Baños de Agua Santa, otra de las sorpresas de Ecuador.
Estoy asomado al borde de la carretera observando el precipicio junto a Gustavo, el taxista que me está llevando desde Baños al mirador de Ojos del Volcán. Buscamos las huellas del desastre, de una catástrofe que por cotidiana no deja de producir congoja. En la curva todavía se ven las huellas de las ruedas del 4×4 que ayer se precipitó al vacío aquí mismo.