Una introducción a Provence.
Provence es una región privilegiada donde corre el mistral y la luz del Mediterráneo nos regala con las más suaves tonalidades azules del cielo. Una región que se extiende desde la frontera italiana hasta la desembocadura del Ródano y desde las estribaciones de los Alpes Marítimos hasta el mar Mediterráneo.
El color ocre de los pueblos, el verde de los pinares, vides y olivares y el violeta de la lavanda son los colores de esta región francesa. Y por supuesto los azules cambiantes del mar Mediterráneo en Cassis y Les Calanques, el blanco de las rocas calcáreas y en invierno el blanco que viste las cumbres de los Alpes más cercanos al mar.
Griegos, galos, romanos y godos, caballeros medievales, órdenes religiosas y Papas dejaron su impronta histórica y cultural en forma de un riquísimo legado que todavía hoy está muy presente en sus pueblos y ciudades. Pueblos como Hyeres o como Baux de Provence, pueblo que sólo se puede recorrer a pie con su fortaleza medieval dentro de una cantera de piedra y su Museo de Les Santons, esas figuritas vestidas al estilo provenzal que son uno de los souvenirs más caros de la región.
Ciudades como Arles, que está redescubriendo su pasado romano sumergido en el lodo del Ródano. Una pequeña ciudad que junto a la vecina Nimes, ya en la Occitania, se ha convertido en una de las capitales de la tauromaquia. Además cada verano Arles rinde culto al mundo de la fotografía con una serie de exposiciones de carácter vanguardista.
Tanto Arles como Nimes en la región de Les Bouches du Rhône definen los límites de La Provence por el oeste y están marcadas profundamente por la huella del Imperio Romano. Cada una de ellas cuenta con grandes anfiteatros romanos, de los mejor conservados del mundo. Hoy se han reconvertido en Les Arenes, o sea, en plazas de toros y espacios para espectáculos musicales. Al fin y al cabo la función inicial de los anfiteatros era entretener al pueblo y 2.000 años después la siguen manteniendo.
Hacia el norte la monumental Avignon ha convertido su pasado esplendor como residencia papal en presente cultural. El ambiente que se vive aquí cada verano es de los que le dejan a uno con la boca abierta, porque durante 3 semanas se representan miles de funciones teatrales en calles y teatros. Es el famoso Festival de Avignon. La ciudad se llena de actores y actrices que se pasean por las calles, de luces y animadas terrazas. Y sobre todo de miles de carteles anunciando todo tipo de obras, clásicas y vanguardistas. Avignon queda literalmente empapelada de carteles.
Los paisajes de La Provence han sido retratados por artistas como Van Gogh, Cézanne, Renoir o Picasso. Y su forma de vivir la vida en las novelas y películas de Marcel Pagnol entre otros muchos autores. Tanta belleza la ha convertido desde hace décadas en una de las regiones más turísticas y visitadas de Francia.
Este artículo es sólo una brevísima introducción a la compleja imagen de una región única. Un lugar donde sentarse a ver pasar la vida observando los cambios de tonalidades del Mediterráneo o a pasear bajo el soplo inmisericorde del mistral. Y donde uno está abocado sin remedio a escuchar durante horas el cric-cric coral de las cigarras en verano.
Resumir la variedad paisajística salpicada de montañas de roca caliza, altos acantilados, bosques, fértiles valles, grandes ríos, islas y llanuras aluviales de La Provence es casi una misión imposible.
Como difícil es adentrarse en la mentalidad de gentes aferradas tradicionalmente a la tierra y que se sienten invadidos por las olas migratorias llegadas del resto de Francia y de otros rincones del mundo, sobre todo del Magreb.
Llevo muchos años recorriendo esta región y apenas he podido arañar la superficie de una de las regiones más privilegiadas de Europa. Una región que parece querer protegerse de las multitudes que la invaden en verano y que ofrece su cara más amable en cualquier época del año que no sea julio y agosto.
Y que a pesar de su riqueza tiene uno de los más altos índices de paro de Francia ofreciendo grandes contrastes sociales, económicos y culturales.
Por si esto fuera poco, cuenta con una gastronomía que es toda una amalgama de influencias. Me vienen a la memoria los sabores de la tapenade de aceitunas, el aroma de una boullabaisse de pescado en una terraza al borde del mar o el consistente calor de una cassoulet en invierno. No me puedo olvidar de las omnipresentes pizzas en esta región de fuerte influencia italiana o de los couscous de alguno de los restaurantes argelinos del casco viejo de Marsella, una ciudad que merece una mención aparte.
