la cabeza es casi hipnótico.
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Algunas cosas más…
Praga ofrece además algunas sorpresas arquitectónicas de vanguardia que hay que buscar ex profeso. Un poco más al sur de Nové Mesto, en la Jiráskovo námesti frente al Moldava, os encontraréis la Dancing House, obra del arquitecto checo Vadlo Milunic en colaboración con el estudio de arquitectura de Frank Gehry, si, el del Museo Guggenheim de Bilbao, del Jay Pritzker Pavilion de Chicago o de las bodegas del Marqués de Riscal en La Rioja. Su original diseño provocó una fuerte polémica al estar ubicado en un barrio repleto de edificios barrocos y Art Nouveau. Pero ahí está, y la verdad es que casi se ve mejor en las fotos que en la realidad. Desde aquí podéis regresar caminando hacia el centro admirando las elegantes fachadas y los detalles artísticos de la decoración de muchos de estos edificios.
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Por cierto, que no os sorprenda encontraros con faisanes aireándose colgados de algún balcón. La pasión que sienten los checos por la caza es comparable a la que tienen por la cerveza. Y hablando de cervezas, aquí tengo que nombrar la cervecería más conocida y antigua de Praga, U Flekù en la calle Křemencova 1651/11. Es un enorme local lleno de turistas que abarrotan sus salas en invierno y sus terrazas en verano, pero tiene un buen ambiente con sus músicos tocando en directo y toda esa gente tan animada a base de trasegar jarras de una excelente cerveza. Desgraciadamente no se puede decir lo mismo de sus platos de comida.
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Si estáis cansados de tanta arquitectura podéis acercaros al Parque de la Fortaleza Vyšehrad situado al sur de la ciudad y que es uno de los parques más queridos por los habitantes de Praga. Si por el contrario decides seguir hacia el centro te aconsejo subirte a alguno de los barcos turísticos que navegan por el río Moldava. Si quieres algo más romántico hay paseos nocturnos con cena y baile mientras se recorre el río disfrutando de Praga iluminada.
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Otra de esas sorpresas arquitectónicas de Praga se encuentra en el lado norte de la ciudad muy cerca del metro Dejvická, la estación de metro en la que para el bus que hace el trayecto al aeropuerto. Es la Biblioteca Técnica Nacional de Praga, la Národní Techniká Knihovna, cuyo interior es un homenaje al espacio, al color y a los grafitis con mensaje. En realidad es la nueva biblioteca de la ciudad a la que fueron trasladados los fondos de la antigua biblioteca del Clementinum.
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Para aquellos que disfruten de una estancia más prolongada existe la posibilidad de visitar algunos lugares realmente interesantes. Uno de ellos es la ciudad de Karlovy Vari, uno de los balnearios más conocidos de Bohemia donde las fuentes de aguas termales aparecen en muchos rincones por la ciudad. Hacia el sur encontraremos otra de esas ciudades que parecen de cuento, Ceský Krumlov. Y es que su cuidado casco histórico atravesado por el Moldava y dominado por su castillo le ha valido el título de Patrimonio de la Humanidad otorgado por la Unesco. Aquí todo está cuidado de forma primorosa, las pequeñas casas pintadas de suaves colores, los tejados de teja roja, la torre del castillo, las estrechas calles medievales salpicadas de tiendas de recuerdos, el entorno natural del bosque Blansko. Este es un viaje para los amantes del romanticismo bohemio, los castillos centroeuropeos y los jardines barrocos que posiblemente debería prolongarse más de un día.
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Y para aquellos que quieran ser testigos de uno de los capítulos más trágicos de la Historia del S.XX alejándose de los destinos más turísticos, muy cerca de Praga se encuentra el Campo de Concentración de Terezín. Aquí los nazis acabaron con la vida de miles de personas, casi todos opositores políticos y judíos checoslovacos cuyos nombres y recuerdos se honran en algunas de las sinagogas de Praga. Pero quizás esta sea una forma demasiado triste de despedirse de Praga, una ciudad que a pesar del carácter adusto y un tanto seco de la mayoría de sus habitantes parece caminar sobre una ola de imparable vitalidad. Y sobre todo permanece el recuerdo de la belleza urbana mantenida a lo largo de los siglos como un tesoro; y pequeños detalles fugaces como el brillo de las luces tintineantes de la ciudad en la superficie del río Moldava, la imagen omnipresente y vigilante del Castillo de Praga en el horizonte. Sólo me queda acercarme de nuevo al Puente Carlos para tocar la figura yacente de San Wenceslao y pedirle el deseo de todos los que llegan hasta aquí: regresar pronto.
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