La belleza del Viejo San Juan.

Hay lugares en el mundo que a primera vista parecen pertenecer a otro lugar. Sin embargo basta con mirar un poco más allá para darse cuenta de que no es así. Esto sucede al adentrarse por las coloridas callejuelas adoquinadas que suben y bajan por el Viejo San Juan de Puerto Rico.

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Empedrado del Viejo San Juan

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Sobre este enclave privilegiado abierto al mar Juan Ponce de León decidió fundar en 1521 la que es hoy capital del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. En la Plaza de San José se encuentra una estatua de bronce del fundador de la ciudad hecha con los cañones capturados a los ingleses en 1797 durante el fracasado ataque inglés de Sir Ralph Abercromby.

Estatua de Ponce de León en la Plaza de San José

Sus antiguos edificios, iglesias y plazoletas me hacen sentir como en cualquier ciudad del sur de España. Y no estoy hablando de una España de hace siglos pues el parecido es mucho más actual. Todavía recuerdo al personal de El Morro devolviéndome el cambio de la entrada llamando «pesetas» a las monedas de 25 centavos de dólar.

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Sin embargo el colorido de las fachadas, la música de sones latinos, la gente y el ambiente caribeño me confirman que estoy paseando por otro lugar. Así como los uniformes de la policía, los carteles en inglés, los vehículos que ruedan por sus calles o los restaurantes y tiendas pensados para los turistas norteamericanos que llegan a millares en sus cruceros de ruta por el Caribe.

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Y claro está, los dólares con los que pago o la bandera norteamericana ondeando junto a la puertoriqueña en los edificios oficiales. Y también junto a ellas en las fortalezas de San Juan, la bandera borgoñona con las aspas de San Andrés símbolo de la secular presencia española en la isla. La verdad, todo un detalle del National Park Service de los Estados Unidos que es el administrador de estos lugares históricos.

Banderas de Puerto Rico

Es esta combinación de espacios, lenguas y acentos, herencias y realidades las que convierten a esta ciudad, una de las más antiguas de América, en un lugar de imprescindible visita. Y por si fuera poco no hay que olvidar que el conjunto conformado por el Viejo San Juan y las fortalezas que lo rodean fueron declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1983.

Ballajá desde El Morro

Hoy la realidad de Puerto Rico sigue basándose en un equilibrio casi perfecto entre la dualidad impuesta por la presencia de una administración norteamericana que ha hecho de la isla un Estado Libre Asociado a los USA; y el legado de una herencia hispana de 400 años y sabor caribeño con influencias africanas que están presentes en cada rincón de Puerto Rico. Tengo que confesar aquí mi admiración por los boricuas, los puertorriqueños que han sabido conjugar de manera sorprendente, muchas veces con sufrimiento y tesón, ambas realidades que se yuxtaponen y entremezclan sin fusionarse del todo. Al fin y al cabo estamos en el Caribe y el ritmo de vida no deja de ser tranquilo y reposado.

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Siesta boricua

La ciudad de San Juan de Puerto Rico fue durante más de 4 siglos la urbe más grande de la isla. Por su posición estratégica se convirtió en uno de los bastiones más importantes de la Corona española al guardar la entrada el Caribe y ser el puerto más cercano a Europa. Muestra de ello son sus omnipresentes  fortalezas e impresionantes murallas que todavía hoy rodean casi por completo al Viejo San Juan.

San Juan garita 2

Murallas del Viejo San Juan 1

Durante 400 años este sistema defensivo fue el encargado de mantener alejados a piratas, corsarios e invasores que intentaron conquistar la ciudad. Hasta que los norteamericanos se hicieron con la isla en 1898 tras la guerra hispano-norteamericana. Sí, sí, esa misma guerra en la que España también perdió Cuba y las Filipinas.

Aquí os dejo una vieja fotografía de archivo de 1898. En ella aparece la batería «El Caballero» del Fuerte San Cristóbal con los cañones Ordóñez y sus artilleros preparados para enfrentarse a la flota norteamericana. Al fondo de la imagen se puede distinguir el Castillo del Morro. Eran los últimos momentos de la presencia española en América después de 400 años de historia compartida.

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Al final, como siempre ha pasado a lo largo de la Historia, una potencia en decadencia dejaba paso a otra potencia en expansión. Por entonces los norteamericanos seguían al pie de la letra los dictados de la doctrina Monroe: «América, para los (norte)americanos». Y esa situación se ha prolongado hasta hoy en una especie de funambulismo político. Me explico: los puertoriqueños son ciudadanos estadounidenses (de manera incompleta) desde 1917 ya que pueden elegir gobernador propio, pero no pueden participar en las elecciones presidenciales de los USA. Por lo tanto ni puertorriqueños ni estadounidenses que tienen su residencia permanente en Puerto Rico pueden votar por el presidente; pero los puertorriqueños que viven es Estados Unidos sí pueden votar por el Presidente y congresistas de los Estados Unidos. Además su Constitución está sujeta a los poderes del Congreso norteamericano. En fin, toda una proeza legislativa y política que ha permitido a la isla contar con un nivel de vida envidiable en comparación con el de sus vecinos dominicanos por poner un ejemplo. Eso sí, a costa de renunciar a ser un estado libre e independiente.

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Y a partir de aquí se puede debatir, discutir y hablar con los boricuas durante horas, eso sí, compartiendo unos tragos de ron Bacardi o de Don Q. Pero la mejor manera de descubrir ese caminar paralelo entre dos realidades a priori tan diferentes es paseando por los lugares que definen al Viejo San Juan y configuran su carácter. Para ello he planteado 3 rutas complementarias:

1 – ruta naranja, que parte de Plaza Colón y realiza la visita del Fuerte de San Cristóbal.

2ruta roja, que parte del Fuerte San Cristóbal y sus bastiones cercanos para bajar hacia los muelles y se adentra en las calles del Viejo San Juan hasta terminar en el Castillo del Morro.

3ruta azul, que parte del Castillo del Morro para recorrer las murallas que bordean el Paseo del Morro tanto intramuros como extramuros.

Pulsa sobre la imagen para ampliarla.

Mapa de rutas por el Viejo San Juan

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1 – Ruta naranja: el Fuerte de San Cristóbal

Una visita a esta fortaleza es la mejor forma de apreciar el privilegiado entorno en el que se ubican San Juan y su bahía. También os servirá de introducción a la historia de la ciudad y a considerar la trascendencia de 400 años de presencia española en la isla.

San Cristóbal es uno de los mayores sistemas defensivos construidos en todo el continente americano, comparable a los de La Habana y Cartagena de Indias. Sus murallas alcanzan los 30 metros de altura y su estructura modular en cinco bloques independientes conectados por un sistema de túneles lo hizo casi inexpugnable.

Cada vez que visito la isla me acerco hasta esta obra maestra de la ingeniería militar ya que sus exposiciones, instalaciones y maquetas son muy completas e ilustrativas. Reconozco que me gusta perderme por sus túneles y galerías subterráneas donde todavía se pueden descubrir algunos viejos grafitis en los muros de sus mazmorras.

Viejos grafitis en los muros de San Cristóbal

Pero sobre todo me gusta subir hasta el Caballero de San Miguel, el punto más alto de las murallas, para observar los tejados de la ciudad y los cambiantes colores del océano desde sus garitas. Y es que aquí el mar, que es Atlántico, un día es azul oscuro, otro azul turquesa, otro verde, otro gris plomo…

Vistas desde San Cristóbal

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2 – Ruta roja: recorriendo las calles del Viejo San Juan

Tras salir del Fuerte San Cristóbal nos podemos acercar por la calle Norzagaray a los bastiones cercanos como el de San Sebastián. Desde allí podemos tener una visión de conjunto de este lado del fuerte que se eleva casi directamente desde el mar.

San Cristóbal

Desde aquí se puede callejear hacia la Plaza Colón y descender por la calle San José hacia los muelles donde atracan los grandes cruceros turísticos. Muy cerca está la Plaza Dársenas, un pequeño parque a la sombra de viejos árboles que es otro de mis rincones preferidos en la ciudad.

Muelle de cruceros de San Juan

Desde aquí hay dos opciones. Se puede enfilar el Paseo de la Princesa hacia el Paseo del Morrro que recorre el exterior de las murallas o se puede entrar en la ciudad. Si hace mucho calor, dejad el Paseo del Morro para el atardecer y perderos por la ciudad.

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Callejear por calles de reminiscencias hispanas como Tetuán, Fortaleza o la Calle del Cristo es un viaje a otros tiempos con el aspecto de un decorado de un centro comercial de los USA. Por aquí encontraréis la mayoría de bares y restaurantes que por las noches se llenan de turistas norteamericanos como el Parrot Club, el Dragonfly o el Cafe Puerto Rico, este con más sabor puertoriqueño. Pero para edificio edulcorado y colores pastel ahí está la residencia del Gobernador de Puerto Rico con esos tonos azules situada al final de la calle Fortaleza.

