Teotihuacán, cuando la Historia se pierde en el olvido.
Cuando uno llega a Teotihuacán y accede a la gran Calzada de los Muertos no puede menos que abrir los ojos de asombro y exclamar: ¡pero qué enormidad es ésta! Porque aquí estas ruinas, además de su grandeza, siguen manteniendo los misterios de su origen, construcción y abandono.
Cuando hace 600 años los mexicas llegaron a las ruinas abandonadas de esta gran ciudad no dudaron en darle un nombre en náhuatl acorde con sus descomunales pero perfectas proporciones: Teotihuacán, «el lugar donde los hombres se convierten en dioses» o «Ciudad de los Dioses«. Los mexicas ignoraban absolutamente todo de su origen y de sus habitantes. Y así seguimos hasta hoy, o casi.
Todavía hoy desconocemos cuál era el nombre original de la ciudad, quienes eran las gentes que la construyeron y la habitaron durante varios siglos. Y tampoco se conocen las razones por las que la abandonaron. Mientras tanto las excavaciones arqueológicas continúan aportando nuevos datos que están permitiendo reconstruir parte de un esplendoroso pasado perdido en el tiempo.
Las cosas claras: ni mayas ni mexicas (aztecas). Los teotihucanos vivieron aquí muchos siglos antes. Y por supuesto los españoles no tuvieron nada que ver en su desaparición.
Lo que sí se sabe es que los orígenes de Teotihuacán se remontan a hace unos 600 años a.C. Pero no fue hasta 200 años d.C. cuando se iniciaron las mayores construcciones de la ciudad, la Calzada de los Muertos y las Pirámides del Sol y de la Luna. El comercio de la obsidiana y la expansión de la agricultura sentaron las bases de la diferenciación social y el paso hacia una organización estatal más compleja. Hacia el año 600 d.C. Teotihuacán alcanzó su mayor esplendor cultural y religioso. Durante esta etapa llamada Periodo Clásico la ciudad se organizó en cuadrículas en un extenso y complejo entramado urbano donde se calcula que llegaron a vivir unas 200.000 personas convirtiéndose así en una de las mayores urbes de Mesoamérica.
Durante este periodo su influencia económica, cultural y religiosa se extendió hasta las tierras mayas del Yucatán y Belice y Guatemala. Sin embargo hacia el 650-700 d.C. se produjeron una serie de acontecimientos catastróficos iniciados cuando la ciudad fue incendiada y destruida en gran parte coincidiendo con una probable invasión tolteca llegada desde el norte. Las diferencias sociales, las malas cosechas y la pérdida de la influencia comercial son otros factores que buscan explicar por qué Teotihuacán fue abandonada a lo largo de los dos siglos posteriores.
Seiscientos años después los mexicas convirtieron a la abandonada y ya semi enterrada ciudad en un lugar sagrado y de peregrinación. Y todavía en nuestros días durante el solsticio de primavera del 21 de marzo se congregan aquí centenares de miles de personas vestidas de blanco esperando recibir las energías de la tierra. Increíblemente casi 2.000 años después Teotihuacán se vuelve a convertir así por un día en uno de los centros espirituales del planeta.
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Levitando gracias a las fuerzas espirituales que brotan de lo más profundo de Teotihuacán…o eso dicen.
El resto de los días del año Teotihuacán es un auténtico mercadillo de recuerdos frikis. Cada rincón se llena de vendedores ambulantes que persiguen con mucho tesón, y mucha corrección todo hay que decirlo, a todo visitante que entre por alguno de los accesos que tiene el yacimiento arqueológico. Durante la visita es normal que se nos acerquen guías que ofrecen sus servicios con el reclamo de llevarnos a rincones ocultos y palacios inexplorados. También suele ser suficiente con decir un «no, muchas gracias» a los vendedores que protegidos del inclemente sol bajo sombreros de paja, ofrecen educadamente su mercancía. De todas formas este amable «asedio al turista» no hace sombra en ningún momento a la grandeza y la monumentalidad de un lugar cuya memoria se ha perdido en el devenir de los siglos.
