Una gran proeza de la ingeniería.
No se puede entender la historia de Panamá ni conocer las claves de este país sin conocer antes la historia de su Canal. De enorme dificultad en su construcción y costosísima en vidas y dinero, esta obra faraónica que une el océano Pacífico y el mar Caribe es todo un símbolo de la ingeniería humana.
El Canal de Panamá ha condicionado el origen de este país y su evolución a lo largo de más de 100 años. Y su posición estratégica para facilitar el comercio global lo convierte en un nodo de comunicaciones de vital importancia económica.
Venir a Panamá y dejar de visitar el Canal es como ir a Roma y no visitar el Vaticano. Algunos de los mejores lugares para conocerlo y verlo en funcionamiento son las Esclusas de Miraflores y la zona selvática que rodea Gamboa a orillas del río Chagres. Ya en 1534 el rey Carlos I de España había ordenado estudios para llevar a cabo la construcción de un canal que permitiera conectar las aguas del Pacífico con las del Atlántico. Las carencias técnicas y de medios apenas permitieron realizar una serie de caminos por la selva, el llamado Camino Real, por el que se transportaban a lomos de mula los tesoros provenientes del Perú desde la vieja Ciudad de Panamá hasta Portobelo, en la costa caribeña, para ser embarcados hacia España.
Siglos más tarde, en 1880, los franceses con el famoso ingeniero Ferdinand de Lesseps a la cabeza iniciaron la construcción de un canal en esta zona perteneciente por entonces a Colombia. Pero la empresa fracasó ante las dificultades de una selva imposible de penetrar. De esta etapa inicial sólo queda el viejo puente metálico sobre el canal abierto entre el río Chagres y el Canal en la zona de Gamboa.
Tras promover la independencia de Panamá de Colombia, los norteamericanos iniciaron la construcción del canal en 1904. El Canal de Panamá fue inaugurado oficialmente en 1914 tras 10 años de construcción de indecibles esfuerzos y las vidas de 25.000 trabajadores que murieron debido a las extremas condiciones de trabajo en una selva inhóspita y a las enfermedades tropicales.
El Canal es ahora el mayor generador de ingresos del país. Para no quedar atrás se han ampliado sus accesos y el número y tamaño de las exclusas para permitir el paso de barcos de mayor tamaño. Los barcos que ahora cruzan el Canal deben cumplir una medida estándar llamada Panamax, medida limitada por el calado y la anchura de las exclusas. Ahora ya pueden atravesarlo los buques Post Panamax, de mucha mayor envergadura y calado.
El Canal estuvo bajo la jurisdicción de los Estados Unidos hasta 1999. En el 2000 su control fue entregado al gobierno panameño en virtud del tratado suscrito en 1977 por el entonces presidente panameño Omar Torrijos y el de los USA, Jimmy Carter.
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Las esclusas de Miraflores
La entrada al centro de visitantes de las esclusas de Miraflores se encuentra a unos pocos kilómetros de la capital del país, Ciudad de Panamá. La entrada cuesta 20$ y nada más traspasar la puerta y el control de seguridad con su arco detector de metales, policía y demás, os recomiendo subir a la terraza de la última planta. Desde allí podréis observar el paso de los barcos por las exclusas. Para evitar desilusiones, es decir, que no pasen barcos, podéis llamar antes al centro de visitantes. Os informarán del horario de paso previsto de los barcos para el día de la visita. También hay que tener en cuenta que aunque el Canal funciona las 24 horas, interesa ir por la mañana ya que es cuando los barcos del Pacífico tienen paso por las esclusas más cercanas al mirador.
Para llegar hasta Miraflores puedes negociar el trayecto con algún taxista que os parezca simpático y acordar un precio. Con suerte por el camino os irá contando mil y una anécdotas del pasado, presente y futuro del país. Acordar con el taxista que os de una vuelta por las antiguas instalaciones norteamericanas que rodeaban el Canal y que entonces estaban vedadas y bajo control militar. Hoy forman parte de un conjunto de zonas residenciales de clase media-alta donde muchos norteamericanos que pasaron por aquí decidieron comprar una segunda casa. Las instalaciones están intactas: colegios, hospitales, iglesias e instalaciones deportivas dan la idea de lo que fue este enclave USA dentro de Panamá.
