Berlín, renaciendo de sus cenizas.
Berlín, desde las alturas del Reichstag, aparecía como un montón de escombros, cenizas y ruinas humeantes. Era el 2 de mayo de 1945, el día en el que unos pocos soldados soviéticos alzaron la bandera de la URSS en lo más alto del Reichstag alemán. Este momento histórico, capturado por el fotógrafo Yevgeny Khaldei, se convirtió en el símbolo de la victoria soviética sobre la Alemania nazi y el final del Tercer Reich.
Casi 80 años después estoy asomado a esa misma terraza del Reichstag. Y, a diferencia de los soldados soviéticos, veo como un Berlín renacido y en permanente reconstrucción se extiende hasta el horizonte. La capital de Alemania es una ciudad fascinante marcada por la Historia, con una vida cultural vibrante y una escena artística y gastronómica en constante evolución. Caminar por sus calles ofrece una combinación única de monumentos históricos, arquitectura moderna, espacios verdes y una animada vida urbana. Esa mezcla de presente y pasado, de renovación constante, de vanguardia artística y de población multiétnica convierte a Berlín en una ciudad capaz de satisfacer las expectativas de cualquier visitante.
La Catedral de Berlín todavía hoy en reformas tras los destrozos sufridos en los bombardeos de la II GM en 1945. Foto de
Abraham Pisarek, Deutsche Fotothek
Berlín, protagonista y víctima de la Historia
Berlín desempeñó un papel fundamental en los acontecimientos históricos del siglo XX. Tanto en las dos Guerras Mundiales como tras la división de la ciudad , y de Alemania, durante la Guerra Fría y su posterior reunificación. Por eso es imposible entender Berlín sin saber algo de la historia que la ha moldeado, destruido, reconstruido y transformado. Un devenir de acontecimientos que ha marcado su carácter y el constante proceso de construcción-reconstrucción y reordenación urbana en el que está inmersa desde hace décadas.
Berlín ha sido testigo y protagonista de algunos de los acontecimientos más significativos de la historia reciente de la Humanidad. Empezando por la I Guerra Mundial, cuando Berlín fue el centro político del Imperio Alemán. Tras la guerra, Berlín se convirtió en la capital de la República de Weimar y en el epicentro de movimientos artísticos y culturales como la Bauhaus y el expresionismo alemán.
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Berlín es una isla
El ascenso al poder de Hitler y el establecimiento del régimen nazi en la década de 1930, vuelven a convertir a Berlín en el centro de todas las miradas. La posterior destrucción provocada durante la II Guerra Mundial y la división de Berlín entre las potencias aliadas marcaron su destino en las décadas siguientes. Porque Berlín quedó dividida en dos partes: Berlín Occidental (controlado por los aliados occidentales) y Berlín Oriental (controlado por la Unión Soviética). Alemania también se divide en dos, y el Berlín Occidental se convierte en una isla dentro del territorio de la Alemania Democrática controlada por la URSS.
Panorámica del Muro de Berlín tras el cual asoma una ciudad totalmente nueva y renovada
En 1961, la construcción del Muro de Berlín convirtió a la castigada ciudad alemana en el epicentro de la Guerra Fría. Y en símbolo de la división del mundo entre el bloque occidental y el bloque oriental-soviético. La población de Berlín Occidental quedó aislada bajo la amenaza constante de la Unión Soviética y el régimen comunista de la Alemania Oriental. Berlín Occidental y Berlín Oriental continuaron viviendo y creciendo separadas, dándose la espalda la una a la otra, durante 26 años más.
Finalmente, en 1989 y tras una serie de revueltas sociales, se produce la caída del Muro de Berlín. Ese momento marcó el inicio del fin de la URSS y del gobierno de la Alemania Oriental. Un año después se produjo la reunificación alemana. Y de nuevo Berlín se convierte en la capital de una Alemania unificada que se convierte en el motor político y económico de Europa.
