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Por Jerusalén hacia el Muro de las Lamentaciones y el Monte del Templo.
La Puerta del León es un lugar interesante. Aquí se encuentra el inicio de la Vía Dolorosa seguida por los cristianos, la entrada al cementerio musulmán desde el que se observa el tamaño de las murallas exteriores de Jerusalén, y justo enfrente el Monte de los Olivos con los miles de tumbas judías que visten de piedras blancas sus laderas.
La Puerta del León puede ser también el punto de partida para dirigirnos hacia el epicentro espiritual de los judíos: el Muro de las Lamentaciones. Para ello debemos retomar la Vía Dolorosa que recorrimos en la primera parte de este artículo: Jerusalén: qué ver y cómo visitarla más allá de miedos y conflictos. Una vez que hemos llegado a la «estación 4» seguiremos las indicaciones que llevan hasta el «Western Wall» y el «Temple Mount«. Veréis que seguimos en el barrio musulmán paseando por estrechas callejuelas que os conducirán hacia el túnel de acceso al Muro de las Lamentaciones o Western Wall.
Esta parte del centro de Jerusalén está horadada por numerosos túneles cerrados al público en su gran mayoría. Aquí se cruzan turistas, musulmanes y judíos ortodoxos camino a sus respectivos lugares de oración. Os preguntaréis por qué los judíos ortodoxos y ultra ortodoxos, los jaredim o jaredíes, visten con traje, abrigo y sombrero negro incluso en pleno verano y a 40ºC. Originariamente muchos de ellos provienen de las zonas centrales y orientales de Europa. Y ya desde el Siglo XIX han rechazado cualquier tipo de «influencia occidental» en su forma de vida, y por ende, en su forma de vestir, de vivir y de relacionarse con su entorno. Son radicales en sus creencias, sumamente estrictos y muy numerosos en Jerusalén pues cuentan con barrios propios como el de Mea Shearim. Además tienen una influencia creciente en los planteamientos políticos del estado de Israel. Digamos que son un mundo aparte dentro del mismo judaísmo, muy alejado del Israel laico que se ve en Tel Aviv, Haifa o Eilat.
Todos los accesos al Muro de las Lamentaciones tienen controles de seguridad con arcos y detectores de metales. A veces se forman colas, pero sólo en momentos puntuales. Una vez superado el control accederéis al lugar más sagrado del Judaísmo. Es increíble como una calle y un punto de control pueden separar dos mundos tan diferentes.
Pues ya estás en el lugar más sacrosanto del Judaísmo. Familias, turistas, soldados, niños, rabinos y judíos de todas las ramas se entremezclan en este plaza a los pies de lo que queda del muro del Templo de Salomón construido hace casi 3.000 años. Es un lugar de oración y de celebración, siempre muy animado. Te preguntarás si puedes acceder hasta el Muro de las Lamentaciones sin ser judío…pues sí. Si eres hombre sólo tienes que ponerte una kipa en la cabeza de las que se ceden gratuitamente, y adelante. Si eres mujer te debes dirigir hacia la parte del Muro reservada a las mujeres sin la kipa. Aunque hay muchas mujeres que se cubren la cabeza. Veréis que muchas mujeres judías llevan siempre cubierto su cabello con todo tipo de pañuelos, pañoletas, etc… Son mujeres jaredíes que creen que la mujer debe cubrir su cabello para no atraer la atención de los hombres ¿Os suena alguna otra religión que también crea esto? Los ultra ortodoxos judíos incluso hacen que sus mujeres se rapen la cabeza al cero y se pongan pelucas… En fin, cosas veredes.
Os aconsejo acercaros hasta el Muro y sentaros en alguna de las sillas que hay por ahí para observar los rezos, los vaivenes y los cabezazos de los judíos que vienen a rezar. Las indumentarias son tan variadas que resultan sorprendentes. Veréis a la izquierda un gran arco por el que entran muchos hombres. Es una parte de los túneles que se adentran en la zona más antigua de la ciudad y que está reservada para rezar o consultar libros sagrados que se apilan en anaqueles a lo largo de las paredes.
