Edimburgo parece no tener fin.
Porque es de esas ciudades que hay que saborear poco a poco. Recuerdo el día de ayer y no puedo evitar pensar en la suerte que estoy teniendo. Cuando salgo del hotel aparecen unas nubes y a los 5 minutos está diluviando. Vuelve a salir el sol, sopla el viento y de nuevo aparecen las nubes.
Llueve de nuevo, se calma el viento y de pronto sale el sol y hace calor. Ya no sé qué ponerme o qué quitarme, pero así es el clima en Escocia.
.
Las panorámicas de Calton Hill
Aprovechando que el sol ha venido para quedarse un rato me acerco a la Calton Hill. Este lugar se convirtió inmediatamente en uno de mis lugares favoritos al que volver de vez en cuando porque está a 10 minutos de la Princes St. En lo alto se encuentran un batiburrillo de edificios y monumentos de diferentes estilos que salpican la colina: el monumento a Dugald Stewart, la torre del Nelson Monument, el observatorio astronómico o el inacabado National Monument of Scotland con planta de templo griego (se les acabó el dinero), conforman un curioso paisaje que contrasta con las suaves colinas cercanas de Arthur´s Seat. Pero sobre todo, las vistas desde aquí a la ciudad y al mar son impagables formando una de las postales más típicas y tópicas de Edimburgo.
Retomo Princes St. para adentrarme en la New Town. Sus bien trazadas calles, plazas y parques son el resultado de la renovación urbana emprendida en Edimburgo durante los siglos XVIII y XIX. Hasta entonces hablar de Edimburgo era hablar de la Old Town. Una vieja ciudad de estructura medieval rodeada de 3 murallas defensivas de diferentes épocas que constreñían su crecimiento originando graves problemas de sobre población. La New Town pronto se convirtió en el lugar de residencia de los más adinerados y los nuevos negocios florecieron en sus elegantes edificios. Hoy sigue siendo un lugar ideal para vivir donde encontrar además numerosas tiendas y restaurantes de todo tipo.
.
En el Royal Botanic Garden
Caminando hacia el norte terminé llegando al Royal Botanic Garden, una auténtica maravilla que se convirtió inmediatamente en uno de mis lugares preferidos de Edimburgo. Si queréis saber lo que es un jardín inglés sólo tenéis que acercaros hasta aquí. Durante un par de horas me entretuve caminando entre jardines de musgo, de flores, jardines chinos, de rocas, colinas de hierba y árboles centenarios. El jardín semi tropical del Glasshouse es un mundo aparte que hay que pagar, aunque el resto de la visita es gratuita. Por supuesto en cuanto entré en el parque el sol desapareció y las nubes grises cubrieron el cielo. Pero aún así disfruté como pocas veces de la belleza de este parque creado a mediados del S.XIX. Y que además ofrece algunas interesantes vistas sobre la ciudad.
.
Dos días en Edimburgo y sigo sin conocerla
Último día en Edimburgo y todavía me quedan un montón de cosa por ver. Es hora de volver a la Old Town para conocer algunas de sus calles más conocidas y pintorescas. Estoy hablando por ejemplo de Victoria Street, una calle en curva famosa por sus coloridas fachadas y sus curiosas tiendas. Como la tienda de tés Cuttea Sark, o la pequeña tienda especializada en quesos I.J. Mellis Cheesemonger. Entrar aquí es toda una apetitosa e irresistible tentación. Como lo es entrar en el pequeño local de Oink. Desde la calle sólo verás un pequeño escaparate presidido por un cerdo asado. Y las colas en la puerta. En este local asan un puerco al día y sólo hacen bocadillos de cerdo en salsa que puedes combinar con hagish, mostaza o puré de manzana. Cuando se acaba el cerdo, el negocio cierra hasta el día siguiente. Conseguí hacerme con uno de sus bocadillos y la verdad, fue de lo mejorcito y más barato que comí en Edimburgo.