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Ese colorido también lo encontraréis en las renovadas fachadas de la calle del Cristo con sus tiendas y outlets de moda, los mismos que encontrarás en cualquier centro comercial del mundo. Aunque de vez en cuando aparece la sorpresa en forma de tienda de artesanía o de productos locales.

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Hay casas y calles tan renovadas e impecables que parece que estamos caminando por un decorado. Pero no os engañéis, esta es una ciudad viva. Aún así os animo a buscar esos rincones con viejas balconadas de madera o hierro forjado, las puertas y ventanas de vivos colores que alegran muchas fachadas.

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O esas esquinas con imágenes de santos pintados en viejos azulejos. Después entrad en la sencilla Catedral para saludar a Juan Ponce de León cuyos restos yacen aquí, y de paso dar las gracias a quien queráis por tener la suerte de estar visitando Puerto Rico.

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Junto a la Catedral se encuentra para mí el hotel con más encanto del Viejo San Juan, el Hotel El Convento. Este antiguo convento Carmelita con casi 360 años a sus espaldas ha sido restaurado con exquisito gusto conservando el diseño y el estilo de la arquitectura colonial española. Todo un lujo al alcance de unos pocos afortunados, que por otra parte deberán manejarse bien en inglés ya que su página web sólo está en este idioma. Desde aquí un tirón de orejas para estos establecimientos turísticos que menosprecian el potencial de 450 millones de hispanoparlantes.

Muy cerca de aquí se encuentra la Plaza de Armas presidida por el Ayuntamiento, y una vez más creo estar en alguna pequeña ciudad de provincias de España. La estructura alargada de la Plaza, los edificios que la rodean, los bancos donde sentarse a dar de comer a las palomas me traen reminiscencias del otro lado del océano… pero quizás sólo sea el calor tropical que me está afectando.

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Es hora de tomar una refrescante Corona o una Medalla en cualquiera de los numerosos bares y terrazas que encontrarás por estas calles. Aunque cuando de verdad se anima toda esta zona es al caer la noche. Entonces y ya a la fresca, locales y turistas sale a pasear, a cenar, a escuchar música y a bailar al son de la salsa y del machacón ritmo del reggaeton, el gran invento fiestero musical de la isla.

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Si os ha entrado el hambre os recomiendo uno de los pocos restaurantes auténticos que quedan por aquí y con clientela local: El Jibarito en la calle Sol 280. Aquí podréis degustar un auténtico mofongo además de asopaos, tostones o un pescado del día. La comida es sencilla aunque los precios no lo son, pero comeréis como un auténtico boricua.

El Jibarito

Tras reponer fuerzas llegaremos hasta la Plaza del Quinto Centenario ubicada junto al Cuartel de Ballajá, el antiguo cuartel de la infantería del Ejército Español hoy reconvertido en Centro Cultural y Museo de las Américas. Aquí hay que detenerse a admirar el paisaje que se abre frente a nosotros dominado por la gran explanada de hierba que conduce hasta el Castillo del Morro.

El camino hacia El Morro

A nuestra derecha queda el Cementerio de Santa María Magdalena de Pazzis a orillas del mar y a nuestra izquierda los Jardines de La Muralla y la bahía de San Juan. Los fines de semana esta gran explanada se llena de familias que vienen a pasar el día haciendo picnic mientras los niños vuelan sus cometas.

Vistas desde Ballajá

Es inevitable sentirse atraído por ese camino que conduce directamente hacia la «joya de la corona» que es el Castillo de San Felipe del Morro. Llamado así en honor al rey Felipe II y hoy conocido simplemente como El Morro al estar ubicado estratégicamente en un promontorio que domina la entrada a la bahía de San Juan.

Mientras camino por la explanada hacia la entrada siempre me acerco a las murallas que rodean el Cementerio desde donde se tiene una vista privilegiada del océano y del Viejo San Juan con el Cuartel de Ballajá dominando el paisaje.

Cementerio de Santa María Magdalena de Pazzis

Cuartel de Ballajá

Desde el inicio de su construcción en 1540 el Castillo de San Felipe del Morro fue sucesivamente ampliado durante 250 años hasta convertirlo en una de las mayores y más complejas fortificaciones españolas en América. Hasta que no se traspasa su entrada y se adentra en su interior no se pueden apreciar los seis niveles fortificados y murallas que se elevan a 50 metros sobre el mar.

