
Longji: donde el arroz y los paisajes te dejan sin palabras.
En China se dice que el arroz alimenta el alma, pero después de ver las terrazas de Longji descubrirás que también alimenta tu necesidad de fotos espectaculares. Por algo las terrazas de arroz de Longji son consideradas como una de las más hermosas del mundo. Se puede decir que son tan impresionantes que hasta el arroz se toma su tiempo en crecer solo para disfrutar un poco más de las vistas.
Si pensabas que el arroz solo servía para hacer paellas o acompañar el pollo, espera a ver cómo luce en estas montañas. Visitar Longji es como caminar dentro de una pintura. Sin duda es uno de los paisajes más emblemáticos de la provincia de Guangxi en el sur de China, junto con las colinas kársticas y el río Li a su paso por las localidades de Yangshuo y Xingping.
Imagínate caminando entre la niebla por estrechos senderos que se abren paso entre montañas onduladas, donde el paisaje parece sacado de un sueño. Así son las terrazas de arroz de Longji, conocidas como la «Espalda del dragón«, que se extienden ante mis ojos desplegando sus tonalidades de colores dorados y verdes.
Estas terrazas son una maravilla de la ingeniería agrícola y un testimonio del esfuerzo y el ingenio de las minorías étnicas que han habitado estas montañas durante generaciones. Entre ellas, la etnia Yao destaca no solo por su contribución a la transformación física de este lugar, sino también por sus ricas tradiciones y costumbres que añaden una capa adicional de encanto a este rincón del sur de China.
Si el arroz pudiera hablar, te pediría haber crecido en Longji
La construcción de las terrazas de arroz de Longji comenzó durante la dinastía Yuan hace más de 800 años. En la actualidad, cubren un área de unos 66 kilómetros cuadrados y se extienden a una altitud de entre 300 metros y 1.100 metros. Hay dos áreas de observación principales.
- Una en la zona que rodea la aldea Zhuang de Ping’an.
- Otra en los campos en terrazas de Jinkeng.
En ellas las minorías Zhuang y Yao han estado viviendo respectivamente durante cientos de años. Y ya que estás por aquí, te recomiendo visitar los pueblos ubicados entre los arrozales donde podrás descubrir su gastronomía, artesanía y algunas costumbres de estas minorías. Y, también, ver cómo se adaptan a la llegada de un turismo cada vez más masivo.
Por eso te aconsejo hacer la visita a pie. Durante varias horas caminarás entre los arrozales, cruzarás puentes centenarios, atravesarás aldeas perdidas y te internarás en pequeños pueblos donde te invitarán a comer en la casa de una familia. Te mojarás si llueve, como fue mi caso, pero disfrutarás de unos paisajes únicos casi en soledad. Algo que no vas a poder hacer en un viaje organizado que suele limitarse a visitar un par de miradores y a comer a un restaurante para extranjeros.
¿Cuál es el mejor momento para visitar Longj?
Al igual que ocurre con otros arrozales en Asia, hay dos épocas en las que merece la pena ir: cuando los campos están llenos de agua y cuando el arroz está listo para ser cosechado. Tuve la oportunidad de visitar los arrozales de Sapa en el norte de Vietnam cuando estaban llenos de agua. También los arrozales de Jatiluwih y Tegallalang en la isla de Bali cuando el arroz había comenzado a crecer y los arrozales se vestían de un verde intenso.
En el caso de Longji, visité las terrazas de arroz en otoño, a finales de septiembre, poco antes de iniciarse la temporada de cosecha. Los paisajes son diferentes, así que tendrás que elegir el que más te guste. Y si tienes la oportunidad de disfrutar los dos, mucho mejor:
1-De abril a junio. Son los meses en el que las terrazas se llenan de agua. Los arrozales se convierten en una especie de «espejos de agua» que reflejan en su superficie las nubes y el azul del cielo.
2-De finales de septiembre a octubre. Durante el otoño, Longji te recibe con unos campos de arroz que han adoptado tonalidades doradas, señal inequívoca de que la cosecha está próxima. Es el momento en el que las terrazas parecen brillar con mayor intensidad convirtiendo las laderas de las montañas en un espectáculo de capas de colores verdes y amarillo claros.
