Fethiye: lo mejor está en sus alrededores.

Llegué a Fethiye buscando las tumbas licias de la antigua ciudad griega de Telmessos. Y acabé navegando por las islas cercanas en una goleta, recorriendo el profundo desfiladero de Saklikent, bañándome en Oludeniz, la que dicen es la mejor playa de Turquía, y caminando a solas por el pueblo fantasma de Kayaköy. 

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Todo esto os lo voy a contar por partes. Porque Fethiye y sus alrededores están cargadas de Historia y de historias. Al fin y al cabo, estamos en las orillas turcas del mar Egeo. Una costa que fue ocupada mayormente por griegos desde la época clásica de su expansión por el Mediterráneo, entre 700 y 500 años a.C.. Aquí fundaron decenas de ciudades y pueblos. Y su impronta, a pesar del paso del tiempo, el paso de las civilizaciones, así como por los intentos por borrarla por los gobiernos turcos, permanece todavía muy presente.

Fethiye está enclavada en la bahía de Göcek, a la sombra de las escarpadas laderas del monte Mendos y a unos 200 km. al sur de Pamukkale. Precisamente llegué conduciendo desde este fantástico lugar en una ruta circular por el sur de Turquía.

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Había leído que Fethiye era una ciudad que contaba con muchos atractivos, y menos turística que Antalya. Aun así, la Fethiye moderna no me entusiasmó. Como otros muchos lugares del Egeo se ha convertido en un destino turístico veraniego donde rusos, y sobre todos ingleses, campan a sus anchas luciendo sus rosados cuerpos.

La primera impresión es que Fethiye ha perdido su carácter. Se ha convertido en una ciudad turística más, con su puerto deportivo, sus bares para ingleses y sus excursiones organizadas por los alrededores. Sólo unas pocas calles conservan todavía algo de autenticidad. Y me permiten confirmar que sigo estando en Turquía.

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Sin embargo, después de pasar aquí unos días, empecé a encontrarme a gusto. Porque Fethiye es la base perfecta para visitar los alrededores donde sí hay mucho que ver. Por supuesto visité las tumbas licias de Amyntas excavadas en la ladera de la montaña hacia el 350 a.C. Su estado muestra el semi-abandono en que las autoridades turcas mantienen muchos de los lugares relacionados con su pasado griego. Por un lado, cobran entrada para visitarlas. Pero por otro no invierten en su conservación.

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Los licios habitaban esta región del sur de la actual Turquía cuando los griegos iniciaron su expansión comercial por estas costas fundando asentamientos y colonias. Fue así como se inició un lento proceso de helenización salpicado por etapas de dominio del imperio persa.

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Y ahí estaba yo, 2500 años después, al pie de las columnas jónicas de una de estas tumbas pensando en todas estas historias. En ese momento el sol se ponía tras la península que protege la bahía tiñendo el cielo de colores cálidos. Allí abajo, en el antiguo puerto de la que fue la Telmessos griega, los mástiles de los veleros y los barcos turísticos de recreo se balanceaban ajenos a un pasado tan convulso y lejano.

La gran mayoría de los turistas que llegan a Fethiye lo hacen buscando precios baratos y una estancia de sol y playa. La costa turca del Egeo no es ni Estambul ni la Capadocia. Una vez asumido esto, toca disfrutar de unos paisajes en los que las montañas llegan hasta la orilla del mar, y ¿por qué no?, de todo lo que atrae hasta aquí a tantos extranjeros.

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La playa de Oludeniz ¿la mejor de Turquía?

Venir a Fethiye es sinónimo de visitar Oludeniz, una de las playas más famosas y renombradas de Turquía. Las fotografías, carteles y postales de la playa y la “laguna azul” de Oludeniz invaden cada rincón de la ciudad anunciando excursiones para todos los gustos. Y ya sabéis que me gustan las playas. Sobre todo si son de aguas cristalinas, de arena blanca y ubicadas en un entorno natural inalterado por la especie humana.

Oludeniz se encuentra a una media hora de viaje desde Fethiye. Es muy fácil llegar porque hay excursiones organizadas por tierra y por mar, además de dolmus y autobuses públicos. El pueblo de Oludeniz no tiene mucho interés y el trayecto hasta la playa es una sucesión de hoteles y residencias turísticas. Todo este entorno ha sido declarado parque natural, así que hay que pagar entrada para poder acceder con el coche al estacionamiento más cercano a la playa.