Otra de las cosas que más me sorprendieron en Edimburgo fue la abundancia de tiendas de ropa típica escocesa. Y en esta calle se encuentran algunas que parecen ancladas aquí desde el S.XIX. La profusión de este tipo de tiendas con todo tipo de ropa confeccionada con lana tradicional es asombrosa. Y la variedad de su oferta parece infinita. Si te gustan los tartanes, los kilt, las bufandas, las mantas, el tweed, las gaitas y todo tipo de accesorios escoceses en Edimburgo lo tienes fácil. Pero si quieres buena calidad, tendrás que pagarla. Por que aquí hasta los abuelitos que piden para causas benéficas van perfectamente vestidos a la manera tradicional.
Saliendo de Victoria St. por West Bow me encuentro con la anche calle peatonal de Grassmarket. Aquí, en cuanto sale el sol, las terrazas de sus numerosos pubs se llenan de gente tomándose su pinta de cerveza. Y algunos tienen más de 500 años como el The White Hart Inn que abrió sus puertas en 1516.
Pero las sorpresas de esta calle no terminan cuando se llega al cruce con King´s Stable Rd. Las vistas desde del Castillo de Edimburgo desde este punto son de las que te hacen sacar a pasear la cámara de fotos. Mirando hacia el castillo y justo a tus espaldas, se abre un estrecho callejón con unas empinadas escalinatas. Y justo ahí encontrarás uno de los escasos tramos de las murallas que rodeaban la Old Town. Casi todas las murallas se fueron derribando para permitir el crecimiento de Edimburgo y apenas si quedan estos restos que conducen a otro lugar sorprendente: el majestuoso edificio del George Heriot´s School. J.K. Rowling se inspiró en la estructura de este viejo colegio con sus cuatro casas para recrear Hogwarts en sus libros de Harry Potter.
.
La poco conocida Dean Village
Camino por los jardines que rodean el Castillo hasta alcanzar el cementerio de la iglesia de St. Cuthbert. Desde aquí se abren los jardines de Princes St. presididos por la Ross Fountain. Tras 15 minutos alcanzo el cauce del río Leith y me adentro en Dean Village. Este es un barrio de la ciudad poco visitado por los turistas y que parece un pueblo de la campiña inglesa. Las casas al borde del río, los patos nadando en la corriente y la casi ausencia de coches me hacen creer que he salido de Edimburgo. Otro rincón de esta ciudad que sólo desvela todos su encantos a quien se esfuerce por conocerla de verdad.
.
The Scotsman, el hotelazo
Apenas si han pasado un par de días desde que recorro Edimburgo y es ahora cuando caigo en la cuenta de que hubiera necesitado algunos más. Me da la impresión de que apenas he arañado la superficie de esta ciudad que me tiene atrapado desde el primer momento. Regreso a la que ha sido mi casa durante estos días en Edimburgo, el hotel The Scotsman. Pocas veces se puede encontrar un hotel tan bien ubicado, donde además se puede disfrutar de unas habitaciones que son la conjunción perfecta entre espacio, comodidad y practicidad. Y qué decir de las vistas de la ciudad desde las habitaciones más altas…que son una auténtica gozada. Un hotel que reservé en colaboración con Voyage Privé y que ha supuesto una más que agradable sorpresa.
Cuando finalmente dejo Edimburgo camino a las Highlands lo hago con la sensación de haber empezado una historia que no acaba aquí. Tengo claro que apenas he descubierto algunos de sus muchos encantos. ¡Qué equivocado estaba cuando el primer día de mi estancia creí que Edimburgo iba a ser «pan comido»! Ahora apenas si alcanzo a imaginar las sorpresas que esconde esta ciudad tras sus fachadas de piedra oscura. Está claro que no me queda más remedio que regresar a descubrirlas.
Y recuerda que un buen Seguro de Viajes te puede ahorrar preocupaciones y resolver muchos problemas. Así que ni lo dudes. Desde aquí te recomiendo MONDO, el seguro de viaje inteligente para viajeros inteligentes.
.
Artículos relacionados:
Edimburgo bajo el sol. Pasando calor en la capital de Escocia.
Atrapado por la magia de las Highlands
Por las Highlands entre castillos, lagos y montañas nevadas
.
Dejar un comentario