El mirador del Aiguille du Midi.
Estoy en lo más alto del Aiguille du Midi a 3.842 metros de altura y las vistas de los Alpes desde aquí son sencillamente inolvidables. Desde este punto y hasta donde se pierde la vista se extiende una interminable sucesión de picos nevados que forman la frontera entre Francia, Italia y Suiza.
Hace frío, mucho frío, pero luce el sol, el aire es puro y trasparente y el cielo es de un azul suave que tamiza el blanco de la nieve y el hielo. Y apenas somos 5 las personas que estamos asomamos al mirador más alto de los Alpes franceses y uno de los más increíbles del Mundo.
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Pero lo más espectacular, y este lugar sí que se merece este adjetivo, es que a un lado se eleva la mole granítica cubierta de nieves eternas de la montaña más alta de la Europa continental: el Mont Blanc. Sus 4.810 m. se levantan ahí delante. Y casi parece posible extender la mano y tocar su manto blanco de nieve que en forma de glaciar desciende hacia el valle de Chamonix en una caída de casi 4 kilómetros en vertical. Ante mis ojos la belleza de la Naturaleza aparece en forma de inabarcable inmensidad blanca.
Me estremezco de frío y de emoción cada vez que tomo una fotografía de este paisaje único. Y no dejo de ser consciente de que es imposible reflejar tal inmensidad en unas imágenes. Sin duda este es de los lugares más hermosos en los que he estado así que os voy a contar qué tenéis que hacer para llegar hasta aquí.
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Cómo subir al Aiguille du Midi desde Chamonix
Estoy en Chamonix, la capital del valle alpino por excelencia del lado francés de los Alpes en la Alta Saboya. Chamonix se encuentra a 80 Km. de Ginebra en Suiza y a unos 200 km. de las ciudades francesas de Lyon y Grenoble. El gran valle se extiende a unos 1.000m de altitud entre las estribaciones del Mont Blanc y de la Reserva Natural de Les Aiguilles. Y es en este entorno privilegiado donde Chamonix ha ido creciendo y conformando uno de los lugares más famosos del mundo para realizar todo tipo de actividades de nieve y montaña.
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Desde que comenzó a crecer su fama como lugar de deportes de invierno a principios del Siglo XIX, Chamonix ha ido creciendo y extendiéndose por el valle de forma imparable. Basta un dato para darse cuenta de la importancia de este lugar para la práctica del alpinismo. Aquí se fundó en 1821 la Compagnie des guides de Chamonix que fundó las bases de este deporte. Porque desde aquí partieron Jacques Balmat y el doctor Paccard, los primeros que consiguieron llegar a la cima del Mont Blanc un 8 de agosto de 1786 tras una durísima ascensión que casi les cuesta la vida. Hoy una estatua plantada en el centro de Chamonix recuerda aquella gesta.
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Hasta aquí viene gente de todo el mundo para disfrutar de cualquiera de las actividades relacionada con la montaña. Y ese ambiente cosmopolita se vive en las calles decoradas del centro, en sus tiendas, en sus cafés, sus terrazas y restaurantes. Entre sus chalets alpinos de madera flota el olor a quesos fundidos de la fondue y de la raclette, el de la tartiflette y el de las especias con las que sazonan sus embutidos. Y el perfume del vino caliente con canela que ayuda a entonar el cuerpo y hasta hace olvidar el frío. Aquí se hablan todas las lenguas y se ven todas las modas de ropa invernal presentes, pasadas y futuras. En sus tiendas encontrarás cualquier tipo de tablas de snowboard, de esquíes, de botas, de complementos, gafas, guantes, ropa de abrigo…
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Y te ofrecerán todo tipo de actividades, desde paseos en helicóptero a excursiones de varios días por las montañas, ascensos al Mont Blanc, esquí fuera de pista, descensos por glaciares, escalada, rappel… Cualquier actividad que se te ocurra relacionada con la montaña y la nieve está aquí. Pagando todo es posible en Chamonix..
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También encontrarás alojamientos de todo tipo, desde lujosos hoteles a apartamentos pasando por hostales y refugios de montaña. No dudes en acercarte a la Oficina de Turismo de Chamonix donde te atenderán con amabilidad y hasta simpatía. Aquí te informarán de todo lo que puedes hacer por aquí, y os aseguro que hay para todos los gustos. Puedes practicar el esquí en cualquiera de las estaciones que rodean la ciudad accediendo a pie desde el centro. O tomar el tren-cremallera de Montenvers que sube hasta La Mer de Glace, uno de los glaciares más grandes de Europa y que como casi todos se encuentra en desaparición debido al calentamiento global. O subirte al teleférico del Aiguille du Midi para subir hasta casi 4.000 metros y plantarte frente al Mont Blanc.
