Yosemite, una naturaleza en estado (casi) puro.
El Yosemite National Park es toda una institución en los Estados Unidos. Con sus 150 años a cuestas es uno de los primeros parques nacionales del país. Y sus valores escénicos, paisajísticos y naturales le han valido el reconocimiento y la admiración de los millones de visitantes que lo recorren cada año.
Uno no puede más que quedarse admirando las grandiosas formaciones graníticas o las inmensas extensiones boscosas. Y en primavera, las verdes praderas llenas de flores, las cascadas que salpican el paisaje, o el reflejo de las montañas en sus lagos prístinos. Aunque tampoco hay que olvidar que en verano Yosemite sufre tal masificación de visitantes que puede resultar agobiante. Los atascos en la carretera del Yosemite Valley son frecuentes y los problemas para encontrar aparcamiento son una pesadilla. Pero lo peor es lo difícil que resulta encontrar un lugar donde dormir.
Por eso si tienes pensado viajar en los periodos de máxima afluencia es fundamental que planifiques tu visita y reserves un lugar donde dormir. Sencillamente, si no reservas con antelación, vas a perder mucho tiempo buscando un lugar disponible. Si no quieres renunciar a ninguna comodidad puedes disfrutar de tu estancia en alguno de sus hoteles y lodges. Eso sí, prepara la billetera. Otra opción es quedarse fuera del parque. Pero los Km. que hay que hacer para salir y regresar no terminan de compensar el posible ahorro, que al final no lo es tanto.
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Entrando en el Yosemite National Park
La entrada al Yosemite National Park cuesta 35$ por vehículo. En este viaje yo accedí por la entrada sur, la mas próxima a Los Angeles, tras 500Km. y 5 horas de viaje. Aunque también puedes llegar desde San Francisco en menos de 4 horas. Si vas a visitar más parques nacionales, o tienes pensado visitar Yosemite en varias ocasiones, te aconsejo comprar el Annual Pass. Por 80$ podrás entrar en todos los parques nacionales de los USA durante un año.
Nada más entrar a la derecha está la carretera que da acceso a Mariposa Grove, uno de los mayores bosques de sequoias de California. Si el estacionamiento está lleno se habilita un parking inferior y se toma gratuitamente el shuttle que hace el recorrido Wawona-Mariposa Grove cada 20 minutos. Hagas lo que hagas en Yosemite, no dudes en pasar al menos medio día recorriendo este bosque de sequoias. Para mí es uno de los lugares más espectaculares del planeta.
Por si no ha quedado claro, a Yosemite hay que venir en automóvil. Hay autobuses que cubren ciertas rutas dentro del parque como esta de Mariposa Grove o la que recorre el interior del Yosemite Valley. Pero el coche es fundamental para poder acceder a la mayoría de los lugares más interesantes de este enorme parque. Por cierto, no dudes en llenar el depósito de gasolina en cuanto tengas oportunidad. En todos los mapas del parque están indicados los puntos de repostaje. Por cierto, en el Yosemite Valley NO hay gasolinera.
Dejo atrás Mariposa Grove y llego a Wawona, una de las pocas zonas del parque que disponen de gasolinera, supermercado, oficina de información de los rangers y hasta un museo-cobertizo donde se exponen los viejos carruajes en los que se visitaba el parque a principios del S.XX. Y también uno de los hoteles más conocidos del parque, ya que no hay muchos. El Wawona Hotel cuenta hasta con piscina y campo de golf. Para haceros una idea pasar una noche aquí sale a partir de 150 dólares.
Puede dar la impresión de que todo parece demasiado humanizado. Pero los siguientes km. de curvas que zigzagean entre las laderas montañosas de la Sierra National Forest indican todo lo contrario.
A la derecha aparece la desviación hacia Glacier Point, lugar del que hablaré más adelante y tras unos km entro en el Wawona Tunnel. A su salida me espera la primera parada para disfrutar de una de las más famosas vistas escénicas del Yosemite Valley. Es la (demasiado) famosa Tunnel View. Aquí la mirada se pierde entre paredes rocosas y los bosques de pinos que cubren el valle. Esta es la primera panorámica que tendrás del valle y es un punto de parada obligatorio.