Y por qué no disfrutar de sus vinos, aquí les encantan los rosados, o de un aperitivo con pastis mientras admiramos el paisaje de alguno de sus villages perchés, esos pueblos construidos sobre promontorios rocosos como Gordes en La Vaucluse. También los construidos sobre colinas en entornos privilegiados como Bormes Les Mimosas en Le Var, o Moustiers Saint Marie en Les Gorges du Verdon sólo por citar algunos de los más hermosos. Hoy son lugares que en verano sufren la invasión del turismo, pero que durante el resto del año son un remanso de paz donde residen y exponen sus obras numerosos artistas.
En La Provence hay sonidos inconfundibles, como el chocar metálico de las bolas de la petanca en las plazas de los pueblos. O el de las voces de los vendedores en los mercadillos donde se venden el melón de Cavaillon, una infinita variedad de quesos, verduras o salchichones de jabalí entre otros muchos productos.
Porque si los sabores, los olores, los sonidos y los colores son importantes para trasmitir las sensaciones que definen un lugar, en La Provence adquieren una importancia fundamental. Esta selección de imágenes es sólo una pequeña muestra de la infinita riqueza de colores, texturas, olores y sensaciones que invaden a los visitantes de este privilegiado rincón de Francia.
Aquí acaba esta primera introducción a una región que se extiende al norte camino de Grenoble y los Alpes. Es la llamada Ruta Napoleón que atraviesa ciudades como Sisteron en un entorno fluvial bellísimo y Gap, donde puedes practicar paracaidismo desde el aeródromo de Gap-Tallard con vistas privilegiadas a los Alpes.
Hacia el este el recorrido por la Costa Azul hacia Italia pasa por lugares que son de sobra conocidos como mecas del turismo de lujo: Saint-Tropez, Cannes, Antibes, Niza y Mónaco. Aquí el paisaje se viste de puertos deportivos abarrotados de yates y veleros, y las calles con atascos de Ferraris, Maseratis y Porsche.
Pero el interior guarda auténticas sorpresas como Grasse con su Museo Internacional del Perfume o Saint-Paul-de Vence, con sus bastiones, murallas y casas de piedra por donde parece no haber pasado el tiempo.. Pero esta zona de La Provence-Alpes maritimes-Côte d´Azur merece un artículo aparte.
Por lo tanto hay mucho más que contar, pero para despertar la curiosidad y el deseo de empezar a conocer una región tan extensa creo que es suficiente. Y es que todavía quedan muchas más razones por las que La Provence es, desde hace mucho tiempo uno de mis destinos favoritos.
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Información práctica:
– La mejor forma de recorrer La Provence es en automóvil. Los peajes de las autopistas son muy caros, así que recomiendo vivamente adentrarse por las estrechas carreteras regionales para perderse entre paisajes y pueblos idílicos, de esos donde parece que nunca pasa nada.
– La mejor época para visitar La Provence es cualquiera menos el verano, y en concreto entre los días 1 de julio y 15 de agosto. Los atascos y la masificación en pueblos, autopistas y playas llega a ser insoportable. Y eso por no hablar de encontrar un lugar para aparcar el coche.
– Recuerda que un buen Seguro de Viajes te puede ahorrar preocupaciones y resolver muchos problemas. Así que ni lo dudes. Desde aquí te recomiendo MONDO, el seguro de viaje inteligente para viajeros inteligentes.
– Si aún así vienes en verano, no te olvides de un buen anti-mosquitos para las zonas costeras y de tapones para poder dormir con el sonoro cric-cric de las cigarras en el interior.
– Prepara la cartera y las tarjetas de crédito. La Provence es cara. Antes de sentarte en una terraza y pedir algo, solicita la lista de precios. Un par de cafés te puede salir por 20€ por no hablar de los precios de los menús en algunos restaurantes.
– Para alojarse recomiendo los hotelitos del interior. En la costa durante el verano los precios de TODOS los establecimientos aumentan hasta el infinito y más allá.
– Aprovecha para hacer un estudio antropológico y cultural paseando por puertos y marinas para observar como viven y disfrutan los humanos privilegiados del planeta: fiestas privadas en grandes yates, glamour por doquier, cuerpazos en las playas, terrazas al borde del mar llenas de gente guapa y morena por donde corre el Champagne…Mirar y pasear todavía es gratis.
– Aprovecha para visitar los parques naturales de la región. Pasea a caballo en La Camargue; súbete a una piragua y rema entre los desfiladeros calcáreos de Les Gorges du Verdón en el interior. O haz submarinismo entre meros y praderas de posidonia en las pequeñas islas de Hyeres, toda una maravilla donde estarás rodeado de verde y tonalidades de azul. Puro Mediterráneo.
– Y por último, cuando hables con los paisanos, nunca, pero nunca, nunca digas que eres de París.
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