El Travel Bloggers Meeting en Plasencia.
Con ocasión de la celebración del TBMPlasencia he tenido la oportunidad de hacer un recorrido por el Parque Nacional Monfragüe. Durante este encuentro de bloggers de viaje que se celebra cada año en un lugar distinto de España se realizan una serie de charlas, encuentros, conferencias y también numerosas actividades.
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Este año una de estas actividades era precisamente recorrer Monfragüe, el parque nacional más representativo del bosque mediterráneo y de sus extensas dehesas de encinas y alcornocales. Este parque ubicado en el centro de la provincia de Cáceres, al norte de Extremadura, es un espacio natural con un paisaje único en el mundo.
Atravesado por el río Tajo sus sierras, roquedales y bosques albergan una fauna sobresaliente donde destacan las aves. Este es de los pocos lugares del mundo donde anidan el buitre negro, la cigüeña negra o el águila imperial. Pero además en nuestros paseos nos podemos encontrar con el búho real, la garza real o el martín pescador. Y desde luego con el omnipresente buitre leonado que mantiene aquí una gran colonia de anidamiento y cría.
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Por si a alguien le parece poco en sus arroyos y ríos nadan las nutrias y crían sapos, tritones, tortugas y salamandras. En los huecos de sus árboles centenarios se esconden el lirón careto, la gineta o el rarísimo lagarto ocelado. Mientras por el bosque bajo de enebros, jaras, quejigos y madroños trotan manadas de ciervos o familias de jabalíes y se ocultan zorros o el raro gato montés.
Declarado Parque Nacional en 1979 en sus 18.000 hectáreas se conserva bosques autóctonos primigenios que llegaron a estar muy amenazados con un plan de reforestación basada en el árbol-plaga por excelencia: el eucalipto. Todavía hoy las miles de hectáreas replantadas están en proceso de eliminación y regeneración del bosque original. Un desastre ecológico que no fue a más por muy poco.
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Recorriendo Monfragüe
Aunque se puede recorrer una parte de Monfragüe por cuenta propia, hay zonas de alto valor ecológico y rutas fuera del asfalto que sólo podrás conocer si recurres a los servicios de guías profesionales. En este caso Monfragüenatural fue la empresa seleccionada para hacernos una ruta 4×4 por las zonas más conocidas y también por las rutas menos trilladas del Parque Nacional. Y fue todo un acierto. Sólo puedo felicitar al equipo de Eduardo, nuestro guía y propietario de esta empresa especializada en hacer rutas y organizar actividades por toda esta zona de Extremadura.
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Tras recogernos en Plasencia y recorrer unos 30 Km. hacia el sur entramos en Monfragüe. Mientras dejamos atrás el Puente del Cardenal construido en 1450, Eduardo nos explica cómo las mismas especies vegetales que vemos han evolucionado de forma diferente dependiendo de si la ladera es de umbría o solana, es decir, si donde crecen está al sol o a la sombra. Y lo más interesante, entramos en el área de bosque mediterráneo mejor conservado de la Península Ibérica. No se ha tocado nunca.
Nuestra primera parada es en el Salto del Gitano, el lugar más fotografiado de Monfragüe. Sin duda estas paredes rocosas de cuarcita de más de 300 m. que caen en vertical sobre el río Tajo forma uno de los parajes más espectaculares del parque.
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Pero además desde los miradores instalados al lado de la carretera los amantes de las aves pueden pasarse horas viendo volar a decenas de buitres leonados. Para verlos mejor Eduardo instala unos prismáticos monoculares con los que en un minuto nos localiza un nido de buitre negro, otro de cigüeña negra y otro de garza real. En un minuto me ha quedado claro que si no vienes con un guía, no vas a ver ni la mitad de las especies que pueblan este parque.
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Arriba una pareja de buitres leonados preparando el nido. Abajo una cigüeña negra empollando ya sus huevos. Ambos se encuentran en los roquedales del Salto del Gitano.
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Tras disfrutar del paisaje y del vuelo de los buitres leonados que ya buscaban a estas horas de la mañana las corrientes térmicas para planear, nos dirigimos al Castillo de Monfragüe. Las laderas de la carretera están cubiertas de alcornocales, brezos y quejigos entre otras especies típicas del bosque bajo mediterráneo adaptado a los largos meses estivales de sequía.
