El lago Atitlan: paisajes de un lugar único.
El lago Atitlán es uno de los lagos más hermosos del mundo. Recuerdo la primera vez que me acerqué a sus orillas tras llegar de noche a Panajachel en un «chiken bus» abarrotado. La Vía Láctea brillaba en la oscuridad del cielo y su resplandor se reflejaba en las aguas del lago.
Nunca olvidaré aquella imagen ni tampoco la tensa situación que se vivía en el país. Eran tiempos difíciles. La guerra civil que asolaba el país desde hacía 30 años estaba llegando a su fin con un balance terrible. Se calcula que hubo doscientos mil muertos, unos cuarenta y cinco mil desaparecidos y cerca de cien mil desplazados. La gran mayoría pertenecientes a las diferentes etnias mayas que pueblan Guatemala muy presentes alrededor del lago Atitlán.
En realidad las orillas del lago Atitlán están pobladas por 3 etnias repartidas entre doce pueblos con nombres de santos o apóstoles. La etnia tzutuhil habita las orillas sur y oeste, y los quiché y cakchiquel la orilla oriental. Precisamente la orilla sur fue una de las zonas más castigadas por la guerra entre 1981 y 1983. A pesar de los años pasados desde entonces todavía sentía el recelo de los indígenas cuando llegué por primera vez a recorrer los pueblos que rodean el lago Atitlán.
Un blanco que parecía gringo y además hablaba lo que aquí se llama «la Castilla«, el castellano. Esas reticencias eran todavía mayores entre las mujeres. Por aquel entonces yo no lo sabía, pero que una mujer atliteca hablara en español era algo bien extraño. Sólo lo hablaban aquellas mujeres que habían ido a la escuela o había tenido relación con extranjeros debido al comercio o al incipiente turismo. En realidad por entonces a muy pocas niñas se les permitía estudiar, privilegio reservado a los niños. Y siempre necesitaban del permiso de los padres para poder trabajar fuera de casa. La estructura social tradicional indígena las abocaba a las labores tradicionales del hogar y por lo tanto a un aislamiento controlados dentro de sus comunidades.
Con el paso de los años la situación ha ido cambiando sutil, pero inexorablemente. La mujer, siempre presente en los mercadillos tradicionales, está al frente de tiendas, comercios, restaurantes y negocios turísticos. Y a día de hoy la mayoría de las niñas asisten a la escuela y son capaces de hablar en español o en tzutuhil.
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Sololá: bienvenido al mundo maya
El lago Atitán es un lugar único. Tanto por su espectacular marco geográfico al estar rodeado de los volcanes Atitlán, Tolimán y San Pedro, como por su patrimonio cultural y humano. Si partimos desde ciudad de Guatemala tardaremos unas tres horas en llegar a Panajachel. El antaño pequeño pueblo de pescadores se ha convertido en los últimos años, junto con Santiago Atitlán, en el centro turístico de toda esta zona.
Aunque las zonas más turísticas de Guatemala son relativamente seguras, es muy recomendable contratar un Seguro de Viajes con las mejores coberturas. Un Seguro de Viajes te ahorrará preocupaciones y muchos problemas. Por eso te recomiendo MONDO, el seguro de viaje inteligente para viajeros inteligentes. Además si lo contratas directamente desde aquí tendrás un 5% de descuento.
Para una auténtica experiencia local siempre recomiendo hacer este tipo de viaje en los «chicken bus«, esos autobuses decorados tan típicos de Guatemala y que son el nexo de unión de cada rincón del país. Un recorrido a toda velocidad por sus carreteras mientras suben y bajan pasajeros, bultos y animales es una experiencia que todo viajero debería experimentar unas cuantas veces en su vida.
Antes de llegar a Panajachel os recomiendo parar en la población de Sololá. Sobre todo si coincide con alguno de los días de mercado. El mercado, que hasta hace unos años se celebraba en las calles que rodean a su hermosa iglesia, se realiza ahora en un lugar techado. Personalmente creo que ha perdido parte de su encanto. Pero aún así resulta todo un espectáculo de colores, vestimentas y sonidos donde se concentra toda una representación de los pueblos mayas que habitan la zona. Si nunca has estado en Guatemala este lugar te va a dejar impactado. Bienvenido al mundo maya.