Cómo llegar a Longji dese Guilin
Antes de seguir has de saber que la mayoría de las terrazas se encuentran en dos áreas principales: la de Ping’an que es la que visité, y la de Dazhai o Jinkeng ubicada a varios km. al noreste. Para tu información las dos áreas no están conectadas directamente por carretera, así que tendrás que organizarte para poder visitar las dos. Aunque si tienes tiempo y te va la marcha, puedes ir de una a otra caminando durante unas cuantas horas.
Las terrazas de arroz de Longji están ubicadas a unas dos horas en coche desde Guilin. Moverse por la zona puede ser un desafío si no estás acostumbrado a viajar por China. Por eso te recomiendo visitar Longji con una agencia de viajes local que se encargará de todo: trasporte, guía, etc. Pero busca una agencia que te ofrezca recorrer los arrozales a pie visitando los pueblos de la zona como Wendy Wei Tours.
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Utilizar los autobuses públicos locales puede convertirse en un quebradero de cabeza. De todas formas, ya te digo que sí, que hay autobuses directos de Guilin a Ping’an desde la estación de autobuses. El autobús te llevará primero a la taquilla de Longji, donde tendrás que comprar el billete de entrada a los arrozales (sí, son de pago). El billete te permite acceder a las zonas panorámicas y es válido tanto para Ping’an como para Dazhai. La zona de Ping’an es la más desarrollada para el turismo ya que cuenta con tiendas de recuerdos, restaurantes y hoteles. Pero esto no significa que sea más turística que la de Dazhai. El bus te llevará después a la entrada de la zona de Ping’an donde comprobarán tu billete. Desde allí tendrás que caminar unos 20 minutos hasta el pueblo.
A partir de aquí toca caminar para llegar a las dos plataformas de observación. Ambas son ideales para ver la puesta de sol si el tiempo acompaña. Desde el primer mirador podrás ver un paisaje de terrazas conocido como «Los Nueve Dragones y Cinco Tigres«, aunque son popularmente conocidas como la “Espalda del Dragón”.
La segunda plataforma se encuentra al otro lado del pueblo y se llama “Siete Estrellas Acompañan a la Luna”, por la forma de las siete colinas aterrazadas sobre las que se eleva un estanque circular de agua que parece una luna llena.
Las dos plataformas de observación están unidas por un sendero que te aconsejo recorrer a pie entre bosquecillos y plantaciones de árboles frutales que salpican el paisaje. Las ondulaciones de las terrazas que cubren las laderas de las montañas ofrecen unas panorámicas únicas que van cambiando con la luz y a medida que vas avanzando. Realmente este es un lugar fascinante.
La vida en las aldeas de los Yao y de los Zhuang
Las terrazas de arroz de Longji no son solo una atracción turística; son el resultado de siglos de duro trabajo y un profundo conocimiento del medio. Los habitantes de Longsheng pertenecen en su mayoría a las minorías Zhuang y Yao y han cultivado estas montañas desafiando todo tipo de adversidades. Tienen su propia lengua y costumbres únicas que se reflejan en su comida, vestimenta y estilo de vida.
Mientras recorres los senderos que conectan las aldeas, es común encontrarse con mujeres de la etnia Yao, fácilmente reconocibles por sus vestimentas tradicionales muy coloridas. Pero, sin duda, su característica más distintiva es su larga cabellera negra, que en algunos casos supera los dos metros de longitud. Tuve la suerte de encontrar una de estas mujeres, muy simpática, que no dudó en mostrarme con orgullo el que es su principal rasgo de identidad cultural. Y es que estas mujeres consideran su cabello como un tesoro.
Es fascinante observar cómo desenrollan y extienden su larguísima cabellera negra brillante, para volver a enrollarla fijándola con una habilidad pasmosa. Las mujeres Yao sólo se cortan el pelo una vez en la vida, al llegar a su mayoría de edad. El pelo cortado no lo tiran, sino que lo unen al que les vuelve a crecer formando, con el paso del tiempo, una larguísima cabellera.
