Subiendo por Hradcany hacia el Castillo de Praga.
El Castillo de Praga es una de esas visitas que nadie se puede perder. Su imponente imagen sobrevuela la capital checa atrayendo las miradas como un imán, sobre todo al atardecer cuando su silueta iluminada parece flotar sobre el río Moldava.
Aunque existe constancia de la existencia de una fortaleza en esta colina desde el S.IX, no fue hasta el S.XIV cuando comenzó a crecer extramuros el Barrio del Castillo o Hradcany. Desde entonces los sucesivos monarcas de Bohemia fueron ampliando murallas y palacios y Hradcany terminó por fundirse con Malá Strana. Es precisamente desde aquí desde donde se puede acceder caminando al Castillo de Praga. También podemos llegar hasta aquí en el tranvía 22, pero sería un crimen perderse el ascenso por la calle Nerudova.
Realmente la historia de Praga comienza con su castillo que fue residencia de los monarcas bohemios hasta que en 1918 se convirtió en residencia del presidente de la República. A lo largo de los siglos las instalaciones religiosas y civiles fueron enriqueciéndose y ampliándose hasta configurar un grandioso conjunto de monumentos. En ellos se mezclan diferentes estilos en una especie de ciudad en miniatura donde se alternan palacios, iglesias y residencias convertidas en galerías de arte que se conectan a través de patios y estrechas calles. El Castillo de Praga tal como ha llegado hasta nuestros días proviene del S.XIV. Empezó entonces a edificarse por orden de Juan de Luxemburgo y no terminó de ampliarse hasta los principios del mismo S.XX. en toda una sucesión de estilos. Aquí están representados desde el gótico de Carlos IV hasta las últimas modificaciones en estilo barroco promovidas por María Teresa de Austria, última reina de la dinastía de los Habsburgo.
El Castillo de Praga ha resistido a lo largo de su dilatada historia incendios, guerras e invasiones. Durante la II Guerra Mundial se convirtió en el cuartel general de los nazis y después fue sede de los comunistas durante la época de dominio soviético. Y así hasta hoy, época en la que ha vuelto a ser la sede de la Presidencia de la República Checa. La entrada principal al Castillo de Praga se encuentra en Hradcanske Namestí, una gran plaza rodeada de palacetes y viejas residencias de la nobleza. Su puerta está flanqueada por dos guardias perfectamente uniformados y por unas grandes esculturas que representan una batalla de amenazantes Titanes. De aquí accedemos al primer patio y a través de la Puerta Matías, al segundo patio donde está la Galería de Pintura del Castillo de Praga sólo recomendable para los amantes de la pintura barroca centroeuropea.
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Hasta aquí la visita no ofrece mucho de interés pero tras atravesar un pasaje bajo la residencia del presidente checo en el Nuevo Palacio Real, accedemos al tercer patio donde se encuentra la impresionante Catedral de San Vito. Situada a sus pies hay una estatua ecuestre de San Jorge y alrededor de la plaza veremos varios palacetes y la entrada al Antiguo Palacio Real.
La Catedral de estilo gótico se comenzó a construir en el S.XIV y cómo no, bajo las órdenes del inagotable emperador Carlos IV. Durante siglos continuaron las obras que no se dieron por terminadas hasta que se consagró en 1929, casi 600 años después. Hoy sus torres y pináculos caracterizan el horizonte de Praga sobresaliendo sobre el resto de construcciones de la ciudad. En su interior fueron coronados reyes y reinas, y allí muchos permanecen todavía enterrados junto a nobles, príncipes y santos varones de la iglesia. En su entrada destacan la recargada puerta de bronce que da acceso a la nave principal. En la fachada sur junto al enorme campanario se encuentra el llamado Portal Dorado con su gran mosaico de estilo veneciano que era la antigua entrada al templo enmarcada en tres arcos góticos. Y si seguís por el exterior de la catedral no os perdáis los detalles decorativos esculpidos en la piedra, sobre todo su variedad de curiosas gárgolas.
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Ya en el interior la nave central se eleva a gran altura iluminada por las vidrieras que dejan entrar la tenue luz invernal. Y entre ellas tengo que señalar las vidrieras de finales del XIX de estilo Art Nouveau. Dentro de la catedral encontraremos el mausoleo real de mármol donde están enterrados, entre otros monarcas y príncipes de Bohemia, el emperador Carlos IV.
