Fiesta y mucho más en Punta del Este.
Mucha gente llega a Punta del Este con las imágenes en la retina de playas llenas de famosos, desfiles de modelos en bañador, yates lujosos y una animada vida nocturna plagada de fiestas, de lujo y glamour.
Será porque aquí las cosas se mueven de otra manera. Pero la impresión que me ha quedado, tras visitarla varias veces, es que pese a todo en Punta del Este todo sigue siendo bastante tranquilo como en el resto de Uruguay. O quizás sea una impresión subjetiva después de haber disfrutado durante años de los veranos locos de Ibiza, del lujo ostentoso de Marbella y de la elegancia de la Costa Azul francesa. Quizás es el problema intrínseco del viajero, que cuanto más viaja, más difícil le resulta quedarse impresionado y sorprenderse.
Modeleo y rutina diaria se juntan en Punta del Este
Sin duda la forma más práctica de moverse por Uruguay es alquilar un coche con el que podremos movernos con toda libertad por las aceptables carreteras del país. El primer destino a visitar es el hiper-mega-centro del famoseo y del turismo en este lado del mundo a orillas del Atlántico Sur: el balneario de Punta del Este. Y desde aquí mi apreciación: un lugar que considero sobrevalorado. Y eso que he intentado cogerle el gusto en varias ocasiones.
Una vez que salimos de Montevideo tenemos las opciones de ir directos por la autopista o la de tomar la carretera de la llamada Costa de Oro. A mí me gusta más ir por esta ruta que va bordeando solitarias playas, zonas de dunas y pequeños pueblos turísticos como Piriápolis, aquí llamados balnearios, donde la tranquilidad es la tónica habitual.
El paisaje está salpicado de hermosas y pintorescas casas construidas sin muros, vallas, cercas ni alambradas, como muestra de la seguridad del país algo de lo que están muy orgullosos los uruguayos. Nos dicen que si vemos vallas en alguna casa es que es propiedad de algún argentino despistado que se cree todavía en su país. En fin, cosas de vecinos…
Tras 45 km. se llega a la ciudad-balneario de Atlántida. Avanzando entre zonas verdes de pinos y dunas, llegamos al Paseo de Neruda donde se encuentra un pequeño museo dedicado al poeta chileno. Si pensamos en hacer una parada para comer podemos acercarnos al restaurante del hotel Fortín de Santa Rosa. Aquí disfrutaremos de un agradable jardín interior y de una cocina muy cuidada. Y unos 40 kilómetros más adelante, entre playas y casas de verano, llegamos a Piriápolis que a principios del siglo XX fue uno de los balnearios más renombrados de toda Sudamérica. El fundador de la ciudad, Francisco Piria, fue un visionario que ya en 1890 vio en el turismo un motor de progreso y una fuente de riqueza. Fue él quien construyó el edificio más grande de toda la zona, el Hotel Argentino, y el gran paseo que bordea la playa. Hoy Piriápolis sigue siendo un lugar de turismo tranquilo y familiar que intenta recuperar parte de su pasado esplendor gracias a la construcción de nuevas zonas residenciales.
Unos kilómetros más adelante se encuentra un lugar muy especial. Os recomiendo que poco antes de llegar a Punta del Este toméis la desviación hacia Punta Ballena, una península agreste y rocosa que se adentra en el mar. Aquí se encuentra la casa-taller del artista más conocido de Uruguay, Carlos Páez Vilaró, y uno de los lugares más visitados del país.
Aferrado a una ladera y casi colgando sobre el mar se eleva este conjunto de edificaciones construido a lo largo de casi 40 años. Con sus habitaciones, pasillos y terrazas el artista uruguayo ha configurado un espacio único de reminiscencias mediterráneas, de colores blancos y añil, con torres, cúpulas y formas suaves y redondeadas.
Páez Vilaró, un personaje de intensa experiencia vital, reside en este lugar único y con un poco de suerte nos lo podemos encontrar mientras visitamos las salas de su casa-museo. Además de descubrir sus pinturas, grabados y cerámicas no os perdáis el vídeo en el que se relata la azarosa vida del polifacético artista uruguayo, amigo de Picasso entre otros genios del S.XX y padre de uno de los jugadores de rugby, Carlos Miguel Páez, cuyo avión se estrelló en los Andes. Carlos Miguel fue uno de los 16 supervivientes.