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.Tras bajar del 4×4 ascendemos por una larga escalinata que nos lleva a los pies de este castillo de origen árabe del S.XII. Hay que entrar al torreón y subir al mirador que tiene en lo alto para descubrir un paisaje inacabable de dehesas y bosque bajo que se pierde en la distancia. Allí abajo está el río Tajo y en una de las laderas de enfrente todavía se ve las zonas en recuperación de lo que fueron replantaciones de eucaliptos. En el silencio que nos rodea los buitres nos sobrevuelan dejándose llevar por las corrientes extendiendo sus alas de casi 3 metros de punta a punta.
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Seguimos adelante y la siguiente parada la hacemos en la confluencia de los río Tiétar y Tajo. Aquí, en un mirador cubierto y junto a unos tradicionales chozos reconstruidos de pizarra y techado de brezo, Eduardo nos cuenta los secretos del vuelo de las aves del parque. Con unas plumas en la mano nos detalla su configuración según requieran un vuelo silencioso o no, del peso (unos 8 Kg) y las dimensiones de los buitres, de su alimentación o de las costumbres de puesta de las cigüeñas negras.
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Hasta aquí el recorrido es el que puede hacer cualquiera en su vehículo. Pero tras pasar por Villareal de San Carlos con sus bares y chozos reconstruidos para pernoctar, nos adentramos en rutas «prohibidas». Son caminos de tierra sólo accesibles para personal del parque o guías autorizados expresamente. La multa por entrar en estas áreas por tu cuenta y sin permiso puede elevarse a unos cuantos miles de Euros. Avisados quedáis.
A partir de aquí nos adentramos por caminos de tierra rodeados de monte bajo, arbustos y pinares entre los que descubrimos a lo lejos una manada de ciervos. El bosque mediterráneo se extiende entre pequeños valles y riachuelos ocultos por bosques de ribera.
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Aquí crecen frondosos los alisos, los sauces y losfresnos entre praderas de verde hierba salpicadas de flores. Es el río Tajo y estos pequeños afluentes los que aportan el agua y la humedad necesaria para la supervivencia de las especies que habitan en el parque. De ahí la importancia de mantener intactos todos estos rincones.
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Unos kilómetros más adelante llegamos a un mirador desde el que se observa la disposición de las sierras que encierran y delimitan Monfragüe con la pequeña población de Serradilla a nuestros pies. Allí, a la sombra de unos pinos, disfrutamos de un almuerzo a base de productos ibéricos extremeños (qué maravilla de jamón) regado con unos sorprendentes vinos (inolvidable ese blanco llamado Primavera).
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Ya entrada la tarde hacemos el regreso hacia Plasencia atravesando ese paisaje único de este país que son las dehesas de encinares. Un paisaje en el que el equilibrio entre usos humanos y mantenimiento de la riqueza natural alcanzó un equilibrio casi perfecto hasta principios del S.XX. Hasta entonces y durante siglos la Mesta, la organización ganadera más importante de España, mantuvo un sistema de trashumancia sobre todo del ganado de oveja merina entre el sur y el norte de España. Con la trashumancia se aclararon los bosques para crear zonas de pastos para el ganado. A cambio el ganado trasportaba semillas entre el sur y el norte peninsular, limpiaba el bosque de restos vegetales y el movimiento de los animales permitía al bosque regenerarse durante sus meses de ausencia.
Con el estabulamiento del ganado y el fin de la trashumancia, las dehesas han perdido su poder de regeneración y parte de su riqueza y variedad de especies vegetales. Hoy las dehesas se dedican a la cría y mantenimiento de ganado vacuno y del toro de lidia, además del cerdo ibérico. Las consecuencias son cada vez más evidentes, y alarmantes. A la vista están esos árboles maduros, magníficos encinares y alcornocales de los que se extrae su corteza para la elaboración del corcho, pero…no hay regeneración. Sencillamente no hay árboles jóvenes.
Alcornoque descorchado. Esta operación requiere de jornaleros especializados y se repite cada 9 años. Es una actividad económica muy lucrativa así que quien tiene alcornoques, tiene un tesoro..