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También veremos la decorada Capilla de San Wenceslao, patrón del país, y el conjunto escultórico esculpido en plata del Siglo XVIII que cubre la tumba de San Juan Nepomuceno. Aparte de esto lo más reseñable de la Catedral es su decoración gótica rematada con oro y piedras preciosas, así como los frescos que decoran las paredes y que han sobrevivido al paso de los siglos. En un lateral una puerta conduce hacia la Sala de la Coronación donde se guardan las Joyas de la Corona literalmente bajo siete llaves, cada una en manos de una persona diferente. Desgraciadamente ni la Capilla ni la Sala de la Coronación se pueden visitar a no ser en ocasiones muy excepcionales ya que los tesoros que aquí se custodian son de un valor incalculable.
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Y como soy de esas personas a las que le gusta ver todo desde lo alto, os recomiendo subir al mirador más elevado de Praga que se encuentra en la Torre Sur de la Catedral. Aunque dicen que sólo abre con buen tiempo yo he subido un par de veces con lluvia intensa y mucho frío. Está claro que el negocio es el negocio porque has de saber que aquí en el Castillo has de pagar por casi todo. Tras subir por unas largas y estrechas escaleras de caracol podrás disfrutar de las vistas de los tejados rojizos de Mala Strana y del Moldava serpenteando por Praga y cruzado por el Puente de Carlos. Y también de las estrechas torres, pináculos, tejados y gallos de bronce que decoran el exterior de la Catedral también aquí arriba.
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Cuando saldgas de la Catedral entrarás en las dependencias del Antiguo Palacio Real que fue lugar de residencia de los monarcas bohemios. Adivinad quién fue el que reformó el viejo castillo original en el S.XIV…por supuesto el inagotable Carlos IV que le dio su estilo gótico conservado hasta hoy en forma de espectaculares bóvedas y arcadas. En el S.XV Vladislav Jagiello inició una nueva ampliación del Palacio que incluía una sala dedicada a albergar todos los libros y títulos de la nobleza que se encuentra decorada con sus escudos, pero sobre todo construyó el salón más grandioso e imponente de Praga: el Salón Vladislav. Aquí se celebraban las fiestas de la nobleza, se coronaban los reyes e incluso, fijaros en las escaleras que dan acceso al salón, se hacían torneos a caballo. Para quedarse sin palabras.
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Tras un buen rato subiendo y bajando escaleras y recorriendo las dependencias del Antiguo Palacio, saldremos de nuevo al exterior para encontrarnos ante la iglesia de Todos los Santos reconocible por su fachada de color rojizo y sus dos torres blancas. Desde aquí nos dirigimos al famoso Callejón del Oro, una estrecha callejuela bordeada por casitas como de juguete llenas de tiendas de artesanías y recuerdos para los turistas en forma de marionetas y armas medievales. La verdad es que después de la grandiosidad de la Catedral de San Vito y del Antiguo Palacio Real, el contraste con esta calle de cuento rompe los esquemas al visitante. Y es que Praga es así, sorprendente en todos sus rincones.
Estas casitas eran las viviendas de los guardias del Castillo que vivían aquí con sus familias, aunque realmente es difícil hacerse a la idea de cómo podrían vivir varias personas en tan reducido espacio. Viejas historias cuentan que también fueron la residencia de alquimistas que intentaban convertir diferentes metales en oro para el emperador Rodolfo II, de donde le vendría el nombre a la calle. Pero con el paso del tiempo las casitas fueron ocupadas por artesanos del gremio de orfebres en el XVII lo que confirmaría el origen del nombre de este callejón. Aún así las casas de colores del Callejón del Oro mantuvieron su numeración secular. Y ya en el S.XX se le ocurrió venir a vivir aquí a la casa nº 22 nada menos que a Franz Kafka donde al parecer se inspiró para alguno de sus obras. En fin, sin duda una muy grande historia para unas casas tan pequeñas.
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Para acabar la visita se toma la calle Jirska que en un suave descenso conduce hacia la salida este del Castillo, justo a las puertas del Palacio Lobkowicz propiedad de una las familias nobles más ricas y con más raigambre del país. Tras la abolición de los títulos nobiliarios en 1918, el paso de los nazis y después de los comunistas, poco quedaba de la rica decoración original del Palacio. Pero la familia Lobkowicz consiguió recuperar la propiedad del palacio y restaurarlo con las obras de arte originales propiedad de la familia. En su interior además de los ricos salones, se puede visitar la colección de arte de la familia donde hay obras de Rubens o Velázquez entre otros afamados pintores europeos, una gran colección de armas y las réplicas de las joyas de la Corona guardadas bajo 7 llaves en la Catedral de San Vito. Un lugar curioso para rematar la visita histórico cultural al Castillo de Praga, sobre todo si decides hacer una parada a comer y tomarte una cerveza en su terraza con la ciudad de Praga a tus pies. Los menús no son caros y las vistas merecen la pena.
