Por el Río Dulce desde el fuerte de San Felipe hasta Livingston.
Tras la visita a las cercanas ciudades mayas de Copán y Quiriguá os aconsejo pasar unos días en Río Dulce. En realidad el interés de esta pequeña población guatemalteca radica en estar situada a orillas del río en un punto intermedio entre el Lago de Izabal y la población costera de Livingston.
Ahí se asentaron los esclavos negros huidos de las plantaciones durante la época colonial y que con el paso del tiempo originaron la llamada cultura garifuna.
Desde el embarcadero de Río Dulce podéis tomar alguna de las lanchas que recorren en un par de horas la distancia que la separa de Livingston. Y desde aquí también salen las lanchas hacia los pequeños hoteles construidos con madera y techos de paja asentados en las orillas del lago Izabal. En cualquiera de ellos podéis dedicaros al dolce far niente. Es decir, a bañaros en el lago, a rascaros la barriga leyendo algún libro, a echar la siesta en una hamaca, a pasear en canoa hasta el fuerte de San Felipe o daros una vuelta en moto acuática por la zona. Simplemente es un lugar para no hacer nada y dejarse masacrar a gusto por los mosquitos a pesar de los ventiladores, espirales de humo, velas y mosquiteras que hay en las cabañas que sirven de dormitorios.
Río Dulce es una comunidad eminentemente fluvial. Apenas hay carreteras y para acceder a los diferentes lugares de los alrededores se debe viajar en barco. Todas las casas, hoteles y negocios a lo largo del río tienen un muelle de atraque. Y los viajeros que llegan por tierra tendrán que contratar una lancha que les haga de taxi en el muelle del pueblo. Todo esto es ya un aliciente para quedarse por aquí al menos un par de días.
Resguardando la entrada al lago de Izabal se encuentra el pequeño fuerte de San Felipe. Fue construido a principios del siglo XVII para defender el comercio y las posesiones españolas en esta zona del Caribe de los piratas que pululaban por aquí. El castillo fue saqueado, asaltado, robado, incendiado y destruido varias veces durante 250 años. Finalmente su reconstrucción se inició en 1955 tras la localización de diferentes planos y documentos en el Archivo General de Indias de Sevilla. Hoy se puede visitar y sorprende que en su pequeño tamaño guarde tantos recovecos. Un lugar curioso para recorrer y una vez más sorprenderse con la huella dejada en América por la Corona española durante el período colonial.
Otra de las cosas que hay que hacer es acercarse hasta Livingston. En primer lugar el trayecto en lancha por el Río Dulce es más que un agradable paseo. La selva parece querer comerse el río mientras todo tipo de aves como pelícanos, cormoranes y garzas sobrevuelan las orillas. Mientras tanto la lancha se desliza a toda velocidad sobre la superficie esquivando islotes y pequeñas embarcaciones. Todo parece lleno de vida y los manglares pugnan por ganar terreno a la corriente fluvial recorrida arriba y abajo por gentes del lugar en canoas a remo, lanchas a motor y veleros.
En segundo lugar, Livingston es la cuna de la única cultura negra de Guatemala, la garifuna. Esta pequeña población a orillas del Caribe con aspecto desangelado y bastante cutre mantiene una cierta vidilla turística. Las playas de sus alrededores y un ambiente especial puede recordar a Potobelo en Panamá, o a ciertos lugares de la costa de Roatán en Honduras. Muchos de sus habitantes llevan las típicas rastas, hablan una jerga propia, fuman todo lo fumable y sobreviven con un particular sentido de la vida. Descendientes de esclavos negros y mulatos huidos o traídos forzadamente a estas costas desde las Antillas Menores, se mezclaron con las antiguas poblaciones mayas. La amalgama de orígenes diversos, de lenguas distintas y el aislamiento de esta costa permitió el desarrollo de una particular filosofía de vida que ha llegado a nuestros días y que enriquece todavía más la diversidad cultural de Guatemala.
Por sus calles, en las casas, en las tiendas y en los bares escuchareis constantemente música reggae y demás ritmos tropicales. La gente es sencilla y amable y los precios asequibles. La especialidad gastronómica local es un caldo de mariscos con plátano llamado Tapado. Y por supuesto el socorrido arroz con frijoles aquí enriquecido con leche de coco. Si os gusta el ambientillo local podéis pasar una noche de viernes recorriendo los bares y locales de baile del pueblo abiertos casi hasta el amanecer.
Personalmente Livingston no me entusiasmó, así que opté por regresar a Río Dulce para darme un baño en el lago Izabal. Y después disfrutar del atardecer tumbado en una hamaca de El Tortugal, uno de los hotelitos mejor montados en esta zona.
Inolvidables las cenas en su terraza al aire libre compartiendo con los amigos un buen ron Zacapa, uno de los mejores rones del mundo. No me cabe duda de que ni Quiriguá ni Río Dulce os decepcionarán.
Viviendo momentos así no puedo evitar pensar que la vida es bella.
Viajar a Guatemala, como a cualquier otro lugar, supone asumir ciertos riesgos. Recuerda que un buen Seguro de Viajes te puede ahorrar preocupaciones y resolver muchos problemas. Por eso te recomiendo MONDO, el seguro de viaje inteligente para viajeros inteligentes. Y si lo contratas desde aquí tendrás un 5% de descuento.
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