Cuernavaca, primavera e Historia se dan la mano en la capital de Morelos.
En Cuernavaca el aire huele a jazmín. La vista se pierde entre las bugambilias y jacarandas que rodean algunas de las más antiguas edificaciones coloniales de México. Y la vida trascurre por sus calles llenas de color, desde su Zócalo a sus tianguis de artesanías.
Es fácil comprender por qué el encanto de Cuernavaca, actual capital del estado de Morelos, atrae como un imán a todo el que pasa por aquí. Desde los antiguos nobles mexicas a Hernán Cortés que decidió fijar aquí su residencia familiar, hasta los actuales habitantes de Ciudad de México. Todos han caído rendidos a sus encantos. Quizás sea por su clima de eterna primavera, por sus jardines de exuberante vegetación o por la riqueza de sus mercados tradicionales. Quizás porque te acoge y te envuelve entre flores, olores de especias y colores intensos que entran por los ojos y se graban en el cerebro.
El caso es que esta pequeña ciudad situada a hora y media de viaje al sur de la Ciudad de México esconde algunos tesoros que hay que conocer. Es ideal para una escapada de un fin de semana, o si apuras, de un día completo. Pero te vas a quedar con ganas de conocer más. Como me pasó tras mi primera visita y descubrí unos frescos de los que no había oído hablar nunca. Unos frescos que narran historias de sacrificios, de viajes interoceánicos, de naufragios y de los primeros contactos entre culturas que no se conocían.
Pueblos que apenas sabían los unos de los otros, de embajadas que cruzaban el planeta de oriente a occidente y viceversa, de luchas religiosas y de un mundo que daba sus primeros pasos hacia una imparable globalización. Un proceso que comenzó hace 500 años y que llevó hasta las costas de Japón y China la presencia portuguesa y española. Fue el momento en el que la concepción del mundo cambió para todos sus habitantes.
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Los frescos orientales de la Catedral de Cuernavaca
¿Qué hacen unos japoneses pintados en las paredes de un convento franciscano del S. XVI en una ciudad colonial de México? Esto fue lo que me pregunté cuando comencé a entender las escenas pintadas en el interior de la Catedral de Cuernavaca. Y así fue cómo nada más llegar a Cuernavaca caí prendado de esta ciudad, de sus historias y de su Historia.
Con los españoles llegaron a México los primeros frailes franciscanos en 1529. Ellos fueron los que unos años después comenzaron la construcción del convento de Asunción de María, que a finales del XVIII se convertiría en la Catedral de Cuernavaca. Su estructura exterior con altos muros de piedra asemeja más una fortaleza que un convento. Los colores ocres de la fachada de la iglesia aportan algo de alegría a una edificación que desde fuera parece algo lúgubre. Pero lo interesante se encuentra al traspasar la puerta de la iglesia y descubrir lo que queda de los frescos que cubrían sus paredes. Allí aparecen representados barcos, monjes apresados y luego crucificados y alanceados, además de personajes con extrañas vestimentas y lo que parecen soldados japoneses.
Lo que vemos aquí es la representación de la fallida evangelización del Japón por parte de los franciscanos. Y una de las pocas pinturas de la época colonial que evoca el contacto entre españoles y japoneses ¿Y por qué precisamente en Cuernavaca? Porque fue la expedición de regreso a México desde Filipinas de un monje franciscano, Felipe de Jesús, la que acabó naufragando en las costas de Japón. Siglos más tarde, ya en el S.XIX, Felipe de Jesús fue declarado santo por la iglesia católica convirtiéndose en el primer santo de Hispanomérica.
La serie de frescos pintados a principios de XVII narra en varios episodios un viaje que comenzó por casualidad, continuó en naufragio y acabó en martirio. Desde el viaje en barco partiendo de Filipinas hacia México, hasta el apresamiento de Felipe de Jesús junto a otros frailes en Japón y su crucifixión en Nagasaki el 5 de febrero de 1597.
Por aquellas fechas los religiosos portugueses y españoles llevaban años introduciendo con notable éxito la religión cristiana en Japón. Pero por entonces Japón estaba inmersa en una guerra con Corea. La situación era muy compleja y se encontraron con la oposición frontal del hombre fuerte de Japón, el daimío Toyotomi Hideyoshi al que los españoles llamaban Taikosama. Hideyoshi, que ya había emitido un edicto contra la presencia de religiosos cristianos en Japón, decidió poner freno a la influencia de las potencias extranjeras en el país. Y de paso granjearse el apoyo de las diferentes corrientes budistas.
