Regreso a Tulum.
A la aventura. Así fue, sin saber lo que me iba a encontrar, como aterricé en el entonces pequeño aeropuerto de Cancún. Era el mes de octubre de 1993. Llegaba cargado con mi mochila, la guía Lonely Planet que sólo se editaba en inglés y una cámara analógica que cubría mis escasas inquietudes fotográficas de entonces.
Desde el primer momento Cancún me pareció un lugar artificial con sus grandes hoteles dedicados a un turismo masivo de sol y playa. En cuanto pude alquilé un VW Escarabajo y me lancé a recorrer lo que fue el primero de mis viajes por la Ruta Maya bajo una lluvia que no me abandonó durante las siguientes dos semanas. Así fue cómo inicié un viaje que años después todavía no ha terminado. Esta vez de nuevo decido alquilar un auto, aunque esta vez mucho más moderno.
Regreso a la Riviera Maya para ver cómo ha cambiado. Para recorrer de nuevo las carreteras del Yucatán y, sobre todo, para volver a los lugares de los que no pude disfrutar hace años. Y entre ellos un nombre propio, un lugar casi mítico convertido en símbolo del México pre-colombino: Tulum. La imagen de sus construcciones mayas elevándose sobre un acantilado rodeado de un mar celeste se ha convertido en un reclamo publicitario reconocido mundialmente.
No hay duda de que el misterio de las viejas ruinas mayas ha constituido un potente reclamo publicitario que ha atraído a millones de turistas. Y ha sido la base sobre la que se ha creado una potente infraestructura hotelera y de servicios. Con los años este entramado turístico se ha masificado y se ha ido extendiendo por toda la costa de la Riviera Maya provocando una cierta perversión de los valores culturales e históricos del legado maya.
En el aspecto positivo hay que decir que se han puesto en marcha diferentes proyectos de excavación y de restauración financiados por instituciones extranjeras, sobre todo de los USA. Y también por los gobiernos centroamericanos que han descubierto en estas ruinas del pasado un auténtico maná económico. Y es que el turismo genera aquí mucho, mucho dinero.
Hace años Tulum era un yacimiento arqueológico ya conocido por el turismo, pero todavía no se encontraba masificado. Por aquel entonces recuerdo que pasé más de 2 horas tomando cervezas en el chiringuito de la entrada esperando a que descargara un intenso diluvio que parecía no tener fin. Y no lo tuvo hasta pasados unos días. Finalmente me quedé con la imagen lejana de El Castillo difuminada por la lluvia, y un mar Caribe gris y revuelto.
Es hora de regresar y ver qué me encuentro. Esta vez sí, me hospedo en un eco-hotel que se encuentra a pie de playa, a apenas un par de kilómetros de la entrada al yacimiento. Los últimos días ha habido tormenta y el mar ha arrastrado hasta la orilla toneladas de algas. Las olas todavía rompen con fuerza, pero el cielo aparece despejado. Y el sol arranca tonalidades verdosas y celestes a este Caribe que se va calmando a medida que pasan las horas.
Afortunadamente el concepto de hoteles ecológicos se ha impuesto aquí a los grandes complejos turísticos de Cancún y Playa del Carmen. Casi todos cuentan con pequeñas cabañas construidos con materiales locales y techos de palapa. Apenas levantan dos alturas y se encuentran inmersos entre la vegetación de palmeras y arbustos que llega hasta la misma orilla de la playa.
El suelo es de arena de playa, en el restaurante se promueve la gastronomía local y los trabajadores del hotel conocen a la perfección su entorno. Una de las primeras advertencias que me hacen es la de no acercarme a los nidos de tortuga que se encuentran marcados y señalizados. Sí, porque en la playa de Tulum, una de las más visitadas de la Riviera Maya, siguen desovando las tortugas. Y así lo puede comprobar en los días que duró mi estancia.
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Relax en la playa de Tulum
Si lo que buscas en tus vacaciones es playa y más playa Tulum puede ser tu destino ideal. La mayoría de los hoteles cuentan con zonas de tumbonas y sombrillas en la playa. Así podrás pasar los días bañándote en el cálido Caribe, pasear por una playa de arena blanca, finísima como la harina, y disfrutar de los amaneceres y atardeceres bajo las palmeras.