Tras pasar un buen rato viendo cómo funcionan las esclusas, como suben y bajan los barcos y cómo se abren y cierran esas enormes compuertas metálicas de 700 toneladas cada una, podemos pasar a recorrer el museo o entrar al cine donde se emite una renovada película sobre la historia de Panamá y la construcción del Canal. Los pases duran unos 10 min. y son alternativamente en inglés y español. Aunque sin duda lo más interesante es ver en vivo y en directo la operación de llegada, arrastre por cuatro locomotoras y elevación de los barcos, algunos enormes, que pasan rozando sus cascos metálicos con las paredes de hormigón de las esclusas.
Recientemente ha sido inaugurado el Centro de Observación de la Ampliación del Canal de Agua Clara muy cerca de las exclusas de Gatún en la costa caribeña. Desde aquí se pueden observar las nuevas esclusas que permiten el paso a los barcos con casco «SuperPanamax». Ha sido una de las mayores obras civiles realizadas en todo el Mundo y tras su inauguración observar el paso de estos gigantescos barcos se ha convertido en una nueva atracción turística.
Para aquellos interesados en recorrer el Canal en barco y pasar por las esclusas existe la opción de subirse a un barco para realizar un tránsito parcial del Canal partiendo desde el lado del Pacífico. Esta excursión se hace mientras no afecte al tráfico de barcos. En un viaje de ida y vuelta se pasa por las exclusas de Miraflores y Pedro Miguel tras cruzar el lago de Miraflores y llegar a Gamboa. El precio es de unos 130$, pero es algo realmente curioso de hacer si no tenéis nada mejor que hacer. El tránsito completo cuesta 170$.
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El área de Gamboa
Si no os apetece pasaros horas y horas metidos en un barco subiendo y bajando exclusas, existe la posibilidad de hacer una incursión más breve en aguas del Canal al tiempo que recorremos sus riberas selváticas. Para ello sólo hay que acercarse hasta el Gamboa Rainforest Resort situado a menos de una hora de la ciudad de Panamá.
Un taxista os traerá desde Ciudad de Panamá hasta el hotel por unos 20-25$ aunque si no tenéis prisa se puede venir en autobús desde la Terminal de Albrook. Informaros antes de los horarios porque el bus pasa cada 2 horas los días laborales y cada 3 los fines de semana. Y para hacer las excursiones hay que estar entre las 8-9 de la mañana en la recepción del hotel.
Este lujoso hotel inmerso en la selva y lindante con el Parque Nacional Soberanía cuenta con una larga lista de actividades a realizar en sus alrededores. Lo bueno es que para muchas de ellas no es necesario estar alojado en algunas de sus habitaciones con estupendas vistas al río Chagres y a la selva circundante. La visita en lancha a la Isla de los Monos navegando por el Canal es una de ellas.
Y es que la Naturaleza se mantiene y la vida salvaje pervive en las orillas del Canal a pesar del intenso tráfico marítimo y los continuos trabajos de mantenimiento. Y también a pesar de las obras de dragado y ampliación que se han llevando a cabo en estos últimos años.
En este corto viaje de una hora y media en lancha motora partiremos del embarcadero situado en el río Chagres que alimenta con sus aguas al lago Gatún y principal reserva de agua para el Canal de Panamá y sus exclusas. Una vez que pasamos por debajo del herrumbroso puente construido hace más de un siglo por los franceses en el primer intento fracasado de construir el Canal, nos internamos en aguas de esta vía de agua entre el llamado Corte Culebra y el lago Gatún. La sensación de calor y humedad bochornosa es asfixiante desde primeras horas de la mañana. Pero pronto desaparece por la brisa que corre debido a la velocidad de la lancha. Y por la sorpresa ante la visión de los enormes cargueros portacontenedores, petroleros y cruceros cargados de turistas que pasan a nuestro lado.