Efectivamente Felipe de Jesús se encontró tras el naufragio de su barco en el lugar equivocado en el momento equivocado. Hideyoshi mandó apresar justo entonces a 26 religiosos cristianos entre los que se encontraba Felipe. Lo que se narra en los muros de la catedral es su paseo vergonzante cruzando Japón hasta la ciudad de Nagasaki. Allí fueron crucificados el 5 de febrero de 1597. Tras ser encarcelados a todos les cortaron la oreja izquierda. Pero esto fue sólo el principio de su martirio. En los murales se ve a los religiosos presos en carretas tiradas por bueyes de 4 en 4. En otras escenas son paseados a caballo a su paso por Kyoto, Osaka y Sakai rodeados de guardas armados.
Por aquel entonces los portugueses habían establecido un puesto comercial en Nagasaki. Por eso aparecen una serie de personajes vestidos al modo portugués de la época recibiendo la comitiva. Ya en la escena final aparecen los mártires atados con argollas a las cruces y atravesados por lanzas.
Ha existido un cierto debate sobre la autoría de estos frescos. Algún autor se inclina por señalar a algún oriental llegado a la Nueva España en el galeón de Filipinas. Pero en general se acepta que fueron artistas locales los que representaron un Japón que no conocían. Expertos japoneses han señalado precisamente la inexactitud de muchos de los detalles de las pinturas, como el tipo de casas que aparecen representadas, el tipo de barcas o las puntas de las lanzas. Así mismo las ropas vestidas por los japoneses se identifican más con las ropas de procedencia china que se conocían en las Filipinas.
Sin embargo otros personajes japoneses sí aparecen representados con ropajes japoneses de la época. Se apunta a que los artistas locales fueron testigos del paso de la embajada Hasekura (1612-1620) en su camino hacia España. En esa embajada no iban mujeres, de ahí los detalles de la vestimenta masculina y las inexactitudes en la vestimenta de las japonesas representadas. Sin embargo la forma de las cruces con soporte para los pies y argollas para cuello y extremidades, además de la costumbre de alancear a los ejecutados, es típicamente japonesa. Tras este episodio Japón siguió persiguiendo a los cristianos. Y poco a poco estableció un cierre casi total de sus fronteras a los extranjeros que duró hasta mediados del S.XIX.
Son más de 400 metros de frescos que han desaparecido totalmente en alguna de sus partes por falta de interés y cuidado. La catedral se encaló entre 1870 y 1880 y no fue hasta 1959 que las pinturas fueron descubiertas. Entonces su interés histórico y cultural quedó de nuevo al descubierto. Unos frescos que hablan de un mundo que por primera vez en la Historia se hacía global.
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El Museo Robert Brady
A espaldas de la Catedral, en la llamada «Casa de la Torre«, se encuentra el sorprendente Museo Robert Brady que contiene una colección única de pinturas y artes decorativas de todo el mundo. En esta casa-museo creada en una sección del antiguo convento franciscano del siglo XVI, podremos disfrutar de las colecciones reunidas por el coleccionista norteamericano Robert Brady (1928-1986). Brady viajó durante toda su vida buscando piezas únicas para incrementar su colección particular. Esta contiene cientos de objetos de arte e incluye muebles coloniales mexicanos, figuras prehispánicas y arte primitivo de África, América y el lejano Oriente.
Cada rincón de la casa está decorado con máscaras africanas, figuras prehispánicas, objetos de arte coloniales y europeos, mosaicos, óleos y alfombras orientales. Las catorce habitaciones de la casa, llenas de color, se encuentran tal y como las dejó Brady. Además cuenta con obras de Frida Kahlo, Rufino Tamayo, Maurice Prendergast y otros muchos artistas. Recorrer esta casa-museo que cuenta con unas 1.300 piezas así como sus jardines tropicales, es una auténtica gozada que recomiendo siempre.