En Casa Pueblo se realizan conciertos, eventos públicos y exposiciones culturales diversas. También todos los viernes durante el verano se realiza el “tributo al sol”, un homenaje a la vida y a la belleza. Desde las terrazas la gente disfruta del espectáculo único de los formidables atardeceres sobre la bahía de Portezuelo.
Y si no tenéis bastante con las obras que se exponen aquí, Páez Vilaró ha abierto una galería de arte en la zona portuaria de Punta del Este que también merece la pena visitar. El suyo es un arte ecléctico muy influenciado por las corrientes artísticas y sociales del siglo XX.
Si el lugar os emociona podéis hospedaros en el Club Hotel Casa Pueblo adyacente a la casa y cuya estética sigue el peculiar estilo de construcción del artista. Aquí disfrutaréis de una calma casi total, de puestas de sol inolvidables mientras os bañáis en su piscina o de un relajante «spa» Uno de esos lugares a los que es mejor ir bien acompañado sobre todo si vas a disfrutar de sus famosos atardeceres, realmente fabulosos.
Está claro que Punta del Este es la ciudad más viva de Uruguay en verano, claro. Las calles se llenan de gente guapa y también de muchas familias. Todo está lleno de gente, uruguayos, brasileños, algunos europeos despistados…Pero sobre todo, haciéndose querer y mostrándose sin tapujos, está la marea ingente de argentinos que puebla y abarrota calles, restaurantes, tiendas, playas y boliches.
El dinero corre por tiendas y calles siempre que argentinos y brasileños no estén sumergidos en alguna de sus cíclicas crisis económicas. Por las zonas residenciales de Punta del Este se ven suntuosas casas de grandes ventanales mirando al mar entre grandes y cuidados jardines. Aquí la ostentación es elegante y tranquila. En el puerto deportivo se ven numerosos barcos de recreo y yates más o menos lujosos, aunque nada comparable con el gigantismo que se ve en otras marinas del mundo.
El invierno es más tranquilo y no deja de ser un placer pasear en un día soleado por el puerto viendo cómo los pescadores descargan, limpian y filetean in situ la pesca del día. Y sorprende encontrarse con unos mansos y enormes lobos marinos que se pelean con las gaviotas por los deshechos del pescado nadando de lado a lado del muelle.
Se puede caminar por los paseos casi vacíos teniendo la imagen de la isla Gorriti al fondo, o por alguna de las playas que se extienden a ambos lados de la ciudad, Playa Mansa y Playa Brava.
Y hablando de playas, aquí las hay grandes y pequeñas, de aguas tranquilas y procelosas, de arenas blancas o doradas, para familias o para jóvenes… Hasta hay una playa nudista, la afamada Playa Chihuahua, antes de Punta Ballena. A partir de aquí están Solanas, con atardeceres increíbles y playa Mansa antes de llegar a Punta del Este. Ya con mar abierto, Playa Brava hasta el arroyo Maldonado; y después Montoya, ideal para el surf; Bikini, llena de famosos a los que tengo el placer de no conocer y muy animada en sus anocheceres inolvidables; y así hasta llegar al elegante balneario de José Ignacio con su enorme playa.
Como veis por la animación y la abundancia de playas es mejor venir durante el verano austral porque si no la calma y el sosiego pueden degenerar en aburrimiento. Aquí todo está pensado para el turista: galerías comerciales, restaurantes, pubs y en el Hotel-Resort Conrad un espectacular Casino. Por el día la principal avenida comercial, la calle Gorlero, está atestada de coches y gente que sale y entra de hoteles, cines, tiendas y restaurantes.
Por supuesto no podía faltar la omnipresente feria de artesanías en una de las plazas del centro con todo el trasiego que conlleva. Ni faltan numerosas galerías de arte como la que tiene el renombrado Páez Vilaró cerca del Puerto con sus últimas obras.
Mientras tanto en las playas hay listas de espera para alquilar una moto de agua, y los pequeños barcos que salen del puerto con destino a la Isla Gorriti o la Isla de Lobos van cargados de turistas.
