Un viaje al espacio desde Cabo Cañaveral.
Además de los parques de atracciones de Orlando, parques nacionales como los Everglades o islas semitropicales como los Cayos, el estado de Florida cuenta con otros grandes atractivos. Y entre ellos está la posibilidad de visitar uno de los centros neurálgicos de la carrera espacial.
Para mi el hecho de visitar el Kennedy Space Center (KSC) en Cabo Cañaveral supuso cumplir un sueño de niño. Porque desde que tengo memoria el lanzamiento de cohetes, satélites y lanzaderas espaciales se ha realizado desde este lugar, la mayor base espacial norteamericana. ¿Y quién no ha soñado con viajar al espacio o pisar la luna? Este es el lugar más cercano en el que vas a estar de las fronteras de nuestro planeta. A no ser que seas millonario y te hayas apuntado a alguno de los proyectos de vuelos espaciales de ida y vuelta que están en fase de desarrollo.
La visita al KSC depara muchas sorpresas y al menos hay que dedicar un día completo a recorrer estas gigantescas instalaciones mientras descubrimos el largo, complejo y costoso proceso que consiguió poner al hombre en la Luna. Y a partir de ahí iniciar una nueva etapa en la carrera del ser humano hacia lo desconocido: la exploración espacial.
Hace poco se cumplieron los 40 años de ese histórico paso que dio Armstrong “pequeño para el hombre, pero grande para la Humanidad” y que fue la consecución de un sueño anhelado por generaciones. Con este motivo se reorganizaron algunas de las exposiciones y, sinceramente, uno sale del complejo de visitantes con la idea de que ha compartido parte de un momento histórico, único y excepcional.
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Cómo llegar al Kennedy Space Center
Durante el trayecto el paisaje es bastante monótono y plano contrastando las zonas urbanas muy extensas y pobladas con las grandes extensiones de pantanos y zonas desecadas transformadas en enormes y verdes pastos para el ganado. Tras pasar el trámite de la carretera, entramos por fin en el “área espacial”. A un lado de la carretera queda el Astronaut Hall of Fame donde se exponen todo tipo de objetos y recuerdos de astronautas además de varios simuladores. Y por supuesto toda la parafernalia patriotera de homenajes varios a todos los que se dejaron la vida a lo largo de los primeros años de la carrera espacial y posteriormente en los programas del Transbordador Espacial.
Unos kilómetros más adelante, y como evidencia la larga fila de coches que me precede, aparece por fin el centro de visitantes del Kennedy Space Center (KSC). Entre una serie de edificios de aspecto industrial veo las siluetas de los gigantescos depósitos de combustible de un transbordador espacial. También los de algunos de los cohetes de los primeros tiempos de la carrera espacial, como los Mercury o Gemini entre otros estacionados en el llamado Rocket Garden.
Una vez que hemos llegado hasta aquí hay que continuar hacia el gran aparcamiento desde donde se ven las puertas del paraíso de los fanáticos del espacio y uno de los epicentros de la actividad de la NASA durante sus 50 años de existencia. Cientos de visitantes se dirigen a toda prisa hacia las casetas que abren a las 9 a.m. y donde se venden los diferentes tipos de entradas.
¿Cuánto cuesta?
La entrada general.- Cuesta 50$ para adultos y 40$ para niños e incluye el acceso a las exhibiciones, a los cines IMAX, al US Astronaut Hall of Fame y al Tour en autobús que sale cada 15 min. y que en unas tres horas hace un detallado recorrido por las instalaciones de la base espacial. Es absolutamente imprescindible tomar este autobús con paradas para ver las dos principales plataformas de lanzamiento de los transbordadores, el enorme edificio donde se ensamblan y preparan estas naves y el renovado Apollo-Saturn V Center. Finalmente hay una parada para ver las instalaciones dedicadas a la Estación Espacial Internacional (ISS).
Las entradas suplementarias.- para los más fanáticos.-Incluyen diferentes actividades para aquellos poseídos por un desbocado afán de conocimientos y poseedores de una abultada cartera:
– Shuttle Launch Experience.– Es un simulador en el que se recrea una secuencia de lanzamiento de un transbordador espacial con sonidos, luces, videos y simuladores de movimiento para hacernos creer que estamos dentro de la nave y que nos vamos de paseo al espacio. Por supuesto no falta la cuenta atrás 3..2..1… Si venís de los parques de Orlando, ya sabéis a lo que me refiero. Los tickets se compran una vez dentro del complejo de visitantes.
-KSC Close Up.- Pagando un extra de 25$ los adultos y 19$ los niños tendremos la opción de hacer una visita más cercana a las instalaciones y zonas de lanzamiento con una parada en el Vehicle Assembly Building. En todo momento un experto guía estará a nuestro lado para saciar nuestras ansias de conocimientos extras y adentrarnos en los entresijos operativos del KSC.
– Lunch con un astronauta.- Lo que me parece una soberana tontería en la que hay que registrarse en línea. Te sientan a comer un menú especial con un astronauta que te cuenta sus batallitas tras pagar un dineral.