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Cómo llegar a Teotihuacán
La forma más sencilla de llegar desde México DF hasta Teotihuacán si no tienes vehículo propio es acercarte hasta la estación de autobuses Central del Norte (línea amarilla del metro) y tras entrar al vestíbulo, girar a la izquierda hasta el fondo donde se encuentra la billetería de la empresa Teotihuacanos. Un billete sencillo cuesta 44 Pesos y hay autobuses cada media hora más o menos. Yo tomé el que salía a las 9:45 y llegó justo una hora después tras un par de paradas en los feos suburbios del norte del DF. El resto de los 50 Km. que separan Teotihuacán de la capital mexicana trascurren por un paisaje llano, árido y seco, plagado de campos grises y árboles ocres que esperan las lluvias primaverales. Campos salpicados de casas bajas sobre cuyos tejados de lata el sol cae a plomo, implacable.
Pero si no quieres complicarte la vida te propongo aquí un viaje organizado a Teotihuacán. Y con los traslados desde y hacia el hotel en Ciudad de México. También te puede interesar ver las pirámides en globo. Desde aquí te lo organizan todo con visita posterior por tierra al yacimiento. Una experiencia realmente increíble que disfruté muchísimo.
El autobús hace su parada en la Puerta 1 del yacimiento arqueológico junto a una gran rotonda donde crece un hermoso parquecillo de cactus, yucas y agaves. Desde aquí a la taquilla hay dos pasos y tras pagar los 64 Pesos de la entrada atravieso la polvorienta zona de estacionamiento hasta llegar a la zona de tiendas y al edificio donde se encuentra un pequeño Museo Arqueológico. Aunque no es excepcional, una visita a este museo nos ayudará a adentrarnos en los misterios de esta ciudad. La exhibición de esculturas, pinturas, objetos ceremoniales y paneles explicativos sobre los principales monumentos, nos permiten conocer su historia además de las últimas excavaciones y descubrimientos que se están llevando a cabo.
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Por fin, Teotihuacán
Y ya estoy aquí, plantado en medio de esa inmensa avenida de 4 kilómetros de largo y 45 metros de ancho llamada, sin razón aparente por los arqueólogos, la Calzada de los Muertos desde donde se pueden observar los diferentes palacios, templos y pirámides de uno de los centros ceremoniales más visitados del mundo. Esta es mi tercera visita a Teotihuacán y todavía me quedo sorprendido ante la grandiosidad y perfección de la urbe que se despliega ante mí. Esos minutos de contemplación inicial, que siempre son mágicos en un lugar así, se complementan con la presencia de los vendedores que se acercan disparados para intentar vender todo tipo de recuerdos.
A estas horas de la mañana el sol cae de manera inmisericorde sobre Teotihuacán y cruzo la polvorienta avenida para dirigirme directamente hacia las escalinatas que llevan hacia la Plaza y el Templo Quetzalcoatl. Aquí se han descubierto una serie de bajorrelieves tallados en la piedra volcánica en forma de serpientes emplumadas que dan nombre al templo y también del dios Tlaloc. Esta zona llamada La Ciudadela es considerada como el centro administrativo y sede de los poderes de Teotihuacán y estuvo totalmente cubierta de tierra hasta que se iniciaron las excavaciones en entre 1918 y 1921. El reciente descubrimiento accidental de un acceso a un túnel subterráneo está aportando nuevos datos y materiales que dan una idea de los secretos que todavía se esconden bajo las piedras de esta ciudad.
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Camino intentando abarcar con la mirada el perfecto conjunto mientras amablemente rechazo los ofrecimientos de los vendedores entre el ruido de los silbatos que simulan el chillido de águilas, simuladores del rugido del jaguar, máscaras, cuchillos y hachas de obsidiana, calendarios solares, mantas y jalapas, calaveras de colores, arcos y flechas, colgantes y pulseras de plata, pirámides en miniatura y abalorios de piedra.
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El Templo de Qutzalcoatl es junto a las pirámides del Sol y de la Luna una de las construcciones más reseñables de Teotihuacán debido el tamaño del recinto donde está ubicado de 400 m. de lado rodeado de plataformas escalonadas y cuatro pirámides. La pirámide en sí ocupa el centro de la plaza y lo más destacado es el conjunto de esculturas que adornan sus cornisas verticales y escalinatas. Hay que subir a lo alto del mirador y bajar por las escaleras posteriores para descubrir los largos cuerpos de serpientes tallados en relieve sobre la piedra, las conchas marinas y las esculturas de cabezas de serpiente emplumadas donde todavía se advierten detalles de la policromía original.