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¿Qué deciros de Oludeniz? Como muchos otros lugares, la publicidad y los intereses económicos han convertido este hermoso lugar en una fábrica de hacer dinero. La parte más interesante de esta playa de arena gruesa es la que se adentra en el mar para casi cerrar la llamada “laguna azul”. Vale, el agua está impoluta, limpia y trasparente. Pero la playa es de guijarros, estrecha en su extremo y cubierta de hamacas y sombrillas de pago. Mi opinión es que está sobrevalorada. Y mucho.

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Para resumir, no es lo que esperaba de “la mejor playa de Turquía. Oludeniz no deja de ser una playa enclavada en un bonito entorno. Es ideal para pasar un día agradable en familia con todos los servicios, bien cuidada, accesible y perfecta para darse un baño durante el verano. Pero sinceramente, el tipo de playas que me gustan son otras.

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La ciudad fantasma de Kayaköy

La historia de la abandonada Kayaköy es consecuencia del conflicto secular entre Grecia y Turquía. Una historia larga, compleja y salpicada de encontronazos cuyas secuelas se extienden hasta hoy. En realidad, casi toda la costa turca del Egeo fue históricamente un lugar de asentamiento de poblaciones griegas. Éfeso, Esmirna, Bizancio, Pérgamo, Mileto, y hasta la misma Troya fueron fundadas o habitadas por los griegos en la antigüedad.

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Los griegos permanecieron en estas costas tras las invasiones de persas, romanos, musulmanes, cruzados y otomanos por más de 2500 años. Y así fue hasta el fin del Imperio Otomano terminada la I Guerra Mundial. Dicha guerra provocó la masacre de miles de ciudadanos de origen griego-otodoxo en toda Turquía en una espiral de violencia. El conflicto latente entre Grecia y Turquía estalló en 1919 en una guerra que perdió Grecia y se prolongó hasta 1922.

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Pero esto no fue todo. Tras la firma de la paz, la Turquía de Ataturk y la Grecia republicana se enzarzaron en 1923 en un proceso de expulsiones que provocó una de las mayores migraciones forzadas del S.XX. De Turquía salieron hacia Grecia centenares de miles de greco-ortodoxos. Y de Grecia fueron expulsados los turcos que se habían instalado durante el dominio del Imperio Otomano.

Las consecuencias fueron terribles. Tanto a nivel humano como económico. La población griega de Fethiye, Esmirna, Estambul, así como la de centenares de pueblos y aldeas, tuvo que irse con lo puesto a la Grecia continental, un lugar que no era el suyo. Mientras tanto, los turcos fueron llevados a ocupar las casas, aldeas y pueblos de los griegos que habían sido expulsados.

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La abandonada Kayaköy, a la que los griegos llamaban Levissi o Karmylassos, es una consecuencia más de este intercambio étnico forzoso en el que se enzarzaron ambos países. Un intercambio fracasado ya que los turcos que fueron trasladados aquí prefirieron irse al cercano valle antes de vivir en estas colinas. Además creyeron que los fantasmas de los griegos muertos se paseaban por sus calles. Finalmente, Kayaköy quedó abandonada a su suerte.

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Una ciudad a la vez en ruinas, pero casi intacta. Sorprende el tamaño de este pueblo fantasma que llegó a contar con casi 1000 viviendas, dos iglesias y varias capillas. Hoy las calles empedradas conducen por las laderas de las colinas hacia las casas desvencijadas. Son los restos del drama humano que se vivió aquí hace un siglo. Sin embargo, muchos turistas la visitan sin saber nada de esto. Hacen sus selfies entre las ruinas de las iglesias, o junto a las paredes desconchadas con restos de pintura. Y después vuelven a Fethiye o a los hoteles de la cercana Ölüdeniz sin saber absolutamente nada de uno de los mayores dramas humanos del S.XX.

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Si queréis saber más sobre esta fascinante historia, os aconsejo ver la película “La sal de la vida” de Tassos Boulmetis. También se la conoce como ¨Un toque de canela”. En ella se muestra la peculiar forma de vida de los griegos que habitaron Estambul a través de la historia de una familia de origen griego. Hasta el momento de su deportación a Grecia en los años 60. O el libro «Birds Without Wings» del escritor británico Louis de Bernières. Está inspirado en la historia de Kayaköy y sus habitantes en el contexto de la I Guerra Mundial, así como en las  consecuencias de la expansión del nacionalismo turco. Aunque en la novela el nombre de Kayaköy es sustituido por el de Eskibahçe.