Es fin de semana de verano y hacerse un hueco entre la gente que ocupa el mirador no es tarea fácil. Y la calima que cubre el valle tampoco facilita las cosas para tomar buenas fotos. Tras el pico de una montaña hay una humareda que indica la existencia de fuego en el bosque. Inmediatamente aparecen los helicópteros de los bomberos para ayudar en su extinción.
El fuego. Es otro de los protagonistas de Yosemite. Ya expliqué en el artículo sobre Mariposa Grove como se hacía uso de fuegos controlados para limpiar el bosque y facilitar el crecimiento de las sequoias. Pero el resto del parque está ocupado sobre todo por bosques de ribera, pinos y otras coníferas que sufren el devastador efecto de una pertinaz sequía y de continuos incendios. Veréis sus catastróficos efectos el día que toméis la carretera de El Portal Road para ir hacia los Tuolumne Meadows.
Entro de nuevo en el coche y por fin llego al Yosemite Valley dejando la Bridalveil Fall a mi derecha de la que apenas cae un hilo de agua. La sequía que sufre California en los últimos años no se ha visto paliada durante este invierno de escasas nevadas. El Tioga Pass, que permanece cerrado por la nieve hasta principios de junio, ha abierto a comienzos de mayo. Y esto augura un verano muy, muy duro para los bosques del parque ya muy afectados por una larga sequía que dura ya varios años.
La carretera bordea el río Merced que queda semioculto entre los bosques de ribera. Es imposible no quedarse con la boca abierta e ir parando cada poco para admirar el paisaje que me rodea. Del otro lado del río se eleva el bloque granítico, pulido, liso y casi blanco de El Capitán que atrae todas las miradas. Sus 2.307m. de pared vertical caen a pico sobre el valle. Y sí, al igual que en otros muchos lugares de los USA, fueron los españoles que llegaron hasta aquí durante la expansión colonial del S.XVIII los que dieron nombre a ríos, valles y montañas.
La carretera es de un solo sentido ya que es circular y el regreso se hace por la otra orilla del río. Dispone de algunas zonas de estacionamiento para dejar el coche y adentrarse a pie entre los helechos y la hierba de los meadows, esas grandes extensiones despejadas de árboles. Los indios Miwoks, que vivieron aquí hasta que los colonos norteamericanos los echaron, conformaron gran parte de estas extensiones plantándoles fuego de forma periódica. El área quedaba así despejada, sin madera putrefacta y soleada, haciendo más habitable el valle.
El paisaje es magnífico, casi primigenio a no ser por la caravana de coches que pugna por encontrar un lugar de aparcamiento a los pies del acceso a la Yosemite Fall. Las paredes de granito de los Three Brothers por un lado y de las Cathedral Spires del otro rodean el valle que se muestra pletórico de verde en estas primeras semanas del verano.
Por desgracia el caudal de la Yosemite Fall deja mucho que desear para las fechas en las que estamos. Es normal que a finales del verano apenas caiga un hilo de agua, pero tan pronto… Sin duda el calentamiento global y las pertinaces sequias que provoca, está afectando muchísimo a este parque nacional.
Visto lo visto no voy a poder cumplir uno de los objetivos de este viaje: fotografiar el moonbow fall, el arco iris nocturno de luna llena. Un fenómeno no visible por el ojo humano, pero que sí se puede fotografiar usando una exposición prolongada y un buen trípode. Pero que además requiere de cielos despejados, luna llena en un ángulo determinado y mucha agua cayendo de la cascada para formar una cortina de agua donde se refleje la luz de la luna. Una imagen que sí conseguí al fotografiar el efecto del moonbow en las cataratas Victoria en Zimbabue.
Pero me parece que esta vez en Yosemite va a ser que no. Mi gozo en un pozo. Aquí os dejo este enlace donde se explica la técnica para fotografiar un moonbow fall como este realizado por Darvin Atkeson. La fotografía de abajo es suya.
Tras mucho buscar sólo he podido encontrar libre una de las tiendas ya montadas del Curry Village por 100$ (y gracias). Carecen de enchufes, así que lo llevas crudo si quieres cargar las baterías de tus cámaras, ordenador, ipad, teléfono o cualquier aparato que lleves.
