¿Es una nave espacial, una ballena…? No, es el Museu do Amanhá.
Me encuentro parado y boquiabierto frente al Museu do Amanhá, un imponente edificio obra del genial y controvertido arquitecto Santiago Calatrava. Paseando bajo los voladizos de su estructura metálica de inmaculado color blanco me pregunto en qué se inspiró Calatrava para crear semejante envoltorio para un museo.
Lo primero que me vino a la mente fue una nave espacial de Star Wars con Darth Vader respirando lastimosamente en el puente de mando oculto tras la gran cristalera frontal.
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Pero luego me pareció caminar junto al gigantesco esqueleto de una ballena de 338 metros varada en uno de los muelles del puerto de Río de Janeiro. Sin embargo he leído que el arquitecto español se inspiró en las bromelias del Jardín Botánico de Río de Janeiro, por cierto, un lugar maravilloso y poco frecuentado de la ciudad carioca. Mire como se mire, el edificio no deja indiferente a nadie y no me cabe duda de que se convertirá en una de los nuevos iconos de un Río de Janeiro que quiere mirar al futuro con renovado impulso.
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El Museu do Amanhá es una de las grandes obras levantadas en Río de Janeiro con ocasión de los Juegos Olímpicos de 2016. Pero es sólo la parte visible de un gran proyecto de regeneración urbana de la degradada zona centro llamado Porto Maravilha. El Museu es el primer paso de un proyecto gigantesco que quiere revitalizar esta zona casi abandonada a su suerte durante décadas en la Bahía de Guanabara. Y la elección de su ubicación en plena zona portuaria no es casual. En realidad se ha aprovechado para renovar todo el entorno de la Plaza Mauá muy cercana a la Iglesia de la Candelaria, el Monasterio de Sao Bento, la Avenida Presidente Vargas y la Plaza XV de Novembro. A partir de ahora a las típicas visitas al Cristo del Corcovado, a las playas de Copacabana e Ipanema y al Pan de Azúcar, habrá que sumar un recorrido por el olvidado y todavía desastrado Centro de Río.
Mientras camino junto al lateral del museo un zumbido mecánico acompaña el funcionamiento del complejo engranaje que mueve las estructuras cubiertas de 5.492 placas solares. Está especie de aletas cubiertas de paneles están pensadas para acompañar el movimiento del sol mientras alimentan de energía eléctrica al museo. Porque una de las premisas fundamentales a la hora de crear este museo es que fuera lo más eficiente y ecológico posible en términos de sostenibilidad y gasto de energía. Esta vez parece que Calatrava se ha visto obligado no sólo a pensar en la estética de formas y volúmenes, sino también en la funcionalidad y practicidad de su obra. Porque el Museu do Amanhá se ha planteado como un museo de ciencias global de tercera generación en el que al uso de la energía solar y aprovechamiento de la luz natural, se suma el reciclado de agua de la bahía usada en las piscinas que lo rodean.
Dando a la bahía se encuentran los gigantescos pilares del extremo opuesto del museo que se alzan suspendidos sobre una gran estanque. Mientras admiro la enormidad de la estructura que parece flotar en el aire me reafirmo en la idea de que esto es una proeza arquitectónica y de ingeniería. Mientras tanto, solitaria, en el centro del estanque brilla la escultura metálica Puffed Star II en forma de estrella de 20 puntas donada por el escultor norteamericano Frak Stella.
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Las palmeras recién plantadas apenas dan una mísera sombra que proteja del implacable sol que cae a plomo sobre la gran explanada. Y esa fue la razón que me decidió a entrar a visitar el museo. No me suelen gustar estos museos vanguardistas en los que la obra de arte está en el exterior mientras el interior se decora con piezas de relleno. Pero en este caso he de decir que el Museu do Amanhá ofrece una propuesta diferente. De una manera minimalista se propone al visitante un viaje del pasado al futuro centrándose en los cambios y alteraciones que el ser humano está provocando en el planeta. Y cómo nos estamos jugando el futuro de las generaciones venideras. Cambio climático, colapso social, aumento desenfrenado de la población humana…Y en el trasfondo una sola pregunta:
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¿Es este el mañana que queremos?
Nada más traspasar las puertas bajo el gigantesco lucernario acristalado se accede a un gran hall presidido por una bola del mundo. Aquí se adquiere la entrada que cuesta 10 reales (unos 2´5€) con la que podremos acceder a la 2ª planta donde se encuentran las diferentes salas de exposiciones.