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Cómo subir: el teleférico del Aiguille du Midi
Sinceramente creo que subirse a este teleférico es una experiencia única. Aquí disfrutarás, o sufrirás, el vértigo al vacío en toda su esencia y magnitud. Al fin y al cabo sigue siendo uno de los más altos del mundo. La base del teleférico se encuentra en el nº 100 de la Place de l´Aiguille du Midi en una moderna construcción de la Compagnie du Mont Blanc. Está a unos 500 metros desde la Oficina de Turismo de Chamonix y no tiene pérdida. Aquí encontrarás la taquilla para comprar el billete del viaje. Ya te digo que no es barato, así que escoge un día despejado para subir y te aseguro que no te arrepentirás.
Hay otras opciones para esquiadores que compran sólo el billete de ida y descienden esquiando. Porque sí, desde lo alto del Aiguille du Midi parte otro teleférico al Helbronner además de la ruta esquiable que descienden hasta Chamonix por el mítico recorrido de 20 km. de La Vallée Blanche. Eso sí, aquí es casi imperativo ir con guía, con buen tiempo y sólo si tenéis un alto nivel como esquiadores. El teleférico es una auténtica proeza de los ingenieros franceses que apreciaréis en toda su magnitud durante el ascenso, y también una vez arriba. En el momento de su construcción en 1955 fue el teleférico más alto del mundo y ha sido modernizado un par de veces desde entonces, la última en el 2008. Así que tranquilos que no os vais a caer. Al menos eso me aseguraron allí.
Pues ya tengo mi billete y la mañana parece ideal. El sol brilla en lo alto, el cielo está despejado y en la base del teleférico hasta hace calorcito. Llega el momento de entrar en la cabina acristalada donde todo el mundo lucha por un lugar junto alguna de las ventanas. A mi alrededor esquiadores, botas, esquís y mochilas nos vamos acoplando hasta que la cabina se llega. Y comenzamos a subir entre la expectación general. Abajo queda Chamonix con sus calles y tejados cubiertos de nieve y el valle comienza a aparecer en toda su magnitud.
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Hay una primera parada a 2.300 metros en Le Plain de l´Aiguille. Aquí se bajan algunos esquiadores que hacen la ruta entre el llamado Balcon Nord y la estación de Montenvers. Pero ahora viene lo bueno: 1.500 metros de ascenso casi vertical hacia esa punta rocosa que aparece allí en lo alto coronada por una especie de antena tubular y que me parece imposible que pueda albergar ninguna instalación mecánica. El silencio se hace en la cabina durante el ascenso que parece no tener fin. El valle ya queda muy abajo y seguimos subiendo con la ladera rocosa cada vez más cercana. La emoción, la belleza y el vértigo se unen en una mezcla de sensaciones que hacen que se me acelere el pulso.
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Por fin llegamos al saliente rocoso del llamado Piton Nord. Hemos subido de los 1.035 a los 3.842 metros en apenas 20 minutos de ascenso. Y sí, aquí arriba hay toda una instalación de grandes ruedas de metal, cables de acero y maquinaria que aseguran el correcto funcionamiento del teleférico. Una vez aquí descubro que gran parte de las instalaciones se han instalado tras excavar directamente en la roca. De nuevo pienso en los ingenieros y trabajadores que subieron hasta aquí para picar piedra y crear estas instalaciones pasando unas dificultades inimaginables y sobre todo, un frío del demonio.
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Nada más llegar me encuentro con una cafetería y el acceso a la Terrasse Chamonix. Pues para allá que voy y en cuanto salgo al exterior el frío me paraliza. Realmente hace un frío del carajo así que cierro todas las cremalleras, subo la capucha y me pongo los guantes. Aquí me topo de frente con la mole de roca del Piton Central y con las vistas del valle de Chamonix allá abajo, casi 3 kilómetros más abajo. Y justo enfrente, el Mont Blanc en toda su enormidad. Me quedo boquiabierto, asombrado con este paisaje de dimensiones imposibles y con esa lengua del Glacier des Bossons que cae en vertical directamente hacia el valle. Pues amigos, estas vistas son solo el principio.
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Recorro las otras dos terrazas, subo y bajo escaleras, fotografío aquí y allá y resoplo debido al frío y a la ausencia de oxígeno que se empieza a notar a esta altura. Vuelvo al interior climatizado del Piton Nord para acceder a la pasarela exterior que da acceso al Piton Central y al teleférico que va hacia el pico del Helbronner ya en Italia. Y de nuevo vuelvo a sentir ese vacío en el estómago al cruzar esa pasarela metálica que cuelga directamente en el vacío. Acabo de llegar y ya no sé para donde mirar. Saco la cámara del interior de mi anorak, disparo y la guardo una y otra vez para evitar que se congele y que las baterías se agoten debido al intenso frío. Churretones de hielo esculpidos por el viento se adhieren a la roca, al metal y al cemento. Las panorámicas sencillamente cortan la respiración.