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Desde la plazoleta en el exterior del Castillo se accede a una larga rampa escalonada, las antiguas Escalinatas Reales, donde se apostan artistas callejeros y pequeños puestos de artesanía. Al final del descenso se llega a la calle Pod Bruskou y girando a la derecha está la estación de metro Malostranská. Desde aquí se puede regresar al centro de Praga si estáis cansados. Pero si todavía os quedan fuerzas para caminar no dudéis en atravesar el puente Mánesuv Most que os conducirá al corazón del mismísimo Josefov, el Barrio Judío de Praga. Esa será mi próxima parada.
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Información práctica:
– Si realmente quieres ver las maravillas que esconde el Castillo de Praga tendrás que pagar por ello. Al pasar el Palacio Presidencial encontraréis un par de oficinas de información y venta de billetes. Veréis que hay varios tipos de entrada asociadas a 3 circuitos y por eso para rentabilizar al máximo tu visita has de pensar muy bien que quieres ver y que no. De todas formas las entradas son válidas para el día de su compra y para el siguiente, algo muy interesante ya que aquí te puedes pasar un día entero recorriendo salas y exposiciones.
Circuito A. 350 Coronas .- Es el más completo e incluye la visita a la Catedral de San Vito, al Viejo Palacio Real, la exhibición sobre la Historia del Castillo de Praga, la Basílica de San Jorge, el Callejón del Oro, la Torre de la Pólvora y el Palacio Rosemberg
Circuito B. 250 Coronas.- Incluye la visita a la Catedral de San Vito, al Viejo Palacio Real, la Basílica de San Jorge y el Callejón del Oro
Circuito C. 350 Coronas.- En realidad es complementaria de las anteriores ya que sólo incluye la visita al Tesoro de la Catedral de San Vito y a la Galería de Pintura del Castillo.
Luego hay una serie de exhibiciones que se pueden pagar aparte como la de la Historia del Castillo de Praga, 140 coronas, la del Tesoro de la Catedral de San Vito, 300 Coronas, o la visita a la Galería de Pintura que cuesta 100 Coronas. La subida al mirador de la Torre de la Catedral, llamada aquí en inglés Great South Tower, también se paga aparte y cuesta 150 Coronas más.
Lo que os recomiendo para tener una visita lo más completa posible sin arruinaros del todo es comprar la entrada del Circuito A y complementarla con la visita a la Torre de la Catedral.
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– Una advertencia. Has de saber que aquí para fotografiar has de pagar un «impuesto revolucionario» añadido de 50 Coronas. Que no puedas usar el flash o el trípode lo entiendo, pero que pagues y que luego esté prohibido fotografiar en los sitios más interesantes es ya un abuso. Eso es lo que me pasó al entrar en las áreas más atractivas del Castillo: advertencias con prohibición de fotografiar, vigilantes con caras largas por todos lados, cámaras de seguridad observándote desde los altos techos… Pocas veces me he sentido tan observado y vigilado llevando mi cámara a cuestas. Esta es la razón por la que no puedo mostraros fotografías de las partes más bellas del Castillo de Praga. Lo bueno es que si lo que veis os gusta, una vez dentro es todavía mejor.
– No dudes de entrar en todas las casitas del Callejón del Oro que puedas. Te sorprenderás pensando en cómo era posible que tanta gente vivíera aquí a lo largo de los siglos hasta casi la mitad del Siglo XX.
– La entrada al Palacio Lobkowicz y su museo se considera una visita aparte de la del Castillo ya que pertenece a la familia que le da nombre. En su interior se encuentra la mayor y más rica colección privada de arte y pintura del país que incluye obras de Lucas Cranach, Canaletto, Brueghel el Viejo, Rubens o Sanchez Coello entre muchos otros. Además el Palacio cuenta con una exquisita decoración, colecciones de instrumentos musicales y objetos medievales y renacentistas, además de colecciones de armas y armaduras. También cada día a las 13:00 se ofrece un concierto de música clásica en el Concert Hall donde destaca su decoración de techos pintados en estuco del Siglo XVII. Y no olvidéis la terraza del Lobkowicz Palace Café con sus vistas sobre Praga.
– Recuerda que un buen Seguro de Viajes te puede ahorrar preocupaciones y resolver muchos problemas. Así que ni lo dudes. Desde aquí te recomiendo MONDO, el seguro de viaje inteligente para viajeros inteligentes. Además contratando tu seguro desde esta página tienes un 5% de descuento.
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