Saint Malo, antiguo refugio de piratas y corsarios.
El ímpetu del mar, la fuerza de las mareas y el viento del Canal de La Mancha. Son las fuerzas del océano Atlántico que han conformado el carácter, la fisonomía y la historia de la Bretaña francesa.
A todo esto hay que añadir los bien conservados conjuntos medievales de pueblos y ciudades que remarcan el carácter de una de las regiones más bellas de Francia. Enclavada en el norte de esta región se encuentra la histórica ciudad de Saint-Malo. Su turbulento pasado como base de los corsarios que actuaban en el Canal de la Mancha durante los siglos XVII y XVIII ha convertido su historia casi en leyenda. Tanta actividad marinera acabó por convertir a Saint-Malo en uno de los puertos más importantes de Francia. Y por eso mismo los gobernantes franceses construyeron un impresionante sistema de murallas y fortificaciones como defensa ante los ataques de los ingleses.
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Saint-Malo sobrevivió a los avatares de la Historia hasta que fue invadida por los alemanes en la II Guerra Mundial y destruida por las bombas aliadas casi en su totalidad. Tanto el puerto como su centro histórico fueron arrasados en 1944 tras el desembarco de Normandía. Lo que vemos hoy es en gran parte una reconstrucción bastante fiel de lo que debió ser esta ciudad. Quizás por eso muchas de sus calles y edificios parecen todavía carentes de vida, como si les faltara la pátina que deja el tiempo sobre las viejas piedras. Sin embargo no es un lugar que decepciona en absoluto, sobre todo si la visita coincide con época de grandes mareas en las que el mar puede subir y bajar hasta doce metros ofreciendo un espectáculo único. Al fin y al cabo aquí se producen las mareas más grandes de Europa. Saint-Malo se ha ido adaptando a ese tremendo flujo y reflujo oceánico a base de murallas, rampas y grandes barreras de estacas de madera que debilitan la fuerza de las olas.
Y precisamente vivir en directo un espectáculo natural de esta magnitud era uno de los objetivos de este viaje.
Saint-Malo es una ciudad que en verano se llena de visitantes que vienen a disfrutar de sus playas. Y también de sus paseos en barco por la costa y de lugares cercanos como la ciudad balneario de Dinard o la pequeña pero muy atractiva Dinan. Saint-Malo se convierte entonces en la base ideal para explorar esta parte de la costa bretona, la llamada Côte d’Émeraude, así como el resto de la región.
Pero estoy en primavera y visitar Saint-Malo supone adentrarse en su parte más interesante y atractiva: su casco histórico intramuros. Porque la verdad sea dicha, la ciudad moderna extramuros no merece mucho la pena. La luz de la tarde se abre paso entre pesadas nubes gris-azuladas que anuncian tormenta mientras avanzo por el paseo costero de Chaussée du Sillon. Me dirijo hacia la zona amurallada del centro y a lo largo del paseo la extensa playa de Sillon se abre a mi derecha. La marea baja permite ver zonas salpicadas de grandes troncos de madera oscura clavados como estacas en la arena. Esta especie de bosque de troncos forman parte de la barrera rompeolas que protege a la ciudad cuando sube la marea. A unas decenas de metros playa adentro se encuentra el Fort National, un pequeño fortín que se puede visitar sólo cuando la marea está baja y desde donde se tienen unas bonitas vistas de las murallas que rodean la ciudad. Afortunadamente las murallas resultaron intactas tras la devastación sufrida durante la II GM.
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Ya en el centro se encuentran la zona portuaria y las murallas que rodean el casco histórico o ciudad intramuros. Una vez que se llega al pié de las murallas podéis dejar el coche en el aparcamiento situado frente a la Porte de Saint-Vincent donde se encuentra la Oficina de Turismo. Una vez dentro de la zona amurallada os recomiendo acercaros al Castillo de la Duchesse Anne construido en el S.XV y que está ocupado en parte por el Ayuntamiento y el Museo Municipal. De nuevo en el exterior, en la Plaza Chateaubriand, se encuentra el punto de partida del circuito que recorre los lugares más destacados del casco histórico. También desde aquí se puede acceder por la Porte de St. Thomas a la playa, al pequeño Aquarium de la ciudad, o al llamado Camino de Ronda que permite recorrer a pié y en un par de horas toda el perímetro de la ciudad desde lo alto de sus murallas. Este paseo constituye una visita obligada en Saint-Malo. Sencillamente es fantástico y permite disfrutar de unas panorámicas únicas de la ciudad, de sus playas y del mar del Canal de la Mancha a sus pies.
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El paseo por las murallas de Saint-Malo es algo obligado para llegar a entender la esencia marinera de esta ciudad y su estrecha relación con el Atlántico. Aquí nacieron personajes como Cartier, Chateaubriand o el corsario Surcouf cuya estatua apunta hacia el Canal de la Mancha, lugar por donde navegaban sus enemigos.
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En el centro de Saint Malo se encuentra la catedral de Saint-Vincent donde se mezclan diferentes estilos arquitectónicos ya que su construcción fue iniciada en el S.XII. Terminada cinco siglos después fue parcialmente reconstruida tras los daños sufridos en la II Guerra Mundial. Quizás lo más destacado de la catedral sea su coro del S.XIV decorado con unas hermosas vidrieras. Por las estrellas callejuelas que la rodean todavía se ven algunas viejas casas que pertenecían a antiguos armadores y corsarios. También encontraréis pequeños restaurantes, tiendas de artesanías y de venta de quesos, conservas, chocolates y galletas bretonas elaboradas con mucha mantequilla. Todos estos productos se venden en unas cajas metálicas o con decoraciones muy elaboradas que demuestran lo bien que los franceses saben vender sus productos.
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Cuando atardece hay que acercarse a cenar a cualquiera de los muchos restaurantes que van desde la Rue des Cordiers hasta la Place du Poids du Roi. Hay numerosos paneles anunciando diferentes menús en los que los protagonistas son el pescado y los mariscos, siempre acompañados de un Calvados o una buena sidra bretona. Los precios son bastante variables, así que cada cual que escoja el que más le guste porque al final y por desgracia los pescados se hacen al estilo francés: sumergidos en un baño de salsas a base de mantequilla. Después de la cena podéis dar un paseo bordeando la playa de Sillon para disfrutar del mayor espectáculo de la región: la llegada de la marea alta. Sencillamente es que no hay otra cosa que hacer porque amigos, esto es Francia y aquí parece que el mundo se acaba a las 10 de la noche.
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Viviendo las mayores mareas de Europa
Pero esta noche no es una noche normal. La marea ha subido de una forma increíble y la playa de Sillon ha desaparecido bajo un furioso manto de agua marina lanzado al asalto de la ciudad. El viento sopla cada vez con más fuerza, las olas se levantan y comienzan a rebasar las rampas de las murallas. La gente sale a contemplar con asombro el espectáculo del asedio marino. Las fuerzas de la Naturaleza se han desatado en esta noche de comienzos de abril. La apacible tarde se va tornando en una noche negra en la que el mar se batirá contra una Saint Malo que lleva resistiendo siglos sus embates. En apenas unas horas he pasado de caminar por una playa en calma total bajo una luz primaveral, a tener que resguardarme de esta especie de tsunami que se nos ha echado encima.
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Esa noche el viento rugió como nunca, el oleaje rompió las ataduras de algunos barcos que fueron zarandeados sin piedad hasta acabar hundidos o encallados. Y finalmente el mar traspasó todas las barreras hasta inundar Saint Malo. Desde luego el tema de las mareas en estas costas no es cosa de broma. A la mañana siguiente y con la nueva subida de la marea la batalla continuó. Las calles más cercanas al mar presentaban el aspecto de una Venecia atlántica. Durante la noche el mar había traspasado todas las barreras adentrándose en casas y garajes cortando calles y llenando el asfalto de sal y toneladas de arena. Tras unas horas de relativa calma durante la madrugada, esa mañana volví a presenciar hipnotizado el espectáculo de las olas rompiendo contra las murallas de la ciudad. Entre la lluvia y el viento la espuma del mar se elevaba varios metros para terminar estrellándose contra las fachadas de casas y edificios. En esos momentos, empapado y zarandeado por el viento, pensé que sólo por presenciar este espectáculo había merecido la pena hacer el viaje a Bretaña. Momentos en los que en tu interior sólo sientes la aterradora y fascinante atracción de una Naturaleza desatada.
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Información práctica:
– Como ya he dicho Saint-Malo puede ser la base perfecta para recorrer el norte de Bretaña. Se encuentra a unas 4 horas de París, a unos 50 km. del Mont Saint Michel en el límite con Normandía y a dos horas de Nantes.
– La bahía de Saint Malo es el escenario de las mayores mareas de Europa debido a la confluencia de varios factores. La entrada del océano Atlántico en el Canal Inglés en determinados momentos del año llega a provocar mareas con una amplitud- diferencia entre la marea baja y la marea alta- de hasta 12 metros. Curiosamente cada 18 años un cambio en la órbita de la luna provoca un incremento de la intensidad de este fenómeno. El último sucedió en la primavera de 2015 con unas mareas que superaron los 14 metros entre la baja y la alta.
– Las mayores mareas se producen en primavera y otoño. Antes de viajar os aconsejo consultar el calendario de mareas y sus previsiones para los próximos meses.
– Un buen Seguro de Viajes te puede ahorrar preocupaciones y resolver muchos problemas. Así que ni lo dudes. Desde aquí te recomiendo MONDO, el seguro de viaje inteligente para viajeros inteligentes. Y recuerda que contratando tu seguro desde esta página tienes un 5% de descuento.
– Y recordad que en Bretaña nunca llueve, o que sólo llueve sobre los imbéciles.
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