Entrada al castilllo de El Morro

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La entrada a la fortaleza cuesta 5$ y no deja de sorprender el perfecto estado de conservación en que se encuentra. De nuevo no queda otra que felicitar al National Park Service de los USA por el esmero con el que cuida el patrimonio histórico de la ciudad.

Adentrarse en sus estancias, capilla, dormitorios de la tropa, baluartes, pasadizos, casamatas, plazas y túneles de El Morro es hacerlo a un pasado en el que la Corona española puso todo su empeño en proteger sus posesiones en América.

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El Morro sufrió constantes ataques de los ingleses dirigidos por sir Francis Drake en 1595 y en 1598 cuando sucumbió al asalto por tierra de las tropas del Conde de Cumberland. Los holandeses lo intentaron en 1625 y de nuevo de los ingleses en 1797 con la gran flota dirigida por Sir Ralph Abercrombie. Pero esta vez los 10.000 soldados desembarcados por los ingleses no pudieron con los soldados españoles y las milicias civiles de Puerto Rico que defendieron la ciudad desde estas murallas.

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Cien años más tarde los españoles no pudieron hacer nada cuando los barcos de la Marina norteamericana bombardearon El Morro desde una distancia imposible de alcanzar para su cañones. La Historia se escribe así y España quedaba definitivamente relegada como potencia en América. Dentro del Castillo encontraréis algunas exposiciones y viejas fotografías que narran su azarosa historia desde el inicio de su construcción hasta el día de hoy. Perderos sin miedo por las escalinatas, túneles y pasadizos que comunican sus diferentes niveles y asombraros ante la magnificencia de estos muros asentados desde hace siglos frente a este mar que  hipnotiza la mirada.

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 Al atardecer la luz de los trópicos se suaviza y la temperatura se hace soportable. Es en ese momento cuando caminar alrededor del viejo foso seco que rodea las murallas arrullado por la brisa y el olor del mar se convierte en todo un placer.

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Es entonces cuando podréis apreciar mejor la presencia de esas garitas circulares de vigilancia rompiendo la monotonía lineal de muros y murallas y bastiones, y que se han convertido en el símbolo de la isla. Las vistas de la bahía de San Juan los colores del atardecer le dan a este lugar una belleza inolvidable. Entonces mi imaginación se pierde y viaja en el tiempo hasta el fallido asalto de sir Francis Drake de 1595 abortado desde este mismo lugar entre cañonazos, nubes de pólvora y tiros de mosquete.

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3 – Ruta azul: recorriendo las murallas del Paseo del Morro

Os recomiendo hacer esta ruta por la tarde después de visitar El Morro ya que haréis una parte sobre la muralla y a la caída del sol la podréis continuar por el exterior ya con mucho menos calor. También se puede hacer al revés, comenzando desde el Paseo de la Princesa (las fotografías inferiores) para continuar entrando por la Puerta de San Juan y seguir por la parte alta de las murallas hacia El Morro.

Paseo de la Princesa inicio

Paseo de la Princesa

Sea de la forma que sea, esta es la mejor manera de apreciar la magnitud del sistema defensivo que rodeaba San Juan. Las murallas, todavía hoy, sorprenden por su tamaño y extensión, protegiendo el interior de la ciudad desde su acceso por la bahía.

Y recordad que estáis en un lugar Patrimonio de la Humanidad.

Paseo del Morro World Heritage Site

Paseo del Morro 2

Es en esta parte de la muralla donde se mantiene la Puerta de San Juan, la única puerta original que queda a día de hoy. En la época colonial era costumbre que los pasajeros de los barcos que llegaban desde España desembarcaran en el muelle y entraran en la ciudad por esta puerta. Desde aquí accedían directamente a la Catedral para dar gracias a Dios por llegar vivos a su destino tras el siempre penoso viaje a través del Atlántico.

Garita San Juan de Puerto RicoPaseo del Morro y puerta de San Juan

Durante el día puede hacer un calor asfixiante, húmedo y sofocante que os hará sudar por cada poro de piel hasta límites desconocidos. Por eso recomiendo hacer este paseo a primera hora de la mañana o al atardecer.

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Paseo del Morro 4

Paseo del Morro 12

El Paseo del Morro llega hasta la misma base del castillo que protege la entrada a la bahía de San Juan. Aquí acaba el paseo con lo cual para regresar hay que hacerlo por el mismo camino.