Otra cosa que te llamará la atención es esa rampa de madera cubierta que sube hasta la parte más alta del Muro. Es la entrada al Templo de la Montaña donde se encuentran la mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca. Toda la parte de arriba es lugar sagrado para los musulmanes, pero tú como turista también podrás acceder hasta allí. Sólo has de saber las horas de apertura, que son bastante limitadas. Sólo de lunes a jueves en invierno de 7:30 a 10;30 y de 12:30 a 13:30. En verano de 8:30 a 11:30 y de 13:30 a 14:30. Subir hasta aquí es una visita obligada en Jerusalén. Verás que mientras los judíos rezan abajo, los musulmanes rezan arriba. Por supuesto en las horas de rezo musulmán la voz de los muecines se escuchan por todo Jerusalén.
Para llegar hasta allí tendrás que salir de la zona controlada del Muro de las Lamentaciones y acceder a la rampa desde su parte inferior cerca de donde verás la zona de excavaciones arqueológicas. Allí pasarás otro control de seguridad. Una vez arriba accederás por la Puerta Mugrabi a un mundo aparte. Todo el ajetreo de la Ciudad Vieja se vuelve aquí paz y tranquilidad. Escucha el piar de los pájaros, disfruta de las vistas de la Ciudad Vieja y del Monte de los Olivos, pasea alrededor de la Cúpula de la Roca admirando sus azulejos. Desgraciadamente ya no se puede acceder al interior donde se encuentra la roca desde donde los musulmanes creen que Mahoma subió a los cielos acompañado del ángel Gabriel. Además cristianos y judíos creen que es aquí donde Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac siguiendo las órdenes de Yahveh.
Hace años el acceso estaba abierto y tuve la oportunidad de apreciar la hermosa decoración interior y ver la famosa roca, bastante grande por cierto, pero una roca al fin y al cabo. Si no eres musulmán tampoco podrás acceder a la mezquita de Al-Aqsa.
Recomendación práctica: Unos 15 minutos antes de la hora límite de visita los vigilantes de la zona empiezan a echar a todos los turistas, así que intenta entrar cuanto antes para disfrutar a gusto de este maravilloso lugar. Al salir podrás hacerlo por la Puerta de las Cadenas que da al barrio árabe o de nuevo por la rampa en dirección hacia el barrio judío.
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El barrio judío
De nuevo en la explanada del Muro de las Lamentaciones veréis a vuestras espaldas, mirando hacia la ciudad, unas escaleras a la izquierda al lado de un puesto de control. Es el acceso al barrio judío, un lugar muy diferente al barrio musulmán o cristiano. Aquí todo son edificios de piedra que parecen fortificaciones porque lo son. Apenas se ve alguna tienda o se escucha algún ruido por las estrechas calles. Aquí todo es limpieza, orden y recogimiento con la excepción de alguna plaza donde juegan los niños, y algún mirador donde se asoman los visitantes. La zona más animada es la de El Cardo, donde se encuentra la gran Sinagoga Hurva con una gran plaza a sus pies donde vienen a pasear las familias del barrio. Poco más hay que ver en esta zona de la Ciudad Vieja que contrasta enormemente con la vida, animación y ajetreo de otros barrios.
Recomendación práctica: Uno de los mejores miradores de Jerusalén se encuentra aquí. Es el del Haish Hatorah World Center, un gran edificio de piedra cuya terraza da directamente sobre el Monte del Templo y el Muro de las Lamentaciones. Hay que pagar 10 shekel por la entrada, pero vaya si merece la pena.
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El barrio armenio
Encajado entre el barrio judío y las murallas del lado sur entre las puertas de Jaffa y de Sión, se encuentra el barrio armenio. Este es el barrio más pequeño de los cuatro de la Ciudad Vieja y alberga el Monasterio Armenio, la Iglesia Maronita y la Torre de David con su interesante Museo de la historia de Jerusalén junto a la Puerta de Jaffa. Os aconsejo una visita a este museo interactivo y yacimiento arqueológico que explica 3.000 años de Historia de Jerusalén. La entrada con el espectáculo nocturno de luces cuesta 55 shekels.