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Desde aquí veo a lo lejos la imponente mole de la construcción más gigantesca de Teotihuacán: la Pirámide del Sol. No puedo evitar sentirme atraído por su enorme estampa y saliendo de nuevo a la Calzada de los Muertos avanzo entre otros visitantes que se dirigen hacia el mismo lugar. Por el camino quedan escalinatas, construcciones de antiguas residencias y palacetes de perfectas simetrías que muestran el alto grado de desarrollo urbano al que llegaron los habitantes de la ciudad hace ya tantos siglos.
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A cada paso que doy maldigo el momento en que me dejé la gorra en casa. La sombra que aportan algunos cactus y árboles resecos es casi inexistente y cuando alcanzo la explanada que se encuentra frente a la plaza que da acceso a la gran escalinata de la pirámide me quedo sin reservas de agua. Y también sin respiración…¡qué maravilla tengo ante mis ojos! La tercera pirámide más alta de México después de la de Cholula y la recién descubierta de Toniná. Nunca ha dejado de sorprenderme su enorme volumen de piedra y el tremendo esfuerzo que debió suponer su construcción. Y es que esa mole de piedra de más de 1.800 años se eleva hasta los 65 metros de altura. El sol sigue cayendo a plomo lo que sumado a la altura y a la pronunciada inclinación de los más de 160 escalones hace que todos los que intentamos llegar a su cima sudemos y resoplemos boqueando como peces fuera del agua.
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Pero el esfuerzo de subir sus cinco cuerpos escalonados merece la pena y es que las vistas desde lo alto de la Pirámide del Sol son únicas, incomparables. Desde la cima y entre el tumulto de visitantes puedo ver todo el complejo de templos y construcciones desenterradas hasta ahora. Las construcciones bordean la Calzada de los Muertos que se prolonga hacia la derecha en dirección Sur-Norte hasta desembocar en la gran plaza que se encuentra a los pies de la Pirámide de la Luna.
Por su orientación se supone que la pirámide estaba dedicada al Sol sin embargo los últimos hallazgos arqueológicos la relacionan con el dios de la lluvia. Y es que recientemente se ha encontrado en su basamento de 200 por 225 m. una gruta con aguas subterráneas quizás ligada a algún culto a la fertilidad o como tumba de alguna personalidad que no sobrevivió a los saqueos. Se cree que su construcción se llevó a cabo, junto con la Pirámide de la Luna hacia el siglo II d.C. y sobre otra anterior más antigua donde se han hallado restos de sacrificios humanos y ofrendas. Estar aquí en lo alto es todo un privilegio y mucha gente cree que la pirámide emana una energía especial que procede directamente de lo más profundo de la Tierra. Debo ser insensible a este tipo de creencias porque la única energía que siento es la solar sobre mi cabeza, pero no lo soy al sentimiento de admiración hacia los que levantaron con sus manos los bloques de piedra y argamasa que forman este impresionante lugar.
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Desciendo cuidadosamente los irregulares escalones con la mirada puesta en mi siguiente objetivo: los cuatro cuerpos escalonados de la Pirámide de la Luna ubicada en el extremo norte de la Calzada de los Muertos. A pesar de que sólo tiene 42 m. parece estar a la misma altura que la Pirámide del Sol debido a que la inclinación del terreno y su ubicación al final de la avenida aporta una perspectiva magnífica. El objetivo de sus creadores fue crear un espacio ceremonial grandioso y todavía hoy, despojados de toda decoración y de los templos que se supone ocupaban sus cúspides, ese objetivo se cumple con creces.
