Edimburgo parece no tener fin.
Porque es de esas ciudades que hay que saborear poco a poco. Recuerdo el día de ayer y no puedo evitar pensar en la suerte que estoy teniendo. Cuando salgo del hotel aparecen unas nubes y a los 5 minutos está diluviando. Vuelve a salir el sol, sopla el viento y de nuevo aparecen las nubes.