Por lo menos las camas son cómodas y los baños y duchas, aunque son comunitarios, están bastante limpios. A la entrada de cada tienda está una caja metálica con pasador y candado. Es la bear box que encontraréis en todos los lugares de acampada de los USA donde hay posibilidad de encontrarse con osos. Todo está tan lleno que hasta encontrar un sitio en el estacionamiento para dejar el coche resulta complicado.
Ya cae la noche y el día ha sido agotador. Ceno algo en la pizzería del campamento y al salir observo el cielo despejado donde empiezan a brillar algunas estrellas. Toda esperanza de fotografiar el moonbow fall en una cascada apenas sin agua termina por desaparecer.
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En el Yosemite Valley y sus alrededores
La vida amanece pronto en el Yosemite Valley durante el verano. La mañana trae la luz tempranera, el trinar de los pájaros y las voces de los primeros excursionistas que se dirigen hacia alguno de los trails del parque. Preparo mi equipo, me tomo un café y comienza un día en el que me dedicaré a recorrer el valle para terminar viendo atardecer en Glacier Point.
La mañana es espléndida y el calor empieza a apretar con fuerza. Todavía no hay mucha gente y tras cruzar el Yosemite Village consigo aparcar cerca del acceso a la Yosemite Fall. Esta cascada con sus 739 m. de caída en dos etapas, upper fall y lower fall, es el lugar más visitado y el principal reclamo del parque. Al fin y al cabo es la séptima catarata más alta del Mundo y la mayor de los USA.
Hay varios caminos que permiten ver la cascada desde distintos ángulos. Al final todos convergen en la base de de la lower fall donde el agua acaba despeñándose entre un mar de rocas y piedras de gran tamaño. En un momento todo empieza a llenarse de gente que trepa por entre las resbaladizas piedras hasta llegar a la misma caída del agua.
Si te sientes con energía se puede acceder a pie hasta las middle cascades. Este ascenso de unos 100 metros por uno de los trails más recorridos del parque, el Lower Yosemite Fall Trail, que parte del Camp 4. Y si ya te quieres dar la paliza, hay una extenuante subida hasta la parte más alta de la cascada. No cae tanta agua como la primera vez que estuve aquí hace ya unos años. Aún así el espectáculo es realmente grandioso y digno de ser observado durante horas. Es un lugar que atrapa la mirada y que no te deja partir fácilmente.
De nuevo en la parte más baja del valle me dedico a recorrer las grandes praderas que ahora lucen verdes y llenas de flores. El paisaje es idílico en este valle rodeado de inmensas paredes de roca donde sobresale a lo lejos el gigantesco monolito del Half Dome.
Es tal la grandiosidad del entorno que se me hace inaprensible con mi cámara de fotos. Me cruzo con algunos animales que corretean por estas praderas, como esas ardillas que vive en el suelo llamadas Belding’s Ground Squirrel o algún ciervo. En las zonas menos accesibles y remotas de Yosemite también te podrás cruzar con marmotas, águilas doradas, coyotes o pumas.
Bajo un sol que ya es implacable, y rodeado de los famosos mosquitos de Yosemite que no tienen piedad de nada ni de nadie, sigo adelante. Tras parar a los pies de El Capitan, inabarcable, gigantesco, magnífico tomo la desviación hacia el Tioga Pass por El Portal Road.
Unos kilómetros más adelante se encuentra un mirador con una de las mejores vistas del valle del río Merced. Otro lugar donde detenerse para dejarse sorprender por un paisaje que parece inalterado, casi virginal. Aunque los coches y motos que pasan por la carretera me recuerdan que esta impresión es sólo es una ilusión. El humo de los incendios cercanos provoca una neblina que se suma a la luz del mediodía. No es el momento para lucirse con las fotografías de paisajes.
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Subiendo a Glacier Point
De nuevo subo al coche para dirigirme hacia el valle. Allí tomo la carretera hacia Wawona y más adelante la desviación a Glacier Point. Esta es una de las carreteras del parque que cierra entre noviembre y mayo ya que el ascenso de más de 30 Km. tiene lo suyo. Aquí el paso de las estaciones deja su huella en los seres vivos, sobre todo en los viejos árboles más expuestos a las nevadas y ventiscas. Este es un entorno que puede llegar a ser mortal en los durísimos inviernos.
