Viajando al pasado desde lo alto de Masada.
Masada seguía mostrándose inexpugnable. Lucio Flavio Silva miraba de nuevo hacia lo más alto de sus murallas fortificadas a 500 m. de altura. Tal como lo llevaba haciendo los últimos meses. Esa meseta que dominaba el desierto de Judea y el Mar Muerto había sido la peor pesadilla del gobernador romano durante demasiado tiempo.
Además desde Roma no dejaban de apremiarlo para acabar de una vez con la resistencia de los judíos allí atrincherados. Pero esta vez Lucio Flavio Silva miraba con satisfacción hacia la ciudadela fortificada por el rey Herodes el Grande casi 100 años antes. Estaba a punto de iniciar el asalto final al último reducto de los zelotes judíos tras 7 meses de implacable asedio.
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Masada, Judea, año 73 d.C.
Desde la terraza superior del Palacio de Herodes un hombre miraba con resignación creciente hacia los campamentos romanos que rodeaban la ciudadela fortificada. Eleazar ben Yair era el líder judío de los más de 900 hombres, mujeres y niños que habían convertido Masada en la pesadilla particular del gobernador romano.
La fuerza de las legiones romanas había caído a sangre y fuego sobre la ciudad de Jerusalén unos años antes. En el año 70 Tito, hijo del emperador Vespasiano, había conquistado la ciudad y puesto a Judea bajo el control definitivo del Imperio Romano. En su furor los romanos destruyeron y saquearon el Templo de Jerusalén del que sólo quedó el muro occidental. El conocido hoy como el Muro de las Lamentaciones.
Tras la ocupación de Jerusalén y del resto de Judea, casi mil judíos radicalizados huyeron hacia el desierto. Eran los zelotes bajo el mando de Eleazar ben Yair. Tras asaltar la ciudadela de Masada y acabar con la pequeña guarnición romana decidieron resistir allí hasta la muerte. Al fin y al cabo Masada era casi inexpugnable. El rey Herodes la había provisto de potentes murallas y de una sola vía de acceso, el Camino de la Serpiente, fácilmente controlable desde las alturas. Además Masada poseía grandes cisternas de agua, zonas de cultivo y reservas de alimentos para varios años.
En la primavera del 73 d.C. tanto Lucio Flavio como Eleazar tenían la vista puesta en un mismo lugar: la rampa que había construido la Legio X para iniciar el asalto definitivo a las murallas de Masada. Eleazar sabía que llegaban las últimas horas de la resistencia judía. Hacía ya 7 meses que más de 15.000 soldados y tropas auxiliares romanas habían levantado 8 campamentos alrededor de Masada. Cualquier intento de huida o llegada de ayuda exterior era imposible.
Restos de los campamentos romanos todavía visibles desde lo alto de Masada
Eleazar miraba aquella rampa de 200 metros de largo desde una de las ventanas abiertas en la muralla más cercana a la Puerta del Agua. Por allí llegaban las canalizaciones construidas por Herodes que conducían la escasa agua de lluvia hacia un conjunto de cisternas excavadas en la parte más baja de Masada. Los últimos preparativos de los romanos estaban en marcha. Sus ingenieros estaban terminando de construir la torre de asedio con un ariete que subirían por la rampa para intentar abrir una brecha en la parte inferior de la muralla. Para los judíos de Masada llegaba el momento de tomar la decisión final sobre sus vidas.
Restos de la rampa de 200 metros usada por los romanos vista desde las murallas de Masada
El día antes del asalto romano los hombres de cada familia de zelotes se reunieron en la sinagoga. Según el historiador romano Flavio Josefo allí Eleazar pronunció las palabras que decidieron a los judíos a auto inmolarse y que han llegado hasta nosotros:
Vayamos a la muerte antes de ser esclavos del enemigo. Libres quedaremos al abandonar este mundo, ¡nosotros, nuestras mujeres y nuestros hijos!
Así fue como decidieron que cada hombre mataría a los miembros de su familia. Luego unos se matarían a otros hasta que quedara sólo uno. Y este último hombre se suicidaría. Cuando los romanos penetraron finalmente en Masada sólo encontraron cadáveres y construcciones en llamas. Los zelotes prefirieron morir libremente antes que rendirse al invasor. Escondidos entre las ruinas aparecieron 5 niños y dos mujeres que revelaron las horas finales de Masada.
Desde ese momento Masada permaneció casi siempre abandonada y en ruinas hasta el día de hoy.
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Masada, Israel, comienzos del Siglo XXI
Me asomo sobre las murallas del lado oeste de Masada y allí sigue la rampa por la que accedieron los romanos hace casi 2.000 años. A la derecha todavía se aprecia la estructura de uno de los campamentos romanos. Su forma cuadrada y parte de su estructura interna son perfectamente visibles a pesar del paso del tiempo. Cierro los ojos e imagino lo que debieron sentir los zelotes durante el asedio romano. Exactamente desde donde estoy. Imagino sus pensamientos viendo cómo día a día los romanos iban cerrando el cerco a Masada. Siento su impotencia ante lo inevitable, su férrea determinación y su angustia ante el fin que les esperaba: la esclavitud o la muerte.
Desde aquí puedo ver las terrazas donde Herodes el Grande levantó su palacio en el lado norte. Las vistas sobre el desierto y el Mar Muerto son de las que le dejan a uno sin habla. A la izquierda quedan las colinas de Qumrán. En 1947 una familia encontró en algunas de sus cuevas los famosos manuscritos del Mar Muerto, los textos bíblicos más antiguos jamás hallados.
Recreación del palacio de Herodes el Grande ubicado sobre terrazas en el lado norte
A la derecha la vista se pierde en el Mar Muerto y las montañas de Jordania. Ya no existen las columnas de mármol brillante del Palacio Norte, ni sus baños privados cubiertos de cúpulas, ni sus patios exteriores asomándose al vacío. De los grandes depósitos de víveres sólo quedan parte de sus muros. Las cisternas de agua son grandes cavidades secas y vacías excavados en la roca. La meseta superior de Masada es un pedregal donde quedan las ruinas de la sinagoga, de las termas y de alguna torre de vigilancia. Ni siquiera el Mar Muerto es ya como era hace dos milenios.
Tal como pasa en muchos otros enclaves históricos del mundo Masada es de esos lugares en donde hay que viajar con la imaginación.
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La Masada mítica
Desde el nacimiento del estado de Israel Masada ha sido convertida en un símbolo de la resistencia judía ante el invasor. Es un lugar mítico al que todos los judíos israelíes vienen alguna vez en peregrinación. Es fácil encontrarse con grupos de jóvenes sionistas, de jaredíes, jasidíes, o de askenazis ultraotodoxos dispuestos a subir a Masada ya sea a pié por el Camino de la Serpiente o en el moderno teleférico.
La primera vez que visité Masada hace ya casi 20 años ascendí por el antiguo Camino de la Serpiente para ver el amanecer sobre el Mar Muerto. Por el camino grupos de jóvenes portando la bandera israelí subían cantando mientras todavía era de noche. Nunca olvidaré ese amanecer en el desierto sentado en una roca de la ladera este de Masada.
Hoy he subido en teleférico. Mientras ascendía cómodamente veía a pequeños grupos de personas subiendo lentamente por el Camino de la Serpiente. Esta era la única vía de acceso en tiempos de Herodes. Todo está igual a como lo recordaba. Bueno, todo no. Las orillas del Mar Muerto han retrocedido mucho en estos años debido a un proceso acelerado de desecación. El río Jordán que alimenta el Mar Muerto ha sido represado para aprovechar al máximo su caudal de agua. Esto está dejando al Mar Muerto cada vez más muerto. Lo que no ha cambiado son las maravillosas vistas sobre el desierto de Judea con las montañas de Jordania de fondo. Sólo por disfrutar de estas panorámicas merece la pena venir hasta aquí.
Tramo del tortuoso Camino de la Serpiente o Snake Path, única vía de acceso terrestre a lo alto de Masada.
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Cómo llegar a Masada y al mar Muerto
Masada se encuentra a poco más de hora y media de viaje desde Jerusalén y a unas dos horas desde Tel Aviv. Pero si no dispones de vehículo propio lo más fácil es una excursión organizada que combina la visita a Masada con una parada en algún balneario del Mar Muerto. De esta forma podrás conocer en un solo día dos de los lugares más icónicos del turismo en Israel. Y así fue cómo visité esta vez ambos lugares.
- Podrás encontrar tours desde Jerusalén y también tours desde Tel Aviv. Incluyen la recogida en el hotel, traslados, guías que te darán toda la información sobre Masada y parada de un par de horas en las orillas del Mar Muerto. Las entradas a Masada y al balneario del Mar Muerto también están incluidas en el precio de esta excursión. La verdad es que más fácil, imposible.
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Flotando en el Mar Muerto
La primera vez que me bañé en el Mar Muerto lo hice en el balneario de En Gedi. Por entonces todavía se podía acceder a pié hasta la orilla, cosa que hoy se hace en un pequeño tren debido al proceso de desecación del Mar Muerto. Esta vez la parada la realizamos en el balneario de Kalia Beach. Como ya sabrás el Mar Muerto es el lugar más bajo del planeta. El descenso del nivel del Mar Muerto hace que la playa de Kalia se encuentre por debajo de los 420 metros bajo el nivel del mar. Aparte de esta curiosidad la gente viene al Mar Muerto a dos cosas: a flotar como un corcho en su superficie y a pringarse con un barro que posee propiedades curativas para la piel. O al menos eso es lo que dicen.