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Tras cruzar la pasarela se accede a un túnel excavado que se divide en varios ramales. Uno lleva hacia el mirador del Glacier du Géant, y otro hacia el Telecabina Panorámico del Mont Blanc que va al Helbronner y que se paga aparte, claro. Volviendo hacia atrás por el túnel principal se llega a la Terraza Aravis y al acceso a los nuevos ascensores Sommital que suben al punto más alto del Aiguille du Midi: la terrraza del llamado Espace Sommital a 3.842 metros de altitud.
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Époustouflant es el adjetivo francés que mejor puede definir lo que uno siente cuando se asoma a las terrazas ubicadas en lo más alto del Pitón Central: un paisaje imponente, majestuoso y vetiginoso al mismo tiempo. Unas panorámicas en 360º de los picos y valles nevados alpinos que se adentran en las fronteras de Italia y Suiza y que escapan más allá del campo de visión. Y de nuevo el Mont Blanc, justo enfrente, elevándose todavía 1.000 metros más sobre nuestras cabezas y ocupando gran parte del paisaje. Époustuflant…cualquier adjetivo superlativo se vuelve a quedar corto.
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Aquí se acaba de inaugurar una terraza panorámica acristalada, el «Pas dans le Vide«, que cuelga hacia el exterior desde la que es posible sentir la sensación de tener 1.000 de vacío bajo nuestros pies. La colas son tan largas que sólo te aseguran que puedes acceder si llegas antes de las 9 de la mañana. Personalmente prefiero las terrazas del exterior al aire libre donde hoy lo único que se oye es el silencio. No quiero ni imaginar cómo tiene que ser un temporal de nieve y viento aquí arriba.
Es hora de bajar de nuevo y recorrer la exposición sobre alpinismo de L´espace vertical. Y también L´espace Mont Blanc, una gran sala pintada de blanco con sus paredes cubiertas de fotos del macizo del Mont Blanc y grandes vidrieras con vistas a los Alpes. De nuevo en el túnel central me dirijo hacia las cafeterías de L´aile Mont Blanc y sus terrazas. Por el camino excavado en la roca asoman jirones de escarcha y estalactitas de hielo. De fondo, los paisajes inmensos e inmaculadamente blancos de los Alpes.
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Efectivamente desde Chamonix es imposible darse cuenta de las dimensiones de estas instalaciones, ni del esfuerzo que habrá costado construirlas. Sólo una vez aquí arriba te puedes dar cuenta recorriendo sus galerías, túneles y espacios. Todo esto adquiere un nuevo valor cuando terminas la visita en L´espace histoire, una sala dedicada a contar la historia de la construcción del teleférico con vistas a su maquinaria. Las grandes ruedas de metal , los 22 km. de cables de acero, las dos telecabinas, los tres pilones de sustentación de más de 70 m. de altura y los 2.7142 metros de desnivel son sólo una pequeña muestra de la proeza técnica que supone el teleférico del Aiguille du Midi.
Y todo para poder disfrutar de algunas de las vistas panorámicas más impresionantes del mundo. Porque estoy seguro de que jamás olvidaréis la imagen del Mont Blanc delante de vosotros, casi como si lo pudierais tocar con la punta de los dedos. Sí, realmente inolvidable.
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Información práctica:
– Chamonix se encuentra en la Alta Saboya a 80 Km. de Ginebra en Suiza y a unos 200 km. de las ciudades francesas de Lyon y Grenoble.
– En la Oficina de Turismo de Chamonix encontrarás toda la información para exprimir al máximo tu estancia
– El teleférico al Aiguille du Midi se encuentra a medio Km. de la Oficina de Turismo. A partir del 19 de diciembre del 2016 el primer teleférico sale a las 08:10 y desde el Aiguille el último regresa a las 15:30. A partir de marzo de 2017 el último regresa a las 16:30.
– Los teleféricos trasportan una media de 600 personas por hora, así que llega pronto para no tener que esperar mucho tiempo. Calcula entre dos horas y media y 4 horas para completar toda la visita.
– Aunque haga un buen día prepárate para pasar frío allá en lo alto. Recuerda que vas a subir a casi 4.000 m. de altura. No olvides las gafas de sol, calzado que no resbale en el hielo, ropa de abrigo, guantes, forros polares y gorros. Tampoco está de más llevar crema solar para la cara.
– En lo alto del Aiguille du Midi encontrarás todo tipo de servicios: tiendas, baños, restaurantes y bares. Eso sí, los precios están acordes con la «altura» del lugar.
– En tu equipo fotográfico lleva batería de repuesto para la cámara porque el frío agotará tus baterías con rapidez. No olvides tu gran angular y un filtro UV. Aquí arriba la intensidad de la luz reflejada en la nieve es muy elevada. Tu cámara tendera automáticamente a subexponer, así que compensa manualmente aumentando entre +1 y +2 la exposición.
– Recuerda que un buen Seguro de Viajes te puede ahorrar preocupaciones y resolver muchos problemas. Así que ni lo dudes. Desde aquí te recomiendo MONDO, el seguro de viaje inteligente para viajeros inteligentes. Además contratando tu seguro desde esta página tienes un 5% de descuento.
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