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El Palacio de Cortés
Las tierras donde se encuentra Cuernavaca fueron habitadas por olmecas y toltecas hasta el S.XII. Les siguieron los tlahuicas que se asentaran aquí haciendo de Cuauhnahuac, Cuernavaca, su capital. Posteriormente los mexicas (conocidos ahora como aztecas) en su conquista militar del centro de México durante el S.XV forzaron violentamente a los tlahuicas a convertirse en tributarios de su imperio.
Todo cambió con la llegada de los españoles que tras la «Noche Triste» del 30 de junio de 1520, tuvieron que huir de Tenochtitlán, la capital mexica y hoy Ciudad de México. El ejército de Hernán Cortés estaba compuesto en su mayoría por pueblos hartos del dominio de los mexicas (totonacas y tlaxcaltecos en su mayoría) que se lanzaron a la conquista (o liberación según se mire) de Cuauhnahuac en su camino de regreso a Tenochtitlán. Los tlahuicas, como tributarios de los mexicas, no tenían ejército. Y como cuenta el Sr. Carlos Lavín, Cronista de Cuernavaca:
La Voz del Norte, 18 de agosto de 2013
Fue durante aquellos días que Hernán Cortés quedó prendado de la belleza de este lugar. Por eso algunos años después de la conquista de México decidió establecer aquí su residencia en 1526. Para aquellos que conozcáis el Alcázar de Colón en Santo Domingo, veréis que el Palacio de Cortés guarda grandes similitudes con dicha construcción virreinal.
Este palacio-fortaleza, el edificio civil más antiguo de México, mantiene cierto aire medieval con sus altos muros de piedra rematados con almenas, las arcadas centrales y su torre. Desde su construcción en el S.XVI el Palacio de Cortés fue residencia de su familia, luego cárcel, sede provisional del Gobierno de la República, del Gobierno del Estado y desde 1974, sede del Museo Cuauhnáhuac. En dicho museo se exhiben colecciones de paleontología, arqueología, antropología, arte e historia del estado de Morelos.
También podréis conocer parte de la historia colonial de la Nueva España, o el movimiento revolucionario de 1910 liderado por Emiliano Zapata con fotografías y muchos objetos de la época. Pero mucha gente se acerca hasta este museo para ver de cerca los murales que pintó Diego Rivera en 1930. Murales donde retrata la historia de Cuernavaca con su particular visión histórica y consiguiente carga política. Si conocéis los murales de Rivera del Palacio de Gobierno en el Zócalo de la Ciudad de México, sabréis a qué me refiero.
Pegado al Palacio de Cortés se encuentra el Mercado de Artesanías y Plata. En los distintos puestos encontraréis piezas únicas de barro vidriado de vivos colores, molcajetes y figurillas, máscaras de madera y muebles de hierro forjado. Todo tipo de collares, joyas de plata y abalorios, vestimentas tradicionales y alfarería de Tlayacapan. También dibujos de curiosos diseños hechos en amate, una especie de papel que se obtiene de la corteza de ciertos árboles, instrumentos musicales, canastas de hoja de palma y un sinfín de artesanías elaboradas en las poblaciones cercanas. Si buscáis algún recuerdo típico de vuestra visita, os aconsejo pasar antes por aquí.
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El Zócalo de Cuernavaca
Cuernavaca es una de las ciudades más antiguas de México. Y como en la mayoría de las ciudades de planta colonial el centro está ocupado por la plaza del Zócalo. En uno de sus laterales se levanta el Palacio de Cortés, y del otro el edificio de Gobierno del Estado de Morelos, así como el pequeño Jardín Juarez. Por cierto, el Kiosko central fue diseñado por el prolífico Gustave Eiffel que parece tener obras suyas repartidas por medio mundo.
Por aquí trascurre el latido vital de esta pequeña ciudad en forma de tenderetes de comida, puestos de artesanía, limpiabotas y parejas de enamorados sentados a la sombra de los árboles. Os aconsejo sentaros en un banco disfrutando de una paleta helada mientras la vida pasa ante vuestros ojos. El Zócalo es uno de mis lugares favoritos en Cuernavaca, y siempre lo encontraréis muy animado.
Por todo el centro histórico encontraremos hermosas plazas y construcciones de estilo colonial. La Plazuela del Zacate es una de ellas, muy animada tanto de día como de noche. Si quieres tomar algo en una terraza o prefieres ir de bares por la noche, este es tu lugar.