Caminar por las aldeas de la etnia Zhuang permite vislumbrar un modo de vida que se ha mantenido a lo largo del tiempo. El caso más representativo es el pueblo de Guzhuang, hogar de las familias Liao, Hou y Pan, de la minoría étnica Zhuang que se caracterizan por sus camisas blancas bordadas. Este pueblo tiene la colección más grande de Diaojiaolou Zhuang en China. Diaojiaolou son casas tradicionales de madera de tres pisos que se han construido sobre grandes pilotes para proteger a los habitantes de las inclemencias del tiempo, de los insectos y las serpientes. Y atentos a los detalles que puedes encontrar paseando por el pueblo, como las viejas puertas de piedra talladas o el puente con la inscripción simbólica de los tres peces y una cabeza.
Aunque los estilos de Diaojiaolou varían entre las diferentes minorías étnicas, los Diaojiaolou de Guzhuang son algunos de los más antiguos del país ya que pueden tener más de 100 años. Las casas de madera construidas sobre pilotes se alinean apelotonadas en las laderas de las montañas, diseñadas así para adaptarse al terreno escarpado y protegerse de la humedad. Son casas amplias, con un gran salón central unido a la cocina donde se hace la vida familiar.
Gastronomía que nutre el alma (y el estómago)
La hospitalidad de los Yao y los Zhuang es bien conocida. Así lo comprobé al ser invitado a comer en la casa de una familia de Guzhuang. Porque Longji no solo es un festín para los ojos, sino también para el estómago. Y es que después de caminar entre arrozales, nada sabe mejor que una buena comida a base de especialidades locales.
Está claro que la señora de la casa sabía todo esto y montó un auténtico festín de comida casera entre sonrisas y gestos amables para que me sirviera una y otra vez. La cocina de estas montañas es de productos sencillos, pero de ricos sabores. El arroz, por supuesto, es el protagonista indiscutible, junto a las verduras frescas, hierbas silvestres y carnes criadas localmente.
Tras las sopas y los platos de verduras acompañados de arroz inflado y cacahuetes, la señora nos ofreció la especialidad local: arroz, verduras y pollo cocinados en el interior de cañas de bambú. Mientras el nieto recién llegado del colegio corría por la casa intentando llamar la atención, la señora, con una sonrisa a la que era imposible resistirme, me llenaba una y otra vez el vaso con un aguardiente de arroz casero. Quizás por eso, el último tramo de este recorrido por los arrozales se volvió un tanto…confuso.
Longji, un lugar que queda grabado en la memoria
Después de recorrer los senderos serpenteantes de las terrazas de arroz de Longji, contemplar sus impresionantes vistas y sumergirme en la cultura local, es fácil entender por qué este destino es una joya de China. No se trata solo de disfrutar de unos paisajes de postal, sino de vivir una experiencia que conecta con la historia, la tradición y la esencia de la vida rural china.
En Longji cada paso es una oportunidad para sorprenderse. Desde los colores cambiantes de los arrozales, hasta la hospitalidad de las comunidades locales, pasando por la niebla que envuelve las montañas al amanecer. Todo aquí tiene un encanto especial. Es la sensación que se tiene al caminar por un lugar atemporal. Porque las terrazas no solo son un prodigio de la ingeniería agrícola, sino también un recordatorio de la armonía que puede existir entre el ser humano y la naturaleza.
Por otro lado, la gastronomía local añade otro motivo para el viaje. Saborear un arroz cultivado en estas mismas terrazas, cocinado de manera tradicional y acompañado por platos típicos (y aguardiente de arroz), es una experiencia en sí misma. Si a eso le sumamos la oportunidad de compartir sonrisas con personas cuya calidez trasciende las barreras del idioma, o aprender sobre sus costumbres, la experiencia se vuelve aún más enriquecedora.
Prepárate para subir escalones, tomar fotos espectaculares y, sobre todo, para llevarte recuerdos imborrables. Porque si algo es seguro, es que una vez que pongas un pie en las terrazas de arroz de Longji, vas a querer volver.
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