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Berlín, obras por todas partes
Con todos estos acontecimientos y vaivenes, no debemos extrañarnos al descubrir que Berlín es una cantera de obras públicas, de barrios en renovación y nuevas infraestructuras. Te lo voy a decir sin rodeos: si vienes buscando el encanto histórico de las viejas ciudades europeas como París, Praga, Madrid o Lisboa, aquí no lo vas a encontrar. Los monumentos o edificios históricos que han sobrevivido a la destrucción de la II Guerra Mundial se cuentan con los dedos de las manos. Y la mayoría han sido reconstruidos.
Ruinas de la Iglesia Memorial del Kaiser Wilhelm, destruida en la II GM
A pesar de ello en Berlín puedes visitar algunos de los mejores museos de Europa en la Isla de los Museos, descubrir el arte urbano pintado sobre lo que queda del Muro de Berlín en la West Gallery, pasear entre los sobrios bloques de piedra del Memorial del Holocausto, descubrir la belleza de su naturaleza en parques como el Tiergarten, caminar bajo la Puerta de Brandemburgo…y muchas más cosas que te voy a ir contando.
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El distrito de Mitte, el corazón de la capital alemana
Si hay un lugar donde buscar el alma y el corazón histórico de Berlín, ese es el distrito de Mitte. Aquí se concentran la mayoría de los lugares que han marcado parte del devenir histórico y cultural de la ciudad, como la Ópera Estatal de Berlín, la Gendarmenmarkt, una plaza con hermosa arquitectura, y la famosa avenida Unter den Linden. Además de la Catedral de Berlín, la Isla de los Museos, la Puerta de Brandemburgo o la Alexanderplatz.
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La Alexanderplatz
Este es el primer lugar que se viene a la mente cuando piensas en cuál puede ser el centro comercial, turístico y social de Berlín. Además de ser un importante nudo de comunicaciones, en la Alexanderplatz se encuentra el edificio más alto de la ciudad: la Torre de la Televisión. Puede que sea el mejor mirador de la ciudad, pero también es el más caro (unos 25€).
Durante la Guerra Fría, Alexanderplatz fue el centro del Berlín Oriental. En los años 60 la República Democrática Alemana amplió la plaza y la hizo peatonal. Además, en 1969 levantaron la Torre de la Televisión de Berlín que, a día de hoy y con sus 368 m., sigue siendo el edifico más alto de Alemania.
Si no queréis dejaros un dineral, os aconsejo subir al mirador del hotel Park Inn Rooftop Terrace del Hotel Radisson. Este mirador situado a 150 m. sobre la Alexanderplatz ofrece unas estupendas vistas de la torre de televisión y de la ciudad por sólo 4€. Desde aquí es una gozada ver atardecer sobre Berlín mientras te tomas una cerveza.
Atadecer con vistas desde el Park Inn Rooftop Terrace del Hotel Radisson
En la Alexanderplatz también te encontrarás el Weltzeituhr, un reloj mundial que te da la hora en muchos países mientras gira lentamente. Un poco más allá de la Torre de Televisión, se encuentra la maravillosa Fuente de Neptuno y la iglesia de Santa María, la Marienkirche. Y casi enfrente, la mole de ladrillo rojo del inconfundible Rotes Rathaus, la sede del Ayuntamiento de Berlín.
En realidad, la Alexanderplatz es un lugar de paso, de compras, para quedar o para disfrutar de algunas de las muchas actividades populares que se celebran aquí, como el Mercado de Navidad. Durante esas fechas se convierte en el lugar perfecto para ver el centro de Berlín desde las alturas de la noria que se instala aquí, patinar en la pista de hielo y probar todo tipo de salchichas, dulces y vinos calientes.
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La Catedral de Berlín
Asomada al río Spree se encuentra la Berliner Dom, una majestuosa iglesia de estilo renacentista que impresiona con su imponente arquitectura y grandes cúpulas de cobre de color verdoso. En su prolongada historia esta catedral construida con piedra arenisca se ha enriquecido con los estilos renacentista, gótico, neoclásico y barroco. En sus sótanos se encuentra la Cripta de los Hohenzollern que acoge las tumbas de los integrantes de esta dinastía germana. Así que, os aconsejo visitar su interior (de pago) y de paso subir los 270 escalones hasta la cúpula para disfrutar de una vista panorámica del centro de la ciudad.