El ganado que pasta en las dehesas ya no viaja hacia el norte durante la primavera y el verano. Se mantiene aquí todo el año y desde hace décadas se come todo nuevo brote impidiendo que crezcan nuevos árboles y por tanto impidiendo la regeneración vegetal de las dehesas. Las consecuencias a medio plazo son funestas para este paisaje único, espléndido, sobre todo en primavera. Eduardo no quiere ni pensar en el caso de que una plaga afecte a los encinares ya existentes. Sencillamente todo este paisaje desaparecería y las dehesas se convertirían en un árido desierto.
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Una pareja de raros lagartos ocelados preparan su nido en la oquedad de una encina en una de las dehesas próximas a Monfragüe. El valor ecológico de este entorno es incalculable.
Flores de cantueso, una especie de lavándula muy abundante en Extremadura.
Con estos pensamientos regresamos a Plasencia, esa ciudad que nos ha acogido con los brazos abiertos durante unos días. Plasencia conserva un magnífico centro histórico medieval y renacentista a orillas del río Jerte y no sólo es la puerta no sólo para explorar Monfragüe y las dehesas cercanas.
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El abuelo Mayorga se ocupa desde hace muchas generaciones de dar las horas en el campanario del Ayuntamiento de Plasencia
Estatua ecuestre de Alfonso VIII de Castilla, fundador de Plasencia en 1186.
El valle del Jerte en las estribaciones de la Sierra de Gredos se encuentra a pocos kilómetros y es otra de esas maravillas naturales de Extremadura que todavía permanece casi desconocida. Por eso os dejo unas últimas recomendaciones: no dejéis de venir al Jerte en primavera para asombraros con la floración de los cerezos que viste de blanco todo el valle. Por algo las cerezas del Jerte son las más renombradas y cotizadas de España.
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Y una vez en el valle del Jerte no dejéis de hacer un recorrido a pie por la Garganta de los Infiernos. Si no hacéis la ruta circular de 6 horas, por lo menos llegar hasta Los Pilones. Os aseguro que no os arrepentiréis.
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Información práctica:
– Plasencia, Monfragüe y el valle del Jerte se encuentran a unas 3 horas de Madrid por carretera. También existe comunicación directa en tren y autobús.
– Recuerda que un buen Seguro de Viajes te puede ahorrar preocupaciones y resolver muchos problemas. Así que ni lo dudes. Desde aquí te recomiendo MONDO, el seguro de viaje inteligente para viajeros inteligentes. Y además si contratas tu seguro desde aquí, tienes un 5% de descuento.
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– La oferta hotelera es muy variada, pero aquí yo no dudaría en elegir algún alojamiento tipo casa rural.
– La primavera es quizás la época más recomendable para venir. Es el momento del florecimiento de los cerezos en el valle del Jerte, del deshielo que llena los ríos de la Sierra de Gredos y la época en la se pueblan de verde y de flores los campos de las dehesas . Pero no hay que olvidar el otoño, momento en el que los bosques de hoja caduca amarillean y acontece la berrea del ciervo.
– La gastronomía es oto de los puntos fuertes de esta región de Extremadura. Los productos derivados del cerdo ibérico y sus quesos artesanales son de premio.
– Para recorrer Monfragüe ya queda dicho, recurre a los servicios de guías profesionales como los de Monfragüenatural. Además de rutas en 4×4 también se ocupan de guiarte en otras actividades como paseos a caballo, descenso de barrancos, senderismo, etc…y además te buscan el alojamiento. Para que no tengas que ocuparte de nada.
– En el caso de que quieras recorrer Monfragüe por tu cuenta, encontrarás toda la información sobre rutas e itinerarios el el Centro de Visitantes e Interpretación que se encuentra en la aldea de Villareal de San Carlos ubicada en el interior del parque.
– Tráete tu bañador, prismáticos, botas de caminar, ropa cómoda… Y si fotografías, no te olvides de una buena cámara y del mayor tele-zoom que tengas a mano.
– Y no te olvides de tu capacidad de sorpresa. Porque Extremadura te va a dejar con la boca abierta y con ganas de volver.
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