Momentos que convierten un viaje a África en una experiencia muy especial.
Las Cataratas Victoria constituyen una de las maravillas naturales de este planeta. En este punto fronterizo entre Zambia y Zimbabue el río Zambeze se desploma en una falla abierta en la tierra desde unos 100 metros de altura.
Es como si al Zambeze se lo tragara la tierra. A partir de ahí el Zambeze serpentea por un cañón entre las altas paredes rocosas camino a su desembocadura en Mozambique.
La anchura de las Cataratas Victoria alcanza los 1.7 km de largo, lo que da una idea del espectáculo que ofrece a los visitantes. Las nubes de agua vaporizada asciende hacia el cielo desde el fondo del cañon. Al mismo tiempo el retumbar del agua en su caída se oye a centenares de metros de distancia. La combinación de ambos fenómenos le ha valido el sobrenombre de Mosi-oa-Tunya, el humo que truena.
Todo esto le ha valido el título de Patrimonio de la Humanidad, además de formar parte de dos parques nacionales, uno en Zambia y otro en Zimbabue. Y con tantos atractivos es uno de los lugares más visitados por los turistas en todo el continente africano. En sus orillas se ha creado toda una infraestructura turística que es capaz de satisfacer todas las ensoñaciones viajeras: safaris en el Parque Nacional Chobe, vuelos en helicóptero, rafting, tirolinas, hoteles de auténtico lujo…Sin embargo aquí os voy a hablar de sólo dos. Una de ellas la podrás realizar cualquier día que visites las Cataratas Victoria. La otra hay que planearla con antelación, sólo es posible realizarla 3 días al mes, y únicamente durante los meses en el que el Zambeze lleva agua. Luego os explicaré el por qué.
Atardecer navegando por el Zambeze
Esta es una de las actividades estrella a realizar tanto en Zambia como en Zimbabue. Al fin y al cabo el Zambeze marca la frontera entre ambos países. En mi caso la realicé desde Victoria Falls en Zimbabue. Hay varias empresa que ofrece esta excursión para ver el atardecer navegando por el Zambeze mientras disfrutas de la vida natural a orillas del río. Más o menos toda ofrecen lo mismo:
- trasporte desde el hotel, tanto a la ida como al regreso
- hora de partida del barco sobre las 16:30 con regreso a las 18:30. Hay ligeras variaciones según la época del año. Por lo tanto el viaje es de unas dos horas de duración
- bebidas incluidas, todas las que puedas beber, incluidas las alcohólicas y un refrigerio.
- disfrutar de uno de los paisajes fluviales más hermosos del continente. Por no hablar del maravilloso atardecer
Este es una actividad apta para todo tipo de personas y edades, se realiza todos los días y los precios rondan los 50 dólares. Os recuerdo que aquí todo se paga en dólares, aunque en algunos lugares admiten Rands sudafricanos y Euros.
Como queda dicho, en Victoria Falls todo está pensado en torno al turista. Por lo tanto sólo tienes que reservar, pagar y la empresa que has elegido se encarga del resto. En mi caso fue Shearwater, una de las más importantes de todo el país, y que organiza todo tipo de actividades imaginables. Son puntuales, eficientes y ofrecen lo que publicitan. En definitiva unos profesionales.
Tras la recogida en el hotel hay unos 15 minutos de trayecto hasta el embarcadero. Allí nos espera un recibimiento con música local incluida. Acto seguido subes a un barco de la compañía donde podrás disfrutar del espectáculo sentado, de pie, tomando todos los gin tonics o cervezas Zambezi, la cerveza local, que quieras.
No hay nada más que hacer. Dejarse llevar, y hacer tiempo buscando los animales que se asoman a las orillas. Podrás ver jirafas, cocodrilos, elefantes o hipopótamos en su medio natural. Al fin y al cabo estás en un Parque Nacional por donde deambulan a su aire. El tramo que se recorre es el situado justo antes de su caída en las cataratas. Por el camino te acerca a varias islas cubiertas de vegetación semi tropical.
Poco más hay que hacer que no sea ver cómo el sol cae lánguidamente marcando el final del día. Y disfrutar del espectáculo de un cielo que se va tiñendo sucesivamente de todas las tonalidades de amarillos, naranjas y rojos, y finalmente de azul. Ver cómo se pone el sol anaranjado por un lado mientras por el opuesto se eleva una fantástica luna llena resulta inolvidable.
Los colores que tiñen las nubes y las reverberaciones del aire caliente se mezclan con los sonidos de animales, el vuelo de las aves que pasan rozando el agua y el olor de la selva cercana. Mientras tanto, lenta, muy lentamente, el gran disco solar cae tras las silueta oscurecida de la vegetación hasta hundirse en la lejanía del cauce del Zambeze. Es un espectáculo. Todo un espectáculo que sí, merece la pena. Porque es en esos momentos cuando sientes que África te ha atrapado para siempre.
El «moonbow» o el arco iris de luna llena
Es este un fenómeno natural tan extraño y poco común que mucha gente no sabe de su existencia. Se produce en muy pocos lugares del mundo, y las Cataratas Victoria es el único lugar de África donde se puede observar. Y fotografiar si sabes cómo hacerlo.
Ver el arco iris de luna llena es casi un milagro. Se tiene que dar tal serie de circunstancias combinadas de humedad, luminosidad, condiciones climáticas y ángulos tan compleja que es casi imposible verlo. Y es precisamente este cúmulo de complicaciones el que atrae hasta las cataratas Victoria a aguerridas avalanchas de fotógrafos provenientes de todo el mundo.
Sí, este es un espectáculo que cualquier persona puede observar, con mucha suerte, a simple vista. Pero son los fotógrafos los principales cazadores de estas imágenes casi únicas los más interesados en su observación (y captura, claro).
Y digo bien, porque cazadores es la expresión más correcta. Todos vamos, yo incluido, pertrechados con nuestros equipos: trípodes, cámaras, linternas, objetivos, mochilas, protecciones varias contra el agua vaporizada…Todos vamos dispuestos a pelear a «trípode partido» para tomar posesión de nuestro lugar en el mejor «spot«, el mejor lugar desde dónde realizar la toma soñada. Y todos nos peleamos por conseguir la entrada a las cataratas que sólo abre entre las 19 y las 20:30 horas las 3 noches de luna llena de cada mes.
Sólo 3 noches, una hora y media, y además sólo cuando las cataratas llevan agua. Porque en temporada seca el volumen de agua que lleva el Zambeze disminuye tanto que apenas forma el vapor de agua necesario para la descomposición de la luz blanca en los siete colores del arco iris.
Ya había pasado por esa situación en el Parque Nacional Yosemite en California. A pesar de ir hasta allí a finales de junio me encontré con que la Yosemite Fall, una de las más altas del mundo, caía con muy poca agua. Ese año la sequía y las pocas lluvias primaverales se conjugaron para que la poco agua que caía no formara el vapor de agua necesario. Y os aseguro que es una decepción enorme. Planificas las fechas según el calendario lunar, reservas el viaje, coche y hotel y recorres medio mundo para tomar una fotografía. Y cuando llegas sí, hay una maravillosa luna llena que brilla redonda en el cielo despejado de nubes. Pero no hay agua.
Sí, está claro que los que amamos la fotografía de Naturaleza estamos muy locos. Pero es una locura sana.
Sin embargo esta vez el Zambeze lleva agua, y mucha. Estamos a principios de septiembre, justo al comienzo de la temporada seca. Pero el Zambeze viene todavía cargado de agua y el cielo aparece totalmente despejado de nubes. Las condiciones son perfectas. A las 7 de la tarde ya es de noche a las puertas de acceso a las cataratas Victoria. Una larga fila de ansiosos visitantes esperamos en la oscuridad impacientes a que la señorita que está detrás de la taquilla se decida a abrirla. Esta es una actividad que no necesita ser contratada en ninguna agencia, pero muchos extranjeros no lo saben. Basta con acercarse a la entrada del parque en Victoria Falls y comprar el boleto por 40 dólares. Los guías empiezan a colarse, los que llevan una hora esperando se enfadan, se forma un tumulto de gritos y empujones. Al final todos entramos y los guías del parque nos hacen esperar en el espacio informativo que hay tras la recepción. Ya son las 19:30 y corren rumores de que hay elefantes y por eso no permiten acceder a los miradores, de que se ha caído parte del camino…Entonces llega un guía, nos da la bienvenida y nos explica las normas a seguir. La principal es no salirse del camino. El tiempo sigue pasando y cada vez queda menos tiempo para tomar las ansiadas fotografías.
Me dedico a colocar la cámara en el trípode, a poner el foco del objetivo en infinito y a programar el resto de los parámetros de la cámara para tomas nocturnas con poca luz. En ese momento el guía dice «follow us» y pasa por delante de donde estoy iluminando el estrecho camino con una linterna mientras se adentra en la selva. Me coloco justo a su espalda y de ahí ya no me muevo. Cuando miro hacia atrás distingo una fila de centenares de trípodes, cabezas y linternas. Caminamos durante unos 10 minutos mientras la luna llena se muestra ya en todo su esplendor.