La primera parada debe hacerse en el estacionamiento del Sentinel Dome&Taft Point Trailhead. Desde este punto parte un camino de 1,8 Km, hacia el mirador del Taft Point ubicado sobre el valle a 2.287m de altura. Las vistas son de vértigo y asomarse al borde de la roca con ese vacío vertical sin apenas protección impone auténtico respeto.
Lo recuerdo de mi primera visita, porque esta vez me ha resultado imposible llegar. Una rama rota atravesó ayer la suela de mi bota en Mariposa Grove dejándome el pie derecho en un estado calamitoso. Y la caminata de hoy por la catarata no ha ayudado a mejorar su estado. Así que prosigo hasta que la carretera que termina en Glacier Point, uno de los lugares que personalmente me parecen más increíbles del Yosemite N.P.
Y no soy el único visto la cantidad de colegas fotógrafos con cámaras, trípodes, objetivos y demás parafernalia que se asoman al vacío desde 2.199 m. Consigo encontrar un hueco para montar mi equipo apenas a un metro del precipicio. Estamos todos asomados al abismo intentando obtener la mejor toma de un paisaje sin igual. Y esta es una caída al vacío de un kilómetro exacto ya que el valle se encuentra a 1.200m. sobre el nivel del mar. Un mal paso y adiós mundo cruel. Mejor andarse con mucho cuidado por aquí.
La tarde empieza a caer y el atardecer se presenta muy «visual» con un cielo límpido en el que flotan algunas nubes altas. Toca esperar y disfrutar del paisaje. Justo enfrente tengo la inconfundible mole de piedra granítica del Half Dome con sus 2.639 m. que se va volviendo dorada con la última luz del día.
La gente aprovecha para fotografiarse con este paisaje majestuoso de fondo. A sus pies, casi un Km. más abajo el agua se despeña por las cataratas Vernal y Nevada. Desde la lejanía soy capaz de escuchar el rugir del agua al caer pues el silencio es casi absoluto.
El clak, clak de los obturadores de las cámaras que me rodean es el único sonido que rompe la magia, pero es un sonido hasta agradable. El día se extingue poco a poco pero el cielo no se llena de color. Es este un atardecer suave, de tonos naranjas y azul claro, sin grandes contrastes ni colores dramáticos.
Se hace de noche, hace frío y empiezo a recoger el equipo. Me despido de los colegas que aguantan el tipo y se quedan para hacer fotos nocturnas esperando ver la luna en una noche estrellada.
Pero justo antes de llegar al estacionamiento me doy la vuelta y veo, ya casi sin luz, la silueta inconfundible del Half Dome asomando entre la silueta oscura de los árboles. Es inevitable. Vuelvo a sacar la cámara a toda prisa para tomar la última foto antes de que se desvanezca ese último y evanescente haz de luz mortecina.
Y de nuevo, como desde hace miles de años, cae la noche en el Yosemite Valley, en silencio, con las primeras estrellas tililando en un cielo que se tiñe de un intenso azul.
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Hacia Tuolumne Meadows por la Tioga Road
Si tenéis tiempo, os aconsejo dedicar un día a recorrer la carretera de Tioga Road que va del Yosemite Valley hacia los Tuolumne Meadows. Esta carretera está cerrada en invierno, y sus paisajes rocosos de alta montaña están mucho menos frecuentados que los el resto del parque.
La carretera es una sucesión de grandes moles de roca salpicadas de extensas praderas cruzadas por riachuelos (meadows). También encontrarás algunos lagos, como el Tenaya, rodeados de bosques de coníferas, haciendo de esta ruta un auténtico muestrario de paisajes idílicos.
Si buscas alejarte de la locura de los atascos veraniegos en Yosemite Valley, este es el sitio.
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Recomendaciones importantes:
- Si viajas a los USA una de las primeras cosas que tienes que hacer para evitar problemas en la Aduana es gestionar la ESTA, el Sistema de Autorización Electrónica que facilita la entrada a los Estados Unidos para estancias por un máximo de 90 días.