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La Isla de los Museos
Si eres un amante de la historia tus pasos te llevarán hasta la Isla de los Museos (Museumsinsel), muy cerca de la Catedral. Aquí se encuentran cinco de los mejores museos de Berlín. Por algo la Unesco ha declarado la Isla de los Museos Patrimonio de la Humanidad. Aquí te esperan 6000 años de historia de la Humanidad, repartidos entre las colecciones de los distintos museos.
Hay una entrada (Musseumpass) que incluye la visita de los 5 museos de la isla, además de otros repartidos por Berlín. Pero si tengo que elegir, me quedo con el Museo Pérgamo y el Neues Museum. También puedes comprar la Berlin Welcome Card, que además de descuentos de hasta el 50% en la mayoría de atracciones y museos de Berlín, incluye el uso ilimitado del transporte de la ciudad
El Museo Pérgamo (Pergamon Museum), uno de los museos más visitados del mundo, alberga una impresionante colección de restos arquitectónicas de la antigüedad. Sin duda la estrella del museo es el Altar de Pérgamo. Por desgracia esta maravilla del periodo helenístico se encuentra en proceso de restauración y no está prevista su reapertura hasta 2025 o 2026. Este monumental altar del siglo II a.C. se encontró en la antigua ciudad de Pérgamo (ubicada en Turquía, como otras muchas ciudades de la Grecia Antigua). Toda su estructura está decorada con relieves escultóricos que representan escenas mitológicas y la lucha entre los dioses del olimpo y los gigantes.
Vale, no lo vas a ver (luego te cuento algo importante), pero entonces ¿merece la pena entrar en este museo? Por supuesto que SÍ, ya que aquí se encuentra también la Puerta del Mercado de Mileto, otra pieza impresionante del museo. Es una estructura monumental de 17 m. de alto de la antigua ciudad de Mileto (también en Turquía) ricamente decorada con relieves que representan escenas mitológicas y diversos actos festivos.
Por si fuera poco, aquí verás la reconstrucción de la Puerta de Ishtar (S.VI a.C) que estaba en una de las entradas a la antigua ciudad de Babilonia, en la antigua Mesopotamia. Es imposible no sentir admiración ante esta imponente estructura decorada con ladrillos esmaltados de colores azulados y figuras de animales en relieve. Y para los amantes de la Historia Antigua, el museo de Pergamo tiene una importante colección de Arte Islámico, además de antigüedades, estatuas, relieves y otros objetos del Próximo Oriente, Mesopotamia, Asiria y Persia.
Yo me quedé alucinado admirando cada detalle de esta obra que hay que ver subiendo y bajando varios pisos por una estructura central. La sensación visual, sumada a los sonidos y el juego de luces, termina por sumergirte en un entorno hiper-realista de lo que pudo haber sido Pérgamo en su momento de máximo esplendor. Personalmente creo que es una visita obligada si vas a Berlín, una especie de viaje al pasado que no te puedes perder.
Detalles hiper-realistas de la pintura en 360º del panómetro de Pérgamo
El Neues Museum (Museo Nuevo) alberga una impresionante colección de arte y arqueología egipcia. Esta es la última joya de la isla de los Museos ya que debido a su estado de destrucción tras la II G.M. permaneció cerrado y en ruinas durante 70 años. Aquí se encuentra una de las obras maestras del Antiguo Egipto: el busto de la Reina Nefertiti. Es imposible no quedarse un buen rato admirando la belleza y perfección de esta maravilla creada hacia el 1345 a.C. Y eso, a pesar de estar resguardada por una urna de cristal que refleja todo lo que hay alrededor.
Por supuesto hay una extensa muestra de sarcófagos, joyas y todo tipo de objetos que nos recuerdan el esplendor de la antigua civilización egipcia. El Neues Museum cuenta también con una importante colección de arte de la Edad de Piedra, Edad del Bronce y Edad del Hierro en Europa. Así como cerámicas y estatuas de la Antigua Grecia y Roma. Y si los museos son lo tuyo, puedes acercarte al Bode Museum. Este edificio de estilo neo barroco es uno de los más bellos de la Isla de los Museos. Aquí te podrás perder entre su gran colección de estatuas y una amplia representación del mejor arte bizantino.