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El Museo Jardín Borda
Muy cerca de la Catedral se encuentra el Jardín Borda, el espacio verde más visitado de Cuernavaca. El español José de la Borda llegó a la ciudad minera de Taxco en la Nueva España con 17 años. En poco tiempo se convirtió en uno de los hombre más ricos de México. Además de financiar la construcción del Templo de Santa Prisca en Taxco (1751-1758), decidió crear en Cuernavaca su jardín particular en 1765. Su intención era crear un jardín botánico mezclando diferentes estilos decorativos propios de los jardines europeos. Tan famoso se hizo este jardín que décadas después el emperador Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota venían a este lugar a descansar de la ajetreada vida de la capital mexicana.
Hoy es un espacio público por el que se puede pasear entre fuentes, lagos y una vegetación exuberante. En el Museo se exhiben objetos artísticos del XVI al XIX, así como documentos de la turbulenta y breve época imperial. También se celebran exposiciones de arte, conciertos, espectáculos de danza… Tras vuestro paseo os aconsejo tomaros una cerveza y algo de picar (botanas) en la terraza situada tras pasar la placita de la entrada al jardín.
Si os entra el hambre muy cerca del jardín Borda se encuentra uno de los restaurantes de más tradición en Cuernavaca, el del Hotel Boutique Casa de Campo. Su carta cuenta con una extensa variedad de especialidades locales como los filetes de pescado al ajillo, a la talla, al mojo de ajo, a la diabla o empapelado, probar un auténtico chocolate artesanal o probar los esquites de la patrona con Camarón. Comer en su terraza ajardinada es una auténtica gozada.
De todas formas encontraréis numerosos restaurantes de sabor local repartidos por todo el centro de Cuernavaca. Alrededor del Zócalo y cerca de la Catedral hay algunos realmente interesantes. El plato típico de Morelos es el Taco Acorazado, hecho en una tortilla rellena con arroz rojo, chile relleno, y carne de bistec, milanesa o cecina. Tampoco os podéis perder platos típicos de Morelos como el pozole blanco, antojitos como los tlacoyos de frijoles, las quesadillas de flor de calabaza, el clemole de bagre que es una sopa de pescado, el mole verde de pepita con carne, el pescado al guajillo condimentado con sal de ajo, los tradicionales tamales o la barbacoa de chivo entre otros muchos platos.
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Información práctica:
- De Ciudad de México a Cuernavaca hay unos 85 Km. Si vienes en coche toma la carretera a Cuernavaca (95D) y según el tráfico en una hora estarás en tu destino.
- En trasporte público la manera más rápida para llegar a Cuernavaca desde Ciudad de México es tomando alguno de los autobuses directos que salen de la Estación Tasqueña. La empresa Pullman de Morelos tiene frecuencias cada 30 minutos.
- Recuerda que un buen Seguro de Viajes te puede ahorrar muchas preocupaciones. Así que ni lo dudes. Desde aquí te recomiendo MONDO. Además contratando tu seguro desde esta página tienes un 5% de descuento y de paso contribuirás a que pueda seguir aportando información para tus viajes.
- Además del Hotel Boutique Casa de Campo, puedo recomendaros el Hotel Boutique La Casa Azul. Por su decoración, sus jardines y la atención de su personal además de su restaurante donde se ensalza la gastronomía local. Está un poco más alejado del centro pero si buscas un hotel especial para llevar a tu pareja, este es el lugar.
- Si sólo tenéis tiempo para visitar dos cosas en Cuernavaca, esas han de ser la Catedral y el Palacio de Cortés. La Catedral de Cuernavaca forma parte de la Ruta de Conventos designada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Se encuentra entre la Avenida Morelos y la calle de Hidalgo.
- En caso de tener más tiempo, después de visitar Cuernavaca podéis acercaros hasta la zona arqueológica de Xochicalco (a 38 Km.) conocida por sus santuarios y por la pirámide de la Serpiente Emplumada. También a 30 Km. se encuentra el pueblo mágico de Tepoztlán, con su mercado y tianguis tradicional de los domingos. Son visitas perfectas para complementar vuestra estancia en Cuernavaca.
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