Los encantos de San Juan no terminan aquí ya que se extienden a las zonas residenciales y hoteleras de Condado. Estamos ya en el otro extremo del islote de San Juan protegido por el Fuerte San Gerónimo donde hoy se encuentra el Hotel Caribe Hilton.

Fuerte San Gerónimo

A partir de aquí comienza una sucesión de playas hasta llegar a Isla Verde donde se concentran la mayoría de resorts y hoteles de grandes cadenas norteamericanas como Renaissance, Marriott o Intercontinental. Pero aquí ya se pierde totalmente el sabor, la esencia y la personalidad de Puerto Rico ya que entre tanto edificio impersonal podrías encontrarte en cualquier otro lugar. Sólo quedan las playas y esos atardeceres inolvidables para recordarnos que estamos en un lugar privilegiado y que somos muy afortunados al poder disfrutar de lugares así.

Playas de Condado

Respecto al nuevo San Juan, llega con decir que es una más de esas ciudades norteamericanas sin estilo definido atravesada por multitud de autopistas repletas de coches atascados en horas punta y a cuyos bordes se acumulan las cadenas de comida rápida y los grandes centros comerciales. Es como un Miami en pequeño por la semejanza del clima húmedo y caluroso y por ese mismo mar que rodea ambas ciudades.

Quizás lo único que merezca la pena sea la visita a la destilería de Ron Bacardi ubicada en Bayamón, al otro lado de la bahía de San Juan. El acceso es gratuito y nada más llegar os obsequiarán con unos vales de regalo para probar alguno de los combinados de ron en el bar de la destilería. A partir de aquí una visita guiada os conducirá a un pequeño museo con objetos históricos de la familia Bacardí haciendo un recorrido por la obra y milagros del fundador de la marca, Facundo Bacardí.

Destilería Bacardi

Por supuesto se explica el origen del murciélago como símbolo de Bacardi, el traslado de la producción de Cuba a Puerto Rico, cómo se llevó a cabo su expansión mundial y cómo por el camino se perdió el acento original de la i de Bacardí. Más adelante un barman os relatará dónde se inventaron cócteles como el cubalibre o el mojito, y para finalizar podréis daros una vuelta por la tienda de recuerdos. Este es un lugar muy popular entre los turistas porque tomarse un par de rones a media mañana sale gratis y porque se puede salir muy contento para un buen almuerzo. Las visitas se hacen todos los días y cada 20 minutos hay una en inglés y otra en español.

Por cierto fue Amelia, la esposa de Facundo Bacardí, la que propuso a su marido la figura de un murciélago como símbolo de la marca. Y es que a mediados del XIX tanto en Cuba como en España el murciélago se identificaba con la buena suerte.

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Recomendaciones prácticas:

– Oficialmente Puerto Rico pertenece a los USA, así que una de las primeras cosas que tienes que hacer es contratar un buen seguro de viajes con amplias coberturas. Recuerda que un buen Seguro de Viajes te puede ahorrar preocupaciones y resolver muchos problemas. Así que ni lo dudes. Desde aquí te recomiendo MONDO, el seguro de viaje inteligente para viajeros inteligentes.

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– Los precios en dólares no hacen de Puerto Rico un destino barato. Prepárate para gastar mucho dinero en restaurantes y excursiones. Sin embargo las compras de ropa y productos de marca suelen salir más baratas.

– Caminar bajo un calor bochornoso y asfixiante se convertirá en la tónica habitual muchos días. La ropa ligera, el protector solar y mucha hidratación son fundamentales.

– El Viejo San Juan se puede visitar en un día, pero recomiendo dos para disfrutarlo y conocerlo como se merece: a pie y con calma.

– La zona de más ambiente nocturno del Viejo San Juan se concentra alrededor de la Plaza Colón y las colindantes calles Fortaleza y Tetuán. Hay mucho turista norteamericano, pero también hay garitos con ambiente local y música en directo.

– Si quieres visitar otros lugares de Puerto Rico como Arecibo, las Cuevas del río Camuy o el bosque tropical de El Yunque, te recomiendo alquilar un coche. El trasporte público es escaso y las excursiones en las agencias de turismo son muy caras. Si lo que quieres es ir hasta Isla Culebra o Vieques acércate hasta el puerto de Fajardo de donde salen los barcos hasta estas islas a precios muy asequibles (unos 5$ ida y vuelta). Descubrirás que Puerto Rico tiene mucho, mucho que ofrecer.

Playas de Isla Verde

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