Pero Tulum es mucho más que playa. En la carretera costera que conduce hacia la Reserva de la Biosfera de Sian Ka´an hay numerosos restaurantes, clubs de playa y locales de ocio nocturno. Desde la misma playa de Tulum se organizan viajes en lancha para ver las ruinas mayas de Tulum desde el mar, para continuar hacia el arrecife de coral. Allí podrás practicar snorkel y con suerte, además de peces de colores, ver alguna tortuga nadando cerca.
Esta es una actividad que se organiza desde la misma playa. Muchos de los pescadores de la zona, organizados en cooperativa, se han reconvertido al negocio turístico ya que reporta más dinero que la pesca. Por entre 250 y 300 pesos podrás disfrutar de esta actividad que te recomiendo. Los fondos marinos no es que sean una maravilla, pero navegar frente a las ruinas de Tulum y ver El Castillo levantado sobre los farallones de la costa no tiene precio.
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Las ruinas mayas de Tulum. El yacimiento arqueológico
Los orígenes de Tulum están en el periodo clásico maya, entre el año 200 y el 900 de nuestra era. Desde su fundación tuvo una importante función comercial y religiosa que se mantuvo incluso tras la decadencia y desaparición del resto de las ciudades mayas de la región. Fue una de las últimas ciudades todavía habitadas al final de la civilización maya. Y así lo mencionaron los primeros navegantes españoles que llegaron a estas costas en 1518. Siglos más tarde Stephens y Catherwood reconocieron sus ruinas en sus viajes por el Yucatán a mediados del XIX.
Cuando hablamos de historia maya es necesario aclarar que estamos hablando de casi 3.000 años de Historia y de unos grupos de población con hasta una treintena de lenguas. Su expansión se produjo por Mesoamérica abarcando un área que se extiende desde el sur de México hasta Honduras y Guatemala. Los yacimientos arqueológicos de ciudades mayas como Palenque, Chichén Itzá, Uxmal, Tikal, Copán y muchas otras evidencian el nivel de organización social y el nivel técnico y artístico que alcanzaron los mayas. Aunque en ese enorme periodo de tiempo no conformaron una cultura totalmente homogénea, compartieron los mismos ámbitos económico, artístico, religioso y cultural.
Por lo tanto los mayas no vivieron un brillo cultural simultáneo de todas las ciudades y sitios ceremoniales, sino que se fueron escalonando en el tiempo y por los distintos ámbitos geográficos. Mientras unas ciudades alcanzaban su mayor apogeo en un período, otras se debilitaban dejando paso al crecimiento y expansión de la población en nuevas áreas. Cuando llegaron los españoles a principios del XVI su decadencia provocada por siglos de guerras internas, revueltas sociales y crisis alimentarias era ya total. Tulum era uno de los últimos enclaves mayas donde todavía se mantenía cierta actividad debido a su carácter ceremonial.
Es desde el aire desde donde mejor se puede apreciar la privilegiada ubicación de Tulum en la costa, así como su extensión delimitada por una muralla defensiva que rodeaba por completo la ciudad.
Es hora de volver a Tulum y descubrir el por qué de la atracción que ejerce para tantos visitantes llegados de todo el mundo. Lo primero que hay que saber es que para visitar este yacimiento arqueológico con relativa calma es necesario levantarse muy pronto. A las 8 de la mañana soy de los primeros en la taquilla para adquirir la entrada al recinto. Apenas somos una decena de madrugadores los que disfrutaremos de Tulum casi en solitario. En un par de horas comenzarán a llegar los autobuses cargados de turistas desde Playa del Carmen y Cancún, y será casi imposible recorrerla sin hacerlo a empujones.