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Nada más subir os encontraréis con la fila de personas que espera para entrar en Cosmos, la sala de cine en forma de esfera negra. Mientras esperas puedes disfrutar de los diferentes mensajes y mapas que se van formando en la bola del mundo que parece flotar sobre el hall del museo. La verdad es que entretiene hasta que llega el momento de entrar en la sala para ver la corta película sobre el Universo que nos rodea. A pesar de que la película no es ninguna maravilla, sí lo son la serie de mensajes que invitan a una profunda reflexión: de dónde venimos, qué somos, la materia, el tiempo, el cambio siempre constante…
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A partir de aquí una serie de salas abiertas donde se exhiben grandes cubos multimedia y pantallas gigantes nos enfrentan a los grandes retos y tendencias del futuro: el cambio climático, el crecimiento de la población humana, el avance tecnológico, la expansión del conocimiento o las alteraciones que estamos provocando en la biodiversidad. En definitiva: hacia dónde vamos y cómo queremos ir desde el punto de vista de la sustentabilidad y de la convivencia con nuestro entorno. Y es que aquí se nos pone frente al gran paradigma de un futuro que ya está aquí: en los próximos 50 años la humanidad va a sufrir más cambios que en los últimos 10.000.
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Caminando de sala en sala y tras ver las distintas exposiciones recorres el interior del museo hasta llegar a la parte de atrás. Aquí una gran cristalera se asoma a la piscina reflectante donde parece flotar la escultura de la estrella metálica y a la bahía de Guanabara. Y es desde este mirador desde dónde la estructura voladiza metálica de la parte posterior del museo se aprecia en toda su grandeza y complejidad. De aquí a la rampa de salida hay un paso y nada más descender nos encontraremos de nuevo en el hall del museo.
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En el lado negativo
Estamos en un edificio que ha costado una fortuna en aportaciones públicas y privadas que se vende como ecológico, sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Se han usado miles de placas solares, complejos sistemas de filtrado de agua, materiales de construcción locales y reciclables…Estupendo ¿verdad? Pues sólo hasta que te asomas a las aguas de la bahía que rodean la impoluta plaza y al edificio del museo. Y es que hay basura flotando por todas partes. El contrate entre la mierda que flota en el agua y la límpida y ecológica blancura del museo es de esas imágenes que alimentan la idea de que en Brasil se sigue viviendo entre contrastes extremos.
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Estamos de nuevo en uno de esos museos en lo que a uno le cuesta saber si lo más importante es el continente o el contenido. ¿Cómo seguir justificando esos gigantescos espacios vacíos en un museo de ciencias que se quiere llamar de tercera generación? Espero que las futuras exposiciones permanentes y temporales aporten algo más de material real y no sólo pantallas virtuales.
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Y por último me gustaría que esta maravillosa creación de Calatrava no «cambie» viniéndose abajo por trozos como otras de sus obras y permanezca sólida e inmutable. Porque según dicen por aquí ya se han tenido que realizar obras de mantenimiento en este edificio digno de figurar en cualquier agenda viajera a Río de Janeiro. Y en este caso también será el futuro el que nos dará la respuesta aunque sabemos que la solidez, resistencia y perdurabilidad en el tiempo no son el fuerte de la arquitectura de Calatrava.
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Datos prácticos:
– El Museu do Amanhá se encuentra en la Praça Mauá 1 en el Centro de Río de Janeiro y muy cercano al Museu do Arte. En la plaza encontrarás las letras gigantes con el hashtag #cidadeolímpica. El museo abre de martes a domingo entre las 10 de la mañana y las 17 horas. Los lunes está cerrado.
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– Para llegar al museo la caminata desde la Praça XV de Novembro lleva unos 20 minutos por Rua Primeiro de Março, los mismos que desde la estación de metro más cercana, Uruguaiana. Desde el metro hay que seguir la Avenida Presidente Vargas hacia la Iglesia de Candelaria y girar a la izquierda en Río Branco hasta llegar a la explanada del museo. Desde la Praça XV hay varias líneas de ómnibus que conectan directamente con Praça Mauá. Pulsa sobre el plano para ampliar la imagen.
– La entrada cuesta 10 Reales, unos 2,5€ aunque los martes es gratuito. Te suministraran una especie de llave plástica que te permitirá acceder a la exhibición de Cosmos. Cuando termines la visita deberás devolverla al personal del museo que se encuentra en la rampa de descenso hacia la salida.
– En el museo está permitido fotografiar todo lo que quieras excepto dentro de la sala Cosmos. Tampoco se permite el flash ni los palos de selfies. Pero es en el exterior es donde vas a disfrutar más con tu cámara, sobre todo si tienes un gran angular.
– Cuando hace calor el museo es un refugio ideal: hay baños, cafetería, restaurante, zonas de descanso y un potente sistema de aire acondicionado que congelará todas y cada una de tus gotas de sudor al instante. Además hay WIFI gratis si te registras en la red “Museu do Amanhã.”
– Si tienes la intención de permanecer bastante tiempo en Río de Janeiro, aquí te dejo una web dónde puedes organizar y reservar todas las actividades que te pueden interesar.
– Recuerda que un buen Seguro de Viajes te puede ahorrar preocupaciones y resolver muchos problemas. Así que ni lo dudes. Desde aquí te recomiendo MONDO, el seguro de viaje inteligente para viajeros inteligentes. Además contratando tu seguro desde esta página tienes un 5% de descuento.
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