Mala Strana, la Ciudad Pequeña de Praga.
Mala Strana, la llamada Ciudad Pequeña ubicada justo enfrente de la Ciudad Vieja, tiene la peculiaridad de que parece haber permanecido ajena a los avatares del tiempo y de la Historia. Sus calles empedradas, sus palacetes, la decoración de las viejas fachadas, las cortinas de encaje tras los ventanales de madera…
Todo parece conservado tal cual se construyó lo cual no deja de ser sorprendente. Sólo hay que pensar que este barrio fue fundado a los pies del Castillo en el S.XII y su aspecto decimonónico ha permanecido milagrosamente casi inalterado tras las últimas guerras que han sacudido el continente europeo.
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El acceso más usual a Malá Strana es por el Puente de Carlos vigilado por las dos Torres que flanquean su entrada y en las que destacan sus altos tejados inclinados de pizarra. La más pequeña es del S.XIV y la más alta de estilo gótico del S.XV. Ambas forman una entrada monumental bajo cuyos arcos transcurría el Camino Real hacia el Castillo durante las ceremonias de coronación de los monarcas y que desde aquí continuaban su camino por la calle Mostecká. La torre más alta tiene un mirador en su tejado con vistas al Puente y a la Ciudad Vieja y en su base abre en primavera y verano una pequeña oficina de información turística.
Nada más atravesar el puente a nuestra izquierda veremos una gran zona arbolada, la isla Kampa, antaño conocida por los molinos movidos por la corriente de un brazo del Moldava, el riachuelo Certovka. Hoy queda sólo uno de estos molinos en buen estado y casi oculto entre las viejas casas y la vegetación, el restaurado Molino del Gran Prior, con su gran rueda de madera adosada al exterior del edificio. A orillas del río se pueden recorrer sus agradables jardines y zonas de paseo donde se encuentra el Museo Kampa ubicado en lo que fue uno de los viejos molinos de la isla. Es un museo dedicado al arte moderno de artistas checos y centroeuropeos y no tiene pérdida: los bebés gigantes de David Černý que gatean en su exterior te guiarán hacia su entrada. Las vistas de Staré Mesto y del Puente de Carlos son estupendas desde aquí.
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Hacia el lado contrario del jardín de la isla de Kampa se encuentra una pequeña puerta que conduce a una plaza, la Velkopřevorské náměstí, donde se encuentra el llamado muro de John Lennon. Durante los años 80 y tras el asesinato de Lennon los jóvenes checos conviertieron este muro junto a la embajada de Francia en un lugar donde expresar sus ansias de libertad mientras los regímenes comunistas agonizaban en Europa. Hoy es un batiburrillo de pintadas y grafittis donde apenas se puede adivinar el rostro del cantante. A mí me decepcionó, pero no deja de ser un lugar simbólico que recibe constantes visitas de gente que también quiere dejar la huella de su paso por aquí.
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En las calles más cercanas al río encontraréis numerosos restaurantes especializados en comida húngara, austriaca y checa. La mayoría son recomendables aunque nada económicos. Eso sí, aquí podréis degustar los contundentes platos de la gastronomía centroeuropea a base de cerdo asado con pasta y chucrutte, el omnipresente goulash a base de carne guisada, salchichas con col y puré, sopas de patatas…Y para rematar podéis tomaros uno de esos bollos llamados Trdelník que encontraréis en muchos puestos callejeros. En fin, todo un surtido de exquisiteces que convertirán tus digestiones en auténticas pesadillas. Advertidos estáis.
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Para los aficionados a los museos y en concreto a la literatura aquí, muy cerca del Puente Carlos, está el museo Franz Kafka, uno de los escritores checos más influyentes del S.XX. Encontraréis el museo cuando veáis la fuente con forma de república checa y con dos estatuas orinand, o dentro. Tendréis que estar atentos para ver qué parte de su anatomía masculina se mueve…mientras escribe mensajes en el agua. Esta es otra de las obras polémicas y más gamberras del famoso escultor checo David Cerný. Se dice que es una crítica política a los dos grandes bloques, comunista y occidental, que alternativamente se turnaban para mearse en el país. Sea cual sea el mensaje, se ha convertido en una de las esculturas en movimiento más fotografiadas de Praga.
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Volvemos a las Torres del Puente para tomar la calle Mostecká con sus inmaculados y pintorescos edificios históricos donde aparecen pequeñas esculturas en portales y fachadas que nos conduce hacia el corazón de Malá Strana, la Plaza de la Ciudad Pequeña (Malostranské námestí). La plaza en pendiente está dominada por la Iglesia de San Nicolás que destaca sobre el resto de los edificios gracias a su gran cúpula y su campanario de 65 m. al que se puede subir para tener una vista de pájaro sobre todo el barrio. Las vistas de los tejados de Praga desde aquí son de las más interesantes de la ciudad. Su interior de estilo barroco despunta por sus frescos y es conocida en la ciudad por la calidad de los conciertos que organiza, lo que siempre supone una buena excusa para visitarla.
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Otra de las calles con más personalidad es Nerudova donde se esconden pequeños bares checos donde se huele a cerveza, col y salchichas. También abundan las tiendas de artesanías, sobre todo marionetas y huevos de Pascua, de antigüedades, librerías y pequeños hoteles y restaurantes. La calle Nerudova asciende entre edificios eminentemente burgueses de coloridas fachadas con decoraciones simbólicas que ayudaban a identificar las casas antes de que se numeraran según la labor profesional que ejercía su propietario. Por esolas casas de Malá Strana suelen estar decoradas en sus fachadas con detalles simbólicos como una cabeza de Medusa, o la copa de La Casa de la Copa Dorada propiedad de un orfebre del XVII. De otros emblemas se desconoce su origen como el de la Casa del Cisne Blanco.
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Por aquí también están algunas embajadas como la de Italia o Rumanía que ocupan viejos palacios de fachadas impactantes. Esta es una de mis calles preferidas en Praga y donde uno debe detenerse para disfrutar con los pequeños detalles presentes por todas partes, tras un visillo, en el alfeizar de una ventana o tras una pesada puerta. Finalmente se llega hasta una escalinata que ascendiendo hacia la derecha nos permitirá alcanzar el imponente Castillo de Praga en el barrio de Hradcany.
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Hacia el otro extremo de mala Strana se encuentra la colina donde se ubica el gran parque del Monte Petrín. Este es uno de los lugares preferidos por los habitantes de Praga para venir a pasear, tomar un café en alguna terraza con unas inmejorables vistas a la ciudad o tomar el sol en los días cálidos de verano. Se puede venir caminando o tomando un funicular en la calle Újezd que nos acercará hasta la cima del parque en un recorrido de apenas medio Km. Al llegar arriba os sorprenderá encontraros con una especie de Torre Eiffel que con sus 60 m. de altura es el mirador más elevado sobre la ciudad y el río Moldava. Desde aquí nuestro siguiente objetivo queda bien a la vista: el Castillo de Praga sobre el que se elevan las torres de la Catedral de San Vito.
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