– El pase anual.- Para auténticos adictos por 140$
Las entradas y demás suplementos se pueden adquirir por Internet en la siguiente dirección, incluso si queréis pagar para asistir al lanzamiento de algún cohete: https://www.kennedyspacecenter.com/tickets.aspx
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El recorrido en autobús por el complejo espacial
Una vez dentro del Complejo de Visitantes, poco hay que hacer aparte de consultar los horarios de las películas IMAX y tomar corriendo el primer autobús que podamos para recorrer este enorme complejo. Es el llamado Kennedy Space Center Tour y está incluido en el precio de la entrada. El calor húmedo y pegajoso típico de Florida en verano contrasta con el frío polar del aire acondicionado en el autobús donde entro apartando las estalactitas. La cuestión del uso y abuso de los sistemas de climatización en los USA sí que merecería un amplio estudio psicológico y social porque es algo realmente exagerado.
Tras localizar un buen asiento y quitar la escarcha helada de las ventanas para poder ver algo del exterior, comenzamos el recorrido con la emisión de una serie de videos informativos en las pantallas de LCD del autobús. Lentamente pasamos por el edificio donde ensamblan, reparan y preparaban las lanzaderas espaciales para sus viajes espaciales tras dejar a la izquierda la pista de aterrizaje de 3 Km. de longitud. El llamado Vehicle Assembly Building es una enorme estructura cúbica con el escudo redondo y azul de la NASA y la omnipresente bandera de las barras y las estrellas bien visibles en su fachada.
El autobús sigue su recorrido hacia la LC 39 Observation Gantry, una estructura metálica de unos 20 m. de altura desde donde se pueden ver las plataformas de lanzamiento 39A y 39B. El autobús hace aquí una parada y toca quitarse los forros polares para salir al exterior donde el calor es sofocante. Más autobuses llegan y una marea de visitantes se dirige hacia las escaleras de la plataforma para subir hacia lo más alto. Allá a lo lejos, realmente lejos, se distinguen las zonas de lanzamiento.
Llevaros unos prismáticos o una cámara con un buen zoom porque la verdad es que están a por lo menos 2 o 3 km. Desciendo hacia la parada del autobús rodeando uno de los motores usados por los shuttle y que está expuesto en el centro de la plataforma. La verdad es que es una obra maestra de la ingeniería aeronáutica, pero su contemplación no me quita la decepción de no ver uno de esos despegues donde el humo, las llamas y el ruido convierten la tierra en un infierno o, aunque sea, a alguna de las naves posicionada en su plataforma.
De nuevo dentro del autobús nos dirigimos ahora hacia el Apollo/Saturn Center donde se han renovado las exposiciones con ocasión del 40 aniversario de la llegada a la Luna en el Apollo 11. Avanzamos paralelos al llamado crawlwerway que es el camino de tierra batida por donde un enorme tractor, el crawler, traslada lentamente a las naves con los depósitos suplementarios de combustible ya instalados a sus plataformas de despegue desde el Vehicle Assembly Building. Del tamaño y la potencia de esta plataforma motorizada hablan sus 5.000 caballos de potencia y los 350 litros de combustible consumidos por Km. recorrido.
Llegamos a las puertas de otro de tantos edificios industriales sin ninguna característica especial. Bajamos y esperamos ante unas grandes puertas metálicas cerradas donde destaca un logo conmemorativo de los 40 años del Apollo 11. Tras unos minutos de espera se abren las puertas y pasamos a una sala donde en una pantalla una breve película nos introduce en los inicios del programa espacial norteamericano en plena Guerra Fría y en competencia directa con la URSS.
La historia la conocemos todos: Los rusos ponen en órbita al Sputnik, a la perrita Laika y a Yuri Gagarin, el primer hombre en viajar al espacio. Y los norteamericanos, picados en su orgullo y con el presidente J.F.Kennedy a la cabeza, se lanzan al desafío de llegar primeros a la Luna. Los inicios son un tanto desastrosos con cohetes que explotan, misiones espaciales fracasadas y astronautas que fallecen en el intento. Pero rápidamente la NASA avanza hacia su objetivo final y el 20 de julio de 1969 la tripulación del Apollo 11 despega hacia la Luna. Cuatro días más tarde llegó el histórico momento en el que millones de personas en todo el Mundo contuvieron su respiración viendo a Neil Armstrong descender por la escalerilla del módulo lunar hacia la gris y polvorienta superficie de la Luna.
A continuación se abren otras puertas y pasamos a lo que parece ser la sala de control de las misiones espaciales, esa que sale en todas las películas con los ingenieros de vuelo sentados ante viejas pantallas de fósforo verde y en mangas de camisa mientras unas grandes pantallas permiten ver los parámetros e imágenes del vuelo. Estamos en el Firing Room Theater.
Se apagan las luces y en esas grandes pantallas una película nos hace revivir los instantes previos al despegue del Apollo 8. Las espectaculares imágenes y el sonido super-mega-surround casi me hacen creer que estoy viviéndolo en directo. Desde luego hay que reconocer que los americanos para estas cosas del espectáculo son los mejores.