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En lo más profundo de la Garganta de Saklikent

Sakiklent fue una de las más agradables y refrescantes sorpresas de mi visita a Fethiye y sus alrededores. Este cañón fluvial de unos 15 km. es uno de los más estrechos y largos del mundo. Esculpido por las aguas del río Dargaz, este trekking por el fondo del cañón sólo se puede hacer bien entrado el verano. Y aún así te encontrarás tramos donde la corriente, el barro y las cascadas que caen desde lo alto te lo pondrán difícil.

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Visto así parece un tanto peligroso, pero es una de los lugares más visitados por los turistas en temporada alta. Familias con niños pequeños incluidos. Eso sí, muchos se quedan en la parte inicial de la garganta en los remansos del río, y no se adentran hacia lo más profundo del cañón.

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En Fethiye y alrededores encontrarás numerosas excursiones organizadas a Saklikent. Pero si puedes venir por tu cuenta, en trasporte público o en tu coche, mucho mejor. Así podrás visitar más tarde las ruinas de la ciudad licia de Tlos. La manera más fácil y económica de llegar es tomando un dolmus desde la estación de autobuses, o desde la terminal de dolmus de Fethiye. Tras unos 45 minutos de viaje llegarás a Saklikent. Para tu regreso ten en cuenta que las frecuencias de estos dolmus (minibuses) disminuye a medida que avanza la tarde.

El mejor momento para hacer el recorrido es a primera hora de la mañana, o ya por la tarde cuando baja el número de turistas. Os recuerdo que la garganta está abierta desde el 1 de abril hasta el 30 de septiembre.

La entrada a la garganta se hace por debajo del puente que cruza el río. Desde aquí parte un estrecho sendero de madera colgado de la misma pared de roca que se va adentrando en la garganta. Un poco más adelante toca adentrarse en la corriente del Dargaz y comenzar a remontar luchando contra la fuerza del agua que en las partes más profundas llega sólo hasta la cintura. Os aseguro que el calor desaparece instantáneamente. A pesar del calor del verano, el agua baja bien fresquita.

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Ni que decir tiene que aquí hay que venir en bañador, con ropa para mojarse y calzado con unos buenos escarpines o sandalias con suela anti-deslizante. Este primer tramo es el más complicado cuando el agua baja con fuerza. Busca las zonas menos profundas y sigue adelante. Superado este tramo te irás adentrando entre las profundas paredes verticales del cañón. Incluso habrá momentos que perderás de vista el cielo debido a que las paredes casi se juntan en lo más alto.

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En pleno verano la corriente del río en los tramos más altos no supone ninguna dificultad. Eso sí, tendrás que ir sorteando rocas, barro y piedras hasta llegar a la zona de las cascadas. El agua cae aquí desde lo más alto con gran fuerza. Es la hora de darse un baño refrescante e iniciar el regreso.

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La caminata te habrá despertado el apetito, así que ni lo dudes. Dirígete hacia alguno de los restaurantes familiares que se encuentran al comienzo del trekking. No dudes en coger una de las mesas que se encuentran sobre plataformas en la orilla del río. Tras pedir la trucha, que es la especialidad local, acompañada de gözlemes rellenos de queso o carne, recuéstate en los cojines. Mete los pies en el agua del río y relájate disfrutando de los pequeños-grandes placeres de la vida.

Es difícil describir las sensaciones o mostrar con fotografías lo que aporta Saklikent, pero os aseguro que es uno de esos lugares que no se olvidan.

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Las 12 islas de la bahía de Göcek en goleta desde Fethiye

La bahía de Göcek está salpicada con varias islas, unas habitadas, otras no. Islas que vas a poder visitar en el llamado “tour de las 12 islas”. Es la excursión perfecta para finalizar unos días de estancia en esta ciudad.

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El puerto de Fethiye está abarrotado de barcos y goletas de todos los tamaños que anuncian este tour. La idea es pasar el día en bañador, navegar por la bahía, tomar el sol en la cubierta, bañarte en las playas de algunas de las islas, almorzar en el barco…Lo que se denomina un día de relax total surcando las aguas del Egeo. Si lo que buscas es sentir el olor del mar, la brisa marina, bañarte en aguas cálidas e impolutas y sentir el sol tostando tu piel, vas a hacer este tour sí o sí.

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Todo está incluido en el precio. Se regresa a Fethiye por la tarde disfrutando de la panorámica de la ciudad desde el mar. Dominando el puerto, sobre una colina, verás las ruinas de la fortaleza de los cruzados levantada en el S.XI y ocupada por los Caballeros de Rodas hasta el S.XIV. Hacia la izquierda, en la parte más alta de la ciudad, verás las tumbas licias excavadas en las paredes de la montaña.

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Comprobarás que esta es la mejor manera de despedirse de Fethiye y de sus alrededores.

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