Los balnearios cuentan con todo tipo de comodidades: duchas, cambiadores, restaurantes, tiendas de recuerdos (sobre todo sales de baño, cremas para la piel, etc.), bares, servicio de vigilancia para los bañistas, áreas acotadas de baño…
El porcentaje de sal de este mar interior es tan elevado que flotarás en su superficie como si estuvieras sobre una colchoneta hinchable. Eso sí, has de seguir unas recomendaciones básicas, pero de obligatorio cumplimiento. Lo primero que has de saber es que el agua del Mar Muerto es tóxica, y mucho. Por lo tanto para bañarte has de entrar muy despacio. La orilla es muy resbaladiza debido al limo salino con el que luego se embadurna la gente.
Una vez con el agua hasta la cintura tienes que dejarte caer suavemente de espaldas. Sentirás como el agua te empuja hacia arriba y flotarás como no lo habías hecho en tu vida. La sensación es extraña, como la de bañarse en un líquido aceitoso. Tus pies flotarán por encima de la superficie, por lo que no podrás ponerte de pie. Así que para salir del agua vete acercándote de espaldas hacia la orilla. Desde aquí levántate intentando no resbalar y caerte.
Si el agua te entra en los ojos la has fastidiado. Si tragas agua, te envenenas. Si tienes heridas, te escocerán como si te pusieran fuego. Muy cerca de la orilla hay duchas de agua dulce para sacarte el barro y el salitre, además de aclararte los ojos. Está prohibido zambullirse, salpicar a la gente, saltar en el agua o intentar nadar boca abajo. Siguiendo estas reglas básicas sólo te queda meterte en el agua con una revista o un periódico e irte a leer un rato como si estuvieras en el sofá de tu casa.
Para completar el trámite, príngate de barro de arriba a abajo y déjate sacar al sol. Personalmente te daré mi opinión: repugnante. Hay lugares donde el barro está realmente asqueroso y huele mal sobre todo cuando hace mucho calor. Pero para gustos los colores.
Durante el regreso sólo queda pensar que en un solo día has viajado en el tiempo a la época del Imperio Romano, has visto el desierto de Judea desde el Palacio de Herodes el Grande, has conocido un lugar mítico para los judíos, has visto (desde la carretera) las cuevas de Qumrán, has flotado en el Mar Muerto y te has pringado de barro salitroso.
Desde luego no está nada mal.
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Recomendaciones prácticas:
– Para esta excursión necesitarás llevar un calzado cómodo para caminar por Masada. También unas zapatillas de agua para evitar resbalar cuando te bañes en el Mar Muerto. Además del bañador, toalla, gorra o sombrero y protector solar.
– Sigue las instrucciones de seguridad a la hora de bañarte en el Mar Muerto. Te ahorrarás picores, molestias y acabar como un bacalao desecado al sol cubierto de sal.
Al fondo se ve el Mar Muerto ya casi desecado en esta zona. Hace 2.000 años sus orillas estaban mucho más cerca de Masada.
– La comida no está incluida en el precio del tour. Normalmente se visita primero Masada y se come en el restaurante que hay en la base del teleférico. Siempre te puedes llevar tu comida, claro. Al Mar Muerto se va ya por la tarde para estar de regreso entre las 18-19 horas dependiendo si se sale desde Jerusalén o desde Tel Aviv.
– Si viajas por tu cuenta y quieres subir a Masada por el Camino de la Serpiente has de saber que tendrás que madrugar mucho. El acceso abre a las 5 de la mañana y durante el verano el acceso se cierra a las 10 de la mañana debido al calor. La subida te llevará entre una hora y hora y media. También existen excursiones organizadas que te recogerán en Tel Aviv a las 2 de la madrugada (a las 3 en Jerusalén), para comenzar el ascenso por el Camino de la Serpiente a las 5:30. En este caso el baño en el Mar Muerto lo haces antes del mediodía para regresar a tu punto de partida antes de las 14 horas.
Vayas como vayas antes de viajar a Israel es más que recomendable tener un Seguro de Viajes con las mejores coberturas. Te ahorrarás muchas preocupaciones. Contrata tu seguro directamente desde aquí y tendrás un 5% de descuento.
– Si contratas cualquiera de estas excursiones has de saber que como aspecto negativo pararás en alguna tienda de productos de cosmética del Mar Muerto. Si lo tuyo son las compras de cremas, lo disfrutarás. Si no, aprovecha para tomarte un café tranquilamente.
– Por último, lee algo sobre la historia de Masada para comprender el significado de las ruinas que vas a ver. Si no sólo verás ruinas en lo alto de una montaña con unas vistas, eso sí, esplendorosas.
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