Colonia del Sacramento, huellas coloniales en el río de La Plata.
Después de conocer Montevideo y disfrutar de la animada vida estival de Punta del Este, quizás echemos de menos un poco de tranquilidad y de paz. Pues para eso está Colonia del Sacramento, una pequeña ciudad enclavada a unos 170 Km. al oeste de Montevideo.
Colonia tiene la distinción de ser la única ciudad Patrimonio de la Humanidad del Uruguay gracias a que ha mantenido la estructura urbana de la época colonial.
Su turbulento pasado se caracterizó por los sucesivos periodos de ocupación portuguesa y española ya que ambas potencias dirimieron en estas tierras los límites de su expansión territorial. Recorrer sus calles empedradas entre muros y viejos edificios con el decorado de fondo de las aguas del Río de la Plata, proporciona una sensación de calma a la que contribuye la placidez de la vida urbana. Aquí todo se puede hacer despacio, sin prisas.
En el centro histórico no hay semáforos y el tráfico apenas si es molestia en las zonas más nuevas de la ciudad. El recorrido por el centro es un poco caótico, con calles que se dirigen hacia el río, recovecos, callejones con faroles amarillos y plazuelas arboladas con pequeños restaurantes.
Y aunque Colonia no es muy grande en extensión, nos llevará nuestro tiempo ubicarnos. Mientras tanto nos podemos dedicar a encontrar esos pequeños detalles que permiten distinguir las viejas casa españolas de las portuguesas, como por ejemplo la decoración de algunos azulejos.
Una vez en Colonia veremos que lo que más molesta a los uruguayos es que los turistas que vienen en barco desde Argentina no sepan siquiera que están en Uruguay. Lo cierto es que llegar a Colonia desde Buenos Aires puede llevar poco más de una hora en el barco rápido de la empresa Buque Bus, mientras que en coche tardaremos más de dos horas desde Montevideo. Muchos extranjeros que llegan aquí piensan que Colonia es un pueblo de los alrededores de Buenos Aires enervando a los uruguayos. Y es que la presencia argentina es más que evidente: desde esta orilla se divisan los rascacielos bonaerenses al otro lado del río en los días despejados.
A la Ciudad Vieja se entra por un pontón restaurado que permite el acceso al antiguo recinto amurallado por la llamada Puerta del Campo. Desde aquí entramos a una plaza arbolada rodeada de viejas casonas de la primera mitad del siglo XVIII desde donde parten estrechos callejones empedrados. Por aquí se encuentra la llamada Calle de los Suspiros que nos lleva hacia la orilla del río. En realidad nadie sabe porque tiene este nombre y las leyendas de marineros, prostitutas, reos condenados y parejas de enamorados se entremezclan para tejer historias casi olvidadas.
En la calle Gobernador Vasconcellos, el dirigente portugués que más contribuyó a la creación de Colonia, se encuentra la Iglesia Matriz, la más antigua del país. Sus piedras han sufrido la convulsa historia de la ciudad plagada de guerras, conquistas, reconquistas e invasiones. También son destacables el Museo Portugués, el del Azulejo o el Museo Español que irónicamente ocupa una de las más importantes casas de la época portuguesa datada en 1720. Rodeando parte de la ciudadela encontramos una sección amurallada, el Bastión del Carmen. Del resto de la estructura defensiva no queda nada a no ser alguna pieza de artillería abandonada.
Si quieres tener una visión de Colonia desde las alturas deberás subir las estrechas escaleras que llevan hasta lo más alto del Faro de Colonia. A pesar de que el acceso a veces es complicado por la concentración de turistas y el poco espacio disponible, merece la pena.
Desde arriba se ve mejor lo que todavía queda por hacer para que Colonia recupere la esencia de su legado histórico. Entre las zonas arboladas se distinguen las casas bajas, algunas con tejados de planchas metálicas. Otras conservan las tejas originales cubiertas de verde vegetal y flores. Y siempre de fondo, el Río de La Plata.
En Colonia no faltan las plazas y calles empedradas adornadas con los coloridos parasoles de las terrazas donde tomar un refresco o comer algo. Es una ciudad muy cuidada donde se nota que la mayor fuente de ingresos es el Turismo.
Ya en las afueras se puede visitar el Real de San Carlos, lugar donde se asentaron las tropas españolas enviadas por Carlos III para sitiar a los portugueses. Allí está la capilla de San Benito de Palermo, curiosamente un santo negro en un país de población mayoritariamente blanca. Otra curiosidad es la plaza de toros de 1910 construida con estilo morisco, hoy abandonada y en estado de ruina. Una pena porque es la única del cono sur americano, y todos los intentos de conseguir dinero para rehabilitarla y adaptarla a nuevos usos no han conseguido sacarla de su abandono.
Colonia de Sacramento es un lugar para relajarse que se ve tranquilamente en un día tanto si venimos desde Montevideo, como desde Buenos Aires. En la Ciudad Vieja encontrarás tiendas de recuerdos y antiguas casas de piedra donde los artistas locales exponen sus creaciones. También encontrarás restaurantes y hoteles que han rehabilitado (aquí se dice “refaccionado”) las construcciones coloniales. Se han creado así espacios apacibles donde olvidarse del mundanal ruido. Me han gustado el elegante Hotel La Misión, la Posada del Gobernador o la más económica Posada Plaza Mayor, bien situada y con unas habitaciones ubicadas alrededor de un pequeño patio central lleno de plantas y flores en el que el agua brota de una fuente de cerámica. Ya en los alrededores de Colonia, y si lo que os gusta es el golf, encontraréis un “Sheraton” con campo propio enclavado en las orillas del río de la Plata.
He conocido algunos viajeros a los que Colonia del Sacramento les ha decepcionado. Es cierto que no tiene la riqueza patrimonial de otras ciudades coloniales de la América Hispana, pero tiene un encanto tranquilo y pausado. Es un lugar para los amantes del «slow travel», de los lugares con carga histórica; y para los que gustan de la placidez de los paseos al borde del mar o de la lectura bajo una buena sombra tras haberse metido un buen asado entre pecho y espalda.
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