La Isla de Lobos se encuentra a unos 40-50 minutos de navegación desde Punta del Este y su nombre proviene de las grandes colonias de lobos marinos allí existentes. Aparte de esto, lo único destacable de esta roca en medio del mar es su faro construido en 1858. Respecto a los lobos marinos, los hay de dos especies, la común y la fina. El macho adulto de la común puede llegar a medir 2,5 m. y pesar hasta 400 kg., por eso impone respeto el ver de cerca esa mole de carne con su tupido pelaje marrón en el lomo moviéndose entre las rocas y gruñendo a otros machos que quieren hacerse con su harem de preciosas hembras. Mientras tanto los más jóvenes juegan en el agua y saltan alrededor de los barcos que se acercan a la isla. Estos animales han sido cazados por su carne y su piel desde la época en que llegaron por aquí los primeros navegantes europeos y hasta muy hace pocos años, momento en el que se decidió su protección debido a la sobreexplotación que estaba sufriendo.
Cuando por fin llega la noche tras andar corriendo de playa en playa, toca alimentar el cuerpo y el espíritu cenando alguna especialidad de pescado local en alguna de las terrazas del paseo más cercano al puerto.
Hay restaurantes mejores que otros, así que lo mejor es preguntar, hojear la carta y ver la cara de gusto o disgusto de los comensales tras probar su plato. Y una vez elegido sitio en una terraza, disfrutar de esos atardeceres que aquí son realmente especiales.
Después podemos tomarnos una copa en alguno de los pubs de la zona. Y ya más tarde debemos acercarnos a La Barra pasando el puente ondulado sobre el arroyo Maldonado. Las antiguas casas de chapa pintada de este pequeño pueblo de pescadores se han ido reconvirtiendo en galerías de arte alternativas, en tiendas de deportes marinos y ropa informal, en restaurantes de pescado y marisco, en bares de copas, pubs y discotecas (los boliches) donde bailar.
Tanto de día como de noche aquí el ambiente es más bien de gente entre 20-40 años, y aunque el día suele trascurrir tranquilo la vida nocturna es bastante animada y sorprende esta zona de actividad un tanto canalla hasta altas horas de la madrugada en un país como este.
Mención aparte merece Playa Bikini. Durante el día es una playa tranquila ubicada en las afueras de La Barra que en los días del verano austral se va llenando de gente joven por la tarde. Al principio todo parece normal: la gente se baña, toma el sol, disfruta con su mate…
Hay un chiringuito playero con una zona chill out, tumbonas y protegido del sol que a medida que cae la tarde se va llenando de gente cada vez más alegre. Es el momento en el que comienza el atardecer el que los DJ escogen para empezar a pinchar música a tope. Se empieza a bailar sobre la arena y de pronto media playa está abarrotada de bañadores y bikinis en movimiento siguiendo el ritmo de la música.
El ambiente es distendido, veraniego, feliz y todo el mundo ríe, baila y bebe mientras el cielo se tiñe de todos los colores en una larga sucesión de tonalidades que contribuyen a crear un momento único. Buena música, alcohol, poca ropa, risas, cuerpazos y buena música sobre la arena conforman un cóctel fiestero de primera.
De repente atardece y Playa Bikini se convierte en una…¡Fiestaaaa!
Pero entonces cuando cae la noche, en el mejor momento y cuando todo el mundo está más animado, la música para y lentamente la gente empieza a desaparecer.¡¡Ooohh, nooo!! ¡Qué manera de acabar con una fiesta que prometía! Pero es que aquí todo sigue un orden.
Unos animados brasileños asiduos de Playa Bikini me cuentan que la gente se va a sus apartamentos a prepararse para la cena y para luego seguir de fiesta en La Barra. La noche es larga, muy larga en los boliches de Punta del Este. Y yo os digo que si hay que ir, se va… pues ya conocéis la norma habitual en estos casos: ¿dónde va Vicente? pues donde va la gente. Pero esta es otra historia.
Si no quieres complicarte la vida puedes contratar varios tour organizados por la ciudad y lugares cercanos para no perderte absolutamente nada.
Y aunque en principio “todo está bajo control”, recuerda que un buen Seguro de Viajes te puede ahorrar preocupaciones y resolver muchos problemas. Así que ni lo dudes. Desde aquí te recomiendo MONDO, el seguro de viaje inteligente para viajeros inteligentes.
.
Artículos relacionados:
El Cabo Polonio, una de las joyas de Uruguay
“Slow Travel” en Colonia del Sacramento, Patrimonio de la Humanidad en Uruguay
.
Dejar un comentario