A pesar de la lentitud de su tránsito levantan grandes olas a su paso que zarandean la lancha y acaban estrellándose contra las orillas desbordantes de vegetación selvática. Una selva a la que hay que mirar continuamente ya que no es difícil ver a los animales asomándose entre el denso follaje. Cuando pienso que todo esto se excavó en la selva hace un siglo… Sí, a base del esfuerzo titánico de decenas de miles de hombres traídos de todos los rincones del planeta. Sólo desde aquí uno puede darse cuenta de la magnitud de esta obra. Pero los puntos de interés están también en las orillas, en las instalaciones portuarias con algunas de las mayores grúas del mundo. Y sobre todo en la selva, ese manto de verde que lo cubre todo hasta parecer que los árboles literalmente se caen a las aguas del Canal. Esta zona selvática está considerada una de las más ricas en biodiversidad de todo el planeta. En nuestro paseo disfrutaremos con la presencia de águilas, monos, perezosos, tortugas o cocodrilos que comparten su hábitat con el paso de barcos de todo tipo y tamaño.
Ya de regreso podemos quedarnos a comer en el restaurante Los Lagartos, situado junto al embarcadero y llamado así por los cocodrilos que se ven justo a los pies de la terraza. No es que la comida sea una maravilla, pero sí su terraza al borde del río rodeada de plantas acuáticas y lirios de agua. En sus proximidades deambulan ajenos a nuestra presencia tortugas, peces, nutrias, capibaras y aves zancudas entre otros animales. Y todo esto mientras a lo lejos vemos como cruzan por el Canal los enormes barcos surgidos de la nada para sumergirse de nuevo en las laderas selváticas.
De vuelta al hotel podemos contratar otra excursión que nos llevará a recorrer la selva pero no a ras de suelo, sino a varios metros de altura en una especie de teleférico con cabinas abiertas. Conviene reservar esta excursión con anticipación porque está muy demandada y no tiene una gran disponibilidad de horarios. Tras llegar a la base del funicular, subiremos en una cabina abierta donde iremos acompañados de un guía naturalista. El o ella nos irá comentando las distintas especies de animales y de plantas y sus usos que encontraremos en este recorrido a través del dosel de la selva. A medida que ascendemos entre las copas de los árboles el paisaje se va abriendo ofreciendo unas vistas que dejan la boca abierta.
Al final del trayecto de subida por la ladera selvática descenderemos de la pequeña cabina para llegar tras una corta caminata a una enorme torre metálica (una antigua estación de radares norteamericana). No esperéis encontraros una selva primigenia en esta zona de Panamá ya que los norteamericanos la desbrozaron en gran parte para ubicar sus instalaciones militares y de control del Canal. Para eso hay que adentrarse en los parques naturales circundantes de Camino de Cruces y Soberanía.
Por una rampa ascenderemos hasta llegar a la parte más alta de la torre. Desde allí disfrutaremos de unas impresionantes vistas panorámicas de todo el área de Gamboa, el río Chagres en su unión con el Canal y de toda la selva del Parque Nacional Soberanía. Y cuidado con las hormigas y arañas que caminan entre las barras metálicas de la torre. Tienen tendencia a picar a todo lo que se acerca.
Tucanes, perezosos, mariposas, arañas y una multitud de plantas conforman un espacio natural digno de ser disfrutado con más tranquilidad. Un par de días en el Gamboa Rainforest Resort ayudarán a conocer este rincón único de Panamá y pueden servir como introducción a caminatas más interesantes por el Parque Nacional Soberanía. Aquí se encuentra todavía visible en algunos tramos el llamado Camino de Cruces o Camino Real que los españoles abrieron en la selva para conectar a través del istmo el Caribe con el Pacífico.
Por si todavía no tenéis bastante, existe la opción de recorrer las riberas del Canal desde Panamá Ciudad hasta Colón cómodamente sentado en el Tren Transístmico. El problema son los horarios de este tren que parte por la mañana y no regresa hasta la tarde dejándote horas y horas en Colón, donde no hay nada de interés. Siempre se puede negociar con un taxista para que te lleve hasta la ciudad de Portobelo, Patrimonio de la Humanidad y puerto clave en el tránsito de mercancías del Imperio Español. Aquí se pueden recorrer sus fortalezas coloniales o visitar la iglesia de San Felipe donde se encuentra el idolatrado Cristo Negro de Portobelo. Pero yo os aconsejaría dedicar un día en exclusiva para esta visita.
El Canal es uno de los grandes atractivos turísticos de Panamá, un país con unas posibilidades inmensas y que sin duda en los próximos años se convertirá en un destino muy a tener en cuenta. Un país al que siempre me gusta regresar. Si no quieres complicarte la vida también es posible hacer esta excursión al Canal con todo organizado incluyendo traslados desde tu hotel.
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