Nos acercamos. Ya oímos el rugir de la catarata y nos mantenemos en orden hasta que el guía nos señala uno de los miradores. Por allí asoma un medio arco iris blanquecino entre las nubes de agua vaporizada. No pensé que se pudiera ver tan nítidamente en la oscuridad. Por unos pocos segundos disfruto de la visión del arco iris y de las cataratas iluminadas con un blanco fantasmal.
Se desata la locura y soy de los primeros en plantar mi trípode al borde del mirador. Lo que sucede a continuación es un combate de trípodes, cámaras, linternas y empujones. Todo el mundo quiere su foto, pero unos saben cómo hacerla, y otros no. Saltan los flashes, que no sirve para nada, me sobrevuelan los palitos de selfies para móviles sobre las cabezas, que no sirven para nada… Porque fotografiar en estas condiciones exige de ciertos requisitos:
- Es de noche y apenas hay luz. Vas a necesitar sí o sí, un buen trípode. Y por supuesto una cámara en la que puedas configurar manualmente sus parámetros.
- Llega preparado con la cámara colocada en el trípode, el diafragma del objetivo en su máxima apertura y el enfoque fijado a infinito.
- Te aconsejo traer una cámara sellada o en todo caso, una funda que proteja la cámara del agua vaporizada. Desde ahora mismo te informo que tú y tu cámara vais a acabar empapados.
- Trae una pequeña linterna no muy potente para poder programar los ajustes de la cámara en la oscuridad, y no molestar a los demás.
- Hay que disparar con el temporizador (timer) porque para los que no lo sabéis, el flash es inútil en estas circunstancias. La primera foto la hice con un tiempo de exposición de 10 segundos y con ISO 100 para evitar el ruido (pixelado). Salió demasiado oscura.
- Finalmente y tras varias pruebas conseguí las mejores imágenes con los siguientes ajustes para mi Nikon D7100 con objetivo Nikkor 18-200 mm f/3.5-5.6: Tiempo de exposición 30 segundos, f/5, ISO 400, focal 18 mm y temperatura de color del balance de blancos 4760k.
- Por supuesto los ajustes variarán según la cámara y la luminosidad del objetivo que utilices.
- Mientras la cámara esté disparando evita cualquier movimiento. Y tapa el visor para evitar que las luces y destellos de las linternas de los que te rodean puedan quedar reflejados en la imagen final.
- 30 segundos es mucho tiempo. Y las pequeñas gotas de agua vaporizada mojarán tu lente por mucho que intentes protegerla. Eso, además de la neblina húmeda que lo cubre todo, afectarán quieras o no a la nitidez y claridad final de la imagen.
- La consecuencia de este cúmulo de circunstancias adversas es que para conseguir una imagen decente vas a tener que disparar muchas veces. Qué tendrás que usar diferentes parámetros, además de intentar que nadie toque las patas del trípode, que tu lente no esté cubierta de gotitas de agua, que no te cieguen con las linternas, ni con los móviles ni los flashes.
Ahora que ya conocéis las dificultades inherentes a fotografiar el arco iris de luna en las Cataratas Victoria, comprenderéis que el hecho de conseguir un par de fotos más o menos decentes es casi un milagro.
¿Ha merecido la pena? Esta era la pregunta que me hacía mientras me dirigía hacia la salida. Evidentemente, si te gusta la fotografía, sí. El arco iris de luna es un fenómeno tan extraño que mucha gente no sabe ni que existe. Y hay muy pocos lugares en el mundo donde se den las circunstancias apropiadas para su observación. Es muy difícil verlo si no coinciden las condiciones citadas anteriormente con el ángulo exacto de reflexión de la luz de la luna a una hora determinada. Y a simple vista apenas verás un arco blanquecino, casi fantasmal, si lo ves. Porque sólo usando los largos tiempos de exposición de la cámara salen a relucir de manera muy tenue los colores del arco iris de luna. Por eso digo que para un amante de la fotografía sí merece la pena. Sobre todo porque también es un reto, y uno muy complicado de resolver. Quizás en otras cataratas y disparando desde una mayor distancia te quites el principal problema en las Victoria: el agua vaporizada que te empapa y que lo rodea todo, que flota en el ambiente, y que impide que la imagen final sea lo bastante nítida.
Sin embargo nadie me quite esos minutos en los que disfruté del agua del Zambeze teñida de blanco mientras caía al vacío. De su rugir constante, y del arco iris blanco que se mantuvo inmutable en el cielo mientras un grupo de humanos fanáticos peleábamos por fotografiarlo.
Toda una experiencia en un lugar único.
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