Pero el plato fuerte estaba por llegar. Realmente no sabía que esperar de esta visita y sabía que en algún lugar estaba expuesto un cohete. Pero lo que había imaginado no era comparable a la imagen que apareció ante nosotros, estupefactos visitantes, cuando se abrieron las grandes puertas de la sala y accedimos a un gigantesco hangar ocupado casi en su totalidad por una de las máquinas más gigantescas construidas por el ser humano: un cohete Saturno V. Todos los allí presentes abrimos los ojos y exclamamos al unísono un involuntario ¡Ooooh! de admiración…
Las naves Saturno del programa espacial Apollo fueron las máquinas más grandes construidas por el ser humano hasta ese momento. Decenas de miles de piezas tenían que funcionar sin fallos en condiciones extremas para cumplir la misión para la que fueron creadas. Y lo consiguieron como demuestra el hecho de llevar varias tripulaciones a la Luna y traerlas a salvo de regreso.
La contemplación del Saturno V desmontado en sus diferentes fases me llevó un buen rato. La instalación es soberbia y puedes ver las piezas de los diferentes motores, los enormes depósitos de combustible, el módulo de alunizaje y, en la exposición dedicada al aniversario, la cápsula original del Apollo 11.
Además aquí se pueden ver diferentes modelos de trajes espaciales que fueron descartados hasta que se aprobó el definitivo, objetos curiosos, etc.
Y además de todo esto, hay una película en el Lunar Theatre acerca de la llegada del hombre a la Luna. Allá voy corriendo y media hora más tarde salgo del cine tras haber revivido esos momentos históricos para la Humanidad. Desde luego todo está recubierto de un halo de heroico misticismo y patrioterismo a raudales, pero estas cosas se pueden perdonar ante el fastuoso despliegue de medios audiovisuales y museísticos.
Si te entra el hambre aquí encontrarás el típico “restaurante” donde proveerte de comida basura, ya sabes, hamburguesas, nachos, pizzas, perritos calientes… Pero a mí me quedan muchas cosas por ver así que salgo disparado y me subo al primer autobús que pasa y que me lleva hasta las instalaciones del International Space Station Center. Aquí es donde se realizan las últimas fases de montaje de los módulos y laboratorios que formarán de la Estación Espacial Internacional, la ISS, y que luego son transportados por las lanzaderas espaciales. Si vais con prisa os podéis saltar esta parte y seguir adelante en el autobús de regreso al centro de visitantes. La verdad es que este lugar que me resultó un tanto decepcionante después de lo ya visto Y es que la aséptica visita consiste en ver algunos de los módulos vacíos y el lugar de ensamblaje desde un ventanal acristalado.
Tras regresar al centro de visitantes tengo que salir corriendo otra vez hacia los cines IMAX. Por cuestión de horario tengo que escoger entre Magnificent Desolation: Walking on the Moon 3-D o Space Station 3D, así que elijo la primera y media hora más tarde salgo sacudiéndome el polvo lunar que me ha saltado desde la pantalla. Está tan bien hecha que te hace pensar si realmente la llegada del hombre a la Luna no fue un montaje…bueno, esto es broma. Se me va el tiempo y opto por no ver la otra película porque todavía me quedan cosas por ver en el exterior.
Primero me acerco a la maqueta del Space Shuttle ubicado en la Shuttle Plaza para subir hasta la cabina, casi idéntica a la de cualquier avión convencional, y quedo sorprendido por el tamaño de la enorme bodega donde caben desde el telescopio espacial Hubble hasta los módulos con los que se ha construido la ISS. Al lado quedan las instalaciones del Shuttle Launch Experience, pero después de varios día en Orlando subiendo a todo tipo de simuladores no me apetecía esperar una hora en la fila para subirme a otro más. Así que me dirigí directamente hacia el Rocket Garden donde ocho auténticos cohetes incluyendo un enorme Mercury-Atlas, se alzan verticales apuntando hacia el cielo.
Finalizo la visita curioseando (y comprando) en la enorme tienda que la NASA ha instalado aquí. Lo que no encuentres aquí no lo encontrarás en ningún otro lugar. Y si no lo tienen, el personal de la tienda te lo busca… maquetas, ropa, comida espacial, juguetes, pegatinas, posters, libros, DVDs y un largo etcétera de todas las tonterías que se le puedan ocurrir a un creador de gadgets y artilugios relacionados con la carrera espacial norteamericanas.
Se me acaba el tiempo en este “paraíso del espacio” y me voy de aquí sintiendo que me alejo de un lugar único en el Mundo. Si no, ¿en qué lugar puede uno comer con un astronauta, subir a un simulador espacial, recorrer parte de la historia moderna entre gigantescos cohetes y ver el lanzamiento de una nave al espacio? Pues solamente aquí, en el Kennedy Space Center, la puerta de acceso a la última frontera: el espacio.
Finalmente, cuando viajes a los USA recuerda que un buen Seguro de Viajes te puede ahorrar preocupaciones y resolver muchos problemas. Así que ni lo dudes. Desde aquí te recomiendo MONDO, el seguro de viaje inteligente para viajeros inteligentes.
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