El armenio también es un barrio tranquilo donde los armenios que aquí residen intentan que no se olvide el genocidio que sufrieron a manos del imperio Otomano. Entre 1915 y 1923 el gobierno de los llamados Jóvenes Turcos acabó con entre un millón y medio y 2 millones de armenios. Hechos reconocidos por Turquía, pero nunca como un genocidio.
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El paseo por las murallas
Desde la Puerta de Jaffa se puede acceder a un recorrido por lo alto de las murallas de Jerusalén. Hay una pequeña oficina donde venden las entradas que dan paso a dos diferentes tramos de muralla. Una que se dirige hacia el norte bordeando el barrio cristiano hasta las puertas de Damasco y la de Herodes, ya en el barrio musulmán. Y otro tramo que rodea el barrio armenio por el lado sur hasta un poco más allá de la Puerta de Sión. Este es el tramo con vistas más interesantes, sobre todo por la tarde. Tened en cuenta que el acceso a las murallas cierra a las 17 horas y que ambos tramos no están comunicados y tienen diferentes accesos.
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Hacia el Monte de los Olivos
Situado extra muros y al este de Jerusalén, el Monte de los Olivos está considerado como uno de los lugares más sagrados tanto para los judíos como para los cristianos. Para los primeros porque será el primer lugar desde el que Dios empezará a redimir a los muertos. Esa es la razón por la que todos los judíos quieren ser enterrados aquí desde tiempos bíblicos. Y por tanto de la existencia de varios cementerios con unas 150.000 tumbas judías en sus laderas. Para los cristianos es un lugar sagrado porque era el lugar donde Jesús solía retirarse a rezar. Aquí se encuentra el huerto de Getsemaní donde vino a orar tras la Última Cena con sus discípulos.
La mejor hora para subir al Monte de los Olivos es a primera hora cuando el sol alumbra la Ciudad Vieja de Jerusalén desde el este. O al atardecer cuando el ocaso tiñe de colores anaranjados el cielo mientras se encienden las luces de la ciudad. Al mediodía el calor puede ser insoportable y la luz es demasiado plana como para tomar alguna fotografía interesante.
Hay mucha gente que toma una excursión organizada o un taxi para llegar hasta sus miradores. Sin embargo yo os recomiendo una ruta para hacer esta visita a pie desde las murallas de Jerusalén. Este recorrido empieza saliendo de la Ciudad Vieja por la Puerta del León. Iniciaréis el descenso hacia el valle del Kidrón siguiendo la carretera, y tras cruzar por un puente accederéis directamente a la iglesia de la Agonía y al Huerto de Getsemaní. Aquí permanecen en pie desde hace siglos unos venerables olivos de troncos inmensos y retorcidos. Su presencia es imponente y uno no puede evitar pensar que Jesucristo quizás caminó o se apoyó en alguno de ellos la última noche antes de ser apresado por las tropas romanas.
Al salir del huerto seguid hacia arriba hasta el cruce donde hay una cafetería con terraza. Tomad el camino de la derecha, por donde no va casi nadie. Es el camino que lleva a la entrada de algunos de los cementerios judíos y a los miradores de la zona alta. Las puertas de los cementerios pueden estar abiertas o no, pero las vistas de las hileras de miles de tumbas que cubren toda la ladera no deja de ser impresionante.
Tomaros la subida con calma. Al llegar a lo alto la calle termina en unas escaleras. Desde ahí hacia la derecha encontraréis el acceso a los diferentes miradores que se asoman a Jerusalén. Esta es otra de esas panorámicas que habréis visto una y mil veces en las guías de viaje y en miles de fotografías. Aún así no deja de ser emocionante estar aquí. Las murallas de Jerusalén se extienden a lo largo de todo el frente mientras el resplandor dorado de la Cúpula de la Roca atrae una y otra vez la miradas. En ese momento se oculta el sol y la voz de los muecines resuena una tras otra por todo Jerusalén ¡Qué momento, qué sensaciones!
Las imágenes que tomé aquí en uno de esos atardeceres inolvidables son de las que permanecen para siempre grabadas en la memoria. Quizás el mejor lugar para despedirse de un Jerusalén donde por ahora reina una tensa calma. Y esperando que algún día llegue por fin la paz a esta tierra donde el sufrimiento, la exclusión, el miedo y el odio son parte del día a día desde hace siglos.
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