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Hacia la Puerta de Brandemburgo
Metro: Brandenburger Tor, línea U55. Tren: Brandenburger Tor, líneas S1, S2 y S25.
Partiendo de la Catedral comienza una larga avenida, la Unter der Linden, que lleva directamente hasta la Puerta de Brandemburgo. En esta larga avenida de kilómetro y medio, o muy cerca, se encuentran algunos de los edificios públicos históricos más importantes de Berlín. Como la Universidad Humboldt, la Ópera de Berlín o la plaza de la Gendarmenmarket, una de las más bellas de la capital germana. Esta es la zona más cara y elegante de Berlín, plagada de hoteles, embajadas extranjeras, tiendas y restaurantes internacionales de alto nivel.
También hay hoteles de lujo, pero como el Adlon, ninguno. Situado a unos pasos de la Puerta de Brandenburgo y a unos minutos de paseo del Reichstag, el Adlon se convirtió en el sinónimo de la opulencia berlinesa tras su inauguración en 1907. En 1936 fue elegido como sede de los Juegos Olímpicos de Berlín y durante la II GM fue el lugar preferido por la oficialidad nazi. Hasta que en 1945 se convierte en hospital militar y poco después, es destruido por soldados rusos. Reconstruido décadas más tarde, ente sus más notables huéspedes se cuentan Albert Einstein, Thomas Alva Edison, Hebert von Karajan, Henry Ford, Thomas Mann, Gorvachov, Nelson Mandela, Charles Chaplin, Greta Garbo, Liza Minelli, Robert de Niro…
La Unter den Linden desemboca en la Plaza de París y en la famosa y archiconocida Puerta de Brandemburgo (Brandenburger Tor), uno de los iconos arquitectónicos e históricos de Berlín. Construida en el siglo XVIII como parte de la muralla que rodeaba la ciudad, ha sido testigo de la convulsa historia alemana. En 1795 la puerta fue coronada con una cuadriga de cobre representando a la Diosa de la Victoria. Tras la ocupación napoleónica en 1806, Napoleón se llevó la cuadriga a París. Posteriormente restituida, fue destruida durante la II Guerra Mundial. En la posterior división de Alemania durante la Guerra Fría, la Puerta de Brandemburgo queda en tierra de nadie. Y no se restituyó una copia de la cuadriga hasta 1969.
La Puerta de Brandemburgo quedó en tierra de nadie tras la II G.M. y la posterior división de Berlín en un sector occidental y otro oriental
Tras la caída del Muro en 1989 y la posterior reunificación de Alemania en 1990, la Puerta de Brandemburgo se convierte en el símbolo de la reunificación alemana. Además, la Puerta de Brandeburgo ha sido testigo de todo tipo de eventos públicos, manifestaciones, conciertos, actividades culturales y deportivas… Y para terminar, es un lugar perfecto para tomar fotos, sobre todo al atardecer.
Muy ceca de la Puerta de Brandemburgo se encuentra el sombrío Memorial del Holocausto dedicado a recordar los millones de víctimas judías de la locura nazi durante la II Guerra Mundial. Personalmente, es un conjunto que no me gusta nada y que no me trasmite ninguna sensación que no sea la de frialdad: 2710 bloques rectangulares de hormigón diferentes tamaños colocados verticalmente creando una especie de laberinto de piedra.
A pesar de su aspecto, lo importante es el significado de este memorial. Y recordar, desde el mismo corazón de la capital alemana, que las decisiones tomadas aquí por el régimen nazi le costaron la vida a millones de personas.
Todavía queda mucho por ver, y vivir, en Berlín. Por eso, si quieres saber más, en este artículo sobre Berlín te dejo con más información sobre transporte, vida nocturna, gastronomía…y más lugares imprescindibles como el Reichstag, el Tiergarten o el Muro de Berlín.
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