Además, recuerda que un buen Seguro de Viajes te va a ahorrar preocupaciones y resolver muchos problemas. Así que ni lo dudes. Desde aquí te recomiendo MONDO, el seguro de viaje inteligente. Además, contratándolo desde aquí obtendrás un 5% de descuento.
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- Lleva calzado resistente de suela gruesa y media caña. Hay infinidad de ramas quebradas que están esperando atravesar tu calzado.
- Lleva ropa de abrigo. Aunque durante el día el calor puede ser infernal, por las noches, incluso en pleno verano, las temperaturas llegan a ser frías sobre todo en las zonas más altas.
- Tómate en serio el tema de los osos y el uso de la bear box. Toda la comida, cremas, perfumes y potingues varios deberán guardarse aquí. Si no lo haces te puedes encontrar en medio de la noche acompañado de un ser peludo (y no va a ser tu pareja habitual). Tampoco dejes nada de comida en el maletero del coche. Los osos son expertos arrancado cercos de goma, ventanas y asientos. Si te encuentras con osos retrocede lentamente, sin correr ni dar la espalda al animal. Por supuesto ni se te ocurra acercarte a una cría, o la mamá osa te puede dar algo más que una palmadita en la espalda.
- No hagas el cabra por la montaña. Cada año los equipos de rescate tienen que atender a más de 200 montañeros y excursionistas accidentados en Yosemite.
- La velocidad está limitada y controlada. Hay muchas patrullas de rangers con autoridad policial, así que no corras.
- Me han picado mosquitos en África, en las selvas de Centroamérica, en el Caribe, en Europa, en el Sudeste Asiático… Pero a los del Yosemite no hay quien los supere en vigor, lozanía y perseverancia. Deben ser el producto de una mutación genético-radiactiva porque son brutales, una auténtica pesadilla. Hasta el punto de que en primavera veréis a mucha gente con monos-mosquiteras cubriéndoles de la cabeza a los pies. Vamos, como un traje de apicultor, pero para mosquitos. Y yo que me reí la primera vez que los vi. Unos días más tarde estaba camino de un hospital hacia San Francisco con más de 60 picaduras y 3 noches sin apenas poder dormir.
- Porque dormir en alguna de las zonas para campistas en Yosemite es una gozada. La tienda, la hoguera, la barbacoa improvisada, las cervezas, los marshmallows, la bear box…El contacto con la Naturaleza es casi total por eso repito: cuidado con los osos. Y con los ciervos y sus cornamentas. Este es un entorno salvaje y aunque los animales están muy habituados a la presencia humana, son animales salvajes.
- Respecto a la fotografía aquí se viene a fotografiar paisajes y si se cruza algún animal, mejor que mejor. Hay que andar mucho, muchísimo. Por eso te aconsejaría no cargar mucho equipo y limitarte a lo esencial: un par de cuerpos con un gran angular y un teleobjetivo, un buen trípode, disparador remoto y mucha paciencia. En el Yosemite Village se pueden contratar (pagando) excursiones fotográficas para ir a los mejores spot. En mi caso preferí descubrirlos por mí mismo, pero sí que pueden resultar interesantes para las noches en las que se puede fotografiar el moonbow fall.
- Para tus excursiones a pie hazte con un buen mapa de los recorridos –trails– en las oficinas de información de los rangers. Aquí todo está indicado y señalizado así que haz un uso responsable de tus fuerzas. Hay muchos caminos fáciles, pero también los hay rompe piernas con desniveles brutales donde te vas a jugar la vida.
- Aconsejo un mínimo de cuatro días para conocer los puntos más destacados de Yosemite. Si te dedicas a caminar y a la montaña le puedes dedicar semanas. O muchos viajes.
- Y sobre todo disfruta del entorno. Camina por entre la hierba y los helechos, mójate en los ríos, trepa por las rocas, toca los grandes árboles, abre tu espíritu y asómbrate ante la grandiosidad y magnificencia de una Naturaleza viva. Tienes la gran suerte de estar en un lugar privilegiado.
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