La Pirámide de la Luna preside una gigantesca explanada con un altar central rodeada de otras pirámides escalonadas de menor tamaño. El conjunto es de un equilibrio arquitectónico soberbio y comunica la clara intencionalidad de crear un espacio público dedicado a los rituales religiosos y a glorificar el poder político de sus gobernantes. Con su escalinata principar orientada hacia el extremo sur la Pirámide de la Luna presenta al igual que la del Sol una gran base en relación a su altura lo que las hace aparecer más masivas y menos gráciles que por ejemplo las pirámides mayas. Aún así subir sus 111 escalones y contemplar la magnífica panorámica que se abre ante nuestra vista desde la plataforma intermedia es algo que no tiene precio, de esas escenas que quedan grabadas de por vida en la memoria del viajero.
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Desde aquí se tiene la mejor panorámica de Teotihuacán con las pirámides que conforman la plaza a sus pies, la línea recta de la Calzada de los Muertos que parece perderse en el horizonte y la mole de la Pirámide del Sol a la izquierda. Ese el momento en el que piensas que sin duda ha merecido la pena llegar hasta aquí.
Desde aquí hacia la derecha están las estancias del recinto palacial de Quetzalpapálotl, un conjunto bastante bien conservado de edificaciones en el que podremos observar algunos restos de la pintura mural y de la decoración original en estuco. Este es el único edificio que se ha reconstruido casi en su totalidad con su patio rodeado de pilastras cuadradas con tallas realizadas en la piedra volcánica. Justo detrás se encuentra el Palacio de los Jaguares al que se entra por un pasaje anexo y en el que destacan las pinturas murales de extraños felinos que conservan su policromía. En otra construcción adyacente, el llamado Templo de los Caracoles Emplumados, aparecen estelas de piedra decoradas con caracoles marinos y en lo que debió ser la base del templo todavía se conservan unas curiosas pinturas con numerosas cabezas de loros y fuentes de agua.
Acabo este recorrido de casi 4 horas y para tomar el autobús de Teotihuacanos debo regresar a la Puerta 1 caminando de nuevo bajo el tórrido sol. La primera vez que vine se me ocurrió salir por la Puerta 3, la más cercana al Palacio de los Jaguares, y tuve que esperar casi una hora a que pasara un autobús para DF que encima estaba en un estado ruinoso y que paraba cada pocos minutos para subir a algún viajero en un viaje que se me hizo interminable. Los autobuses de la empresa Teotihuacanos que paran en la Puerta 1 pasan cada 15-20 minutos y en una hora estás de regreso en la Central del Norte. Tú decides. Eso sí, regresar de vuelta a la Puerta 1 supone esquivar de nuevo a los vendedores que te encuentras por el camino.
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Esperando el autobús frente a la rotonda donde crecen agaves, nopales y grandes yucas charlo un rato con el policía que amablemente me ofrece un poco de sombra bajo el toldo del puesto policial. No sé cómo pero terminamos hablando de la comida local, de que no podía irme sin probar los escamoles, esas larvas de hormiga que se sirven fritas en mantequilla y con diferentes acompañamientos. Y como no, estando en tierra de cactus, tenía que comer chinicuiles, unos gusanitos rojos que crecen en el tallo del maguey y que se comen fritos o tostados. Y eso por no hablar de los nopales, los caracoles, las setas, el conejo…Menos mal que ya llega el autobús porque ya me estaba entrando el apetito. Tenía claro que al llegar al DF iba a ir de cabeza a algún restaurante para disfrutar de la que considero una de las 5 mejores gastronomías del mundo.
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Durante el regreso mi vista se pierde por los resecos campos pensando en las experiencias del día y en la magnificencia que transmite todavía Teotihuacán a pesar de la destrucción que la asoló, del paso del tiempo y de su abandono secular. Y me queda claro que comprender las verdaderas dimensiones de esta ciudad requiere de una visión de conjunto que todavía no tenemos, porque aquí queda mucho por descubrir. Valga de ejemplo que los dos últimos kilómetros del extremo sur de la Calzada de los Muertos y sus zonas adyacentes todavía ni se han excavado.
Es tal la magnitud de sus dimensiones, su esplendor y su misteriosa y rica historia que la UNESCO le otorgó título de Patrimonio de la Humanidad en 1988. Pero además es el sitio arqueológico más visitado de México. Con todos estos datos y estas imágenes no tienes excusa para no acercarte hasta Teotihuacán, eso sí, no te olvides la crema solar, el sombrero y las reservas de agua. Me lo agradecerás.
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