Desde Sololá puedes tomar otro «chiken bus» a Panajachel, o subirte a la parte de atrás de una pick-up para tener una experiencia todavía más cercana a la realidad de muchos de los habitantes de esta zona. Tras dejar atrás Sololá y su colorido cementerio, la carretera comienza su descenso hacia Panajachel. Desde aquí disfrutarás de algunas de las más impresionantes vistas del lago. Si puedes para en algún mirador para hacer unas fotos y disfrutar del espectacular marco natural que se abre ante tus atónitos ojos.
El color azul del lago varía según la intensidad de la luz solar. Un lago enmarcado por las siluetas cónicas de volcanes revestidos de verde que se elevan directamente desde las orillas. Desde aquí todo parece inmóvil, como si el mundo se hubiera detenido. Sólo fijándonos veremos los pequeños cayucos y las lanchas que surcan el lago uniendo los pueblos de sus márgenes.
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Primera parada, Panajachel
La vida en Panajachel, la principal población de la orilla norte del lago, transcurre al ritmo que impone el turismo. No esperéis encontraros con un lugar lleno de encanto ni monumentos coloniales como la ciudad de Antigua. Las calles que hace unos años eran de tierra batida, hoy están asfaltadas; el embarcadero, antes plagado de canoas de madera de los pescadores, hoy está lleno de barcos a motor que llevan a los turistas a los pueblitos del lago. Y en sus orillas se levantan hoteles y restaurantes que afortunadamente respetan ciertos criterios estéticos tradicionales. Aquí encontraréis también tiendas, pequeñas pensiones familiares y hoteles. Pero también edificios de reciente construcción que afean el pueblo (esa horrible torre de apartamentos verde oscuro habría que derribarla).
Afortunadamente hay cosas que no cambian como la magnífica y omnipresente silueta de los volcanes que rodean el lago, las vistas del lago desde sus orillas y, sobre todo, la amabilidad de la gente. Y aunque el turismo está alimentando un cierto bienestar económico, todavía persiste la imagen de niños y niñas vendiendo recuerdos y artesanías a todo turista que se acerque para ayudar a una economía familiar todavía de subsistencia.
Si os decidís a pasar una o dos noches en Panajachel, no lo dudéis, lo mejor es el hotel Posada Don Rodrigo con unas buenas instalaciones al borde del lago. Y con un restaurante donde disfrutar de la gastronomía local en la que abunda el pescado y los productos locales. también podrás visitar el Museo Lacustre Atitlán dedicado a los mayas del periodo prehispánico. Otra opción más exclusiva es el hotel Casa Palopó. Desde sus terrazas se disfruta de unas estupendas vistas al lago en un entorno casi de lujo.
Pero además de recorrer las tiendas del pueblo o de relajarnos con el inigualable paisaje en la terraza del hotel, Panajachel es el punto de partida para visitar los pueblos del lago. Y hoy os voy a hablar de uno de los que tienen más actividad y siempre me ha resultado más interesante: Santiago Atitlán. Hay numerosos barcos, grandes y pequeños, que por un módico precio os acercarán a Santiago. El recorrido por las tranquilas aguas del lago en un día soleado y sin nubes es un puro gozo visual.
A lo lejos se distinguen algunos de los pueblos asentados en las orillas del lago. A la izquierda quedan Santa Catarina y San Antonio Palopó. Y a medida que nos acercamos a Santiago a la derecha van quedando San Marcos, San Juan y San Pedro La Laguna. Por cierto, este último pueblo muy parecido a Santiago Atitlán, ha sido uno de los pioneros de Guatemala en prohibir el uso de plásticos y poliestirenos por normativa municipal. La eliminación de todo tipo de recipientes, bolsas y envases de plástico que contaminaban el lago Atitlán ha supuesto el regreso al uso de canastas, hojas de plátano y paños para servir o envolver los productos de uso diario.
Al mismo tiempo esta medida ha ayudado a los pescadores y ha reactivado la economía artesanal de la zona además de reducir la contaminación por plástico en un 80%. Desde San Pedro se está intentando convencer al resto de poblaciones del lago que se unan a esta iniciativa. Esperemos que así sea en beneficio de todos. Pienso en todo esto mientras la lancha se acerca ya a Santiago Atitlán donde me esperan Maximón, su mercado maya y su iglesia colonial donde el sincretismo religioso aúna las tradiciones mayas con las creencias cristianas.
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