Photowalk por Lavapiés, un barrio de Madrid en transformación.
Con ocasión del primer photowalk realizado dentro de las actividades para asociados propuestas por MadTB, Madrid Travel Bloggers, os muestro aquí parte de las imágenes que tomé paseando por el castizo barrio de Lavapiés en Madrid.
Un barrio que ha cambiado poco en su paisaje urbano, pero que a lo largo de los años se ha convertido en multicultural y multiétnico.
Muchas de sus viejas corralas totalmente insalubres se han renovado y modernizado. Se han abierto algunas plazas, eso sí, apenas sin árboles. Y la basura sigue presente en sus calles adoquinadas y sus aceras al igual que hace 20 años.
Y es que Lavapiés es un barrio que conozco bien y lo reconozco, nunca me ha gustado. En este barrio trabajé durante un par de años hace ya algún tiempo. Y no fue una de las etapas más felices de mi vida laboral. La droga hacía estragos, los yonkis se pinchaban en las esquinas rodeados de bolsas de basura y los atracos a punta de navaja estaban a la orden del día. Vamos, el lugar ideal para hacer turismo. Afortunadamente las cosas parecen haber cambiado en este aspecto.
Por aquellos años muchas de las casas y corralas carecían de servicios básicos. Casas habitadas por ancianos de clase humilde, familias de gitanos asentados en el barrio con tiendas y puesto en El Rastro, familias que compartían un piso de renta antigua… Un barrio donde todo el mundo se conocía. Las calles, estrechas y sombrías, alternaban pequeñas tiendas y negocios de toda la vida.
Con el paso de los años a Lavapiés fueron llegando nuevos pobladores. Primero fueron sudamericanos y subsaharianos que se hicieron con parte del negocio de la bisutería y los complementos de moda que luego se vendían en los mercadillos populares y en El Rastro.
Luego llegaron los chinos que compraron casi todos los pequeños negocios para instalar sus tiendas de ropa al por mayor. Y también los magrebíes con sus restaurantes y teterías árabes y sus carnicerias halal.
La última oleada ha sido la de los hindús con sus restaurantes económicos de pollo tika masala y demás platos especiados, sus festividades y el añadido aporte cultural y étnico sumado a los anteriores.
Mientras tanto los abuelos y abuelas del barrio seguían haciendo su vida rutinaria mientras a su alrededor se sucedían imparables los cambios.
Para añadirle sabor al barrio, Lavapiés se ha ido trasformando en uno de los lugares más alternativos de Madrid. Los muros que rodean el viejo edificio de Tabacalera se han convertido en el lugar donde los grafiteros pueden expresar todo su arte, siempre con mensaje.
Aquí ondean banderas republicanas en los balcones, abren restaurantes vegetarianos o de cocina más innovadora junto a los clásicos bares de tapeo de toda la vida. Viejos y antiguos negocios se entremezclan al igual que las imágenes de viejos puros humeantes se superponen con la colorida decoración de los bares de moda. Por supuesto no pueden faltar las omnipresentes terrazas que se sacan a la calle en cuanto comienza el buen tiempo.
Hay edificios de okupas entre calles de nombres como «Calle de la Esgrima» y pintadas y escaparates con mensajes hilarantes que por lo menos hacen pensar al personal.
Se abren nuevos negocios y empresarios aventureros comienzan a apostar por Lavapiés instalándose entre los viejos edificios construidos en su mayoría a finales del XIX y principios del XX. Es cierto que no con la fuerza y la pujanza de otros barrios como Chueca, pero quizás esto sea sólo el comienzo.
Uno de los rincones más sorprendentes es el solar habilitado como huerto urbano, una plaza donde se reúnen jóvenes y mayores y los niños juegan entre lechugas, tomateras y parterres de flores. Su nombre es «Esta es una Plaza«.
Mientras tanto las calles de Lavapiés siguen subiendo y bajando, ocultando rincones secretos, arte callejero, escenas diarias y terrazas al sol. Y sobre todo está presente la gente que lo habita dándole ese carácter especial donde se amalgaman culturas y se superponen lenguas, razas y religiones.
Esto es Lavapiés, o por lo menos el que yo vi una mañana de primavera tras muchos años sin recorrer sus calles. Ahora me pregunto si por fin y de alguna manera habré empezado a querer a este barrio.
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Algunas puntualizaciones:
- Un photowalk «oficialmente» se puede definir como una caminata enfocada a fotógrafos y gente que gusta de la fotografía que se hace sobre todo en un entorno urbano o aprovechando algún acontecimiento festivo o popular. Para mi es una oportunidad de conocer un lugar, de descubrir sus pequeños secretos a través de mi cámara, de ver lo que no aparece en las guías, de ver lo que otros no ven, de descubrir a sus habitantes e interactuar con ellos.
- Este photowalk por Lavapiés ha sido planificado en su totalidad por Víctor Ferrando, ha tenido un recorrido de poco más de 6 kilómetros y una duración de 3 horas.
- Para tomar las fotografías utilicé una Nikon D7100 con objetivo AF-S Nikkor 18-200 y una Canon G-15.
- Las fotos sólo han sido editadas para reducir su tamaño y añadir la marca de agua.
- El mayor problema que he encontrado ha sido la reticencia de mucha gente a ser retratada tras pedirles su permiso. Afortunadamente en otros casos no fue así.
- Mi agradecimiento a Víctor por su trabajo y al resto de participantes por su asistencia y participación activa en este primer #MadTBphotowalk.
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