La mañana se presenta ventosa pero soleada. Los últimos jirones de una tormenta tropical sacude todavía la costa levantando el oleaje y trayendo hacia la costa toneladas de algas que cubren las rocas y las playas. Aunque el mar está revuelto empiezan a adivinarse las tonalidades verdosas y celestes que todos imaginamos en el Caribe. Pero lo que ahora me interesa aparece ante mis ojos al atravesar una abertura en el lado noroeste de la muralla rectangular que rodeaba la ciudad. Historia y naturaleza se funden en un entorno privilegiado. Me encuentro en la Gran Plataforma desde la que tengo la Casa del Cenote a mi izquierda y el conjunto de construcciones de la Plataforma de los Caracoles justo enfrente. Aquí se encuentra el Templo del Dios del Viento, construcción relacionada con Kukulcán, deidad de la mitología maya asociada a los vientos.
A sus pies se encuentra una de las playas más fotografiadas de México. Y no por su tamaño, sino por la belleza del conjunto que conforma la playa rodeada de vegetación tropical con las rocas sobre las que se levanta El Castillo. Hoy la playa está vallada para preservar los nidos de tortugas y cubierta de algas. Aún así es un regalo a la vista. Y sí, los agujeros que veis en la arena de la playa son nidos de tortuga.
El camino conduce hasta las cercanías del Templo del Dios Descendente. Este edificio elevado sobre un basamento de piedra está decorado con la imagen de esa deidad, principal elemento religioso de Tulum. En su fachada todavía se puede distinguir la figura de la deidad cayendo cabeza abajo. Frente a este conjunto está la calzada principal y una de las construcciones más importantes: el Templo de los Frescos. Sus pinturas murales retratan a una serie de seres sobrenaturales y es uno de los testimonios más importantes de la pintura maya de los tiempos prehispánicos.
Más adelante el sendero rodea la mole de piedra del El Castillo, la edificación más reconocible de Tulum. Me asomo al mar y disfruto del espectáculo, de estas vistas únicas y sobre todo me siento privilegiado por vivir momentos como este. Dejo vagar mi mente y mi imaginación se pierde en algún momento del pasado hace ya muchos siglos.
Cerca de El Castillo hay una plataforma de madera con una escalinata que desciende hacia otra pequeña playa. El oleaje sacude las rocas sobre las que toman el sol las iguanas, inmóviles e indiferentes a la presencia de los humanos.
El camino hacia la Plataforma 34 y la salida bordea los acantilados ofreciendo unas vistas magníficas de Tulum. Y esto es lo que enamora de este lugar porque Tulum no es una ciudad maya con grandes construcciones como Cobá o Chichen Itzá. Es el escenario, la perfección del emplazamiento, el mar, las rocas, la vegetación y el contraste de los colores lo que hacen esta visita inolvidable e imprescindible.
Dejo atrás Tulum caminando por el sendero de casi un Km. que conduce al estacionamiento. Son poco más de las 10 de la mañana y avalanchas de turistas avanzan en tropel hacia las viejas ruinas mayas que he dejado atrás. Un lugar al que prometo regresar de nuevo. Tulum me debe un baño en el Caribe a la sombra de El Castillo en un atardecer que quiero adivinar mágico e inolvidable
Así es Tulum en la Riviera Maya. Disfrútalo como se merece.
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Información práctica:
– Tulum se encuentra en el estado de Quintana Roo a 128 km. al sur de Cancún y a 63 km. de Playa del Carmen. El acceso a Tulum Ruinas es muy fácil y está claramente indicado en la carretera. Para acceder a la Tulum Playa es necesario tomar la desviación a la izquierda que se encuentra un km. después de Tulum ruinas. Es la misma desviación que se toma para la Reserva de Sian Ka´an.
– El yacimiento arqueológico de Tulum está abierto todos los días de 8 de la mañana a 5 de la tarde. Para evitar las avalanchas de visitantes te recomiendo llegar a primera hora o por la tarde antes del cierre. Recuerda que a las 16:30 se cierran los accesos. Y ten en cuenta que la visita te llevará unas 2 horas.
– Si visitas Tulum Ruinas en tu auto, deberás dejarlo estacionado en la zona comercial que verás nada más llegar. Las tarifas son variables ya que el estacionamiento no está regulado. Del estacionamiento hasta la entrada donde se compran los boletos hay casi un km. de distancia que puedes hacer caminando o en un trenecito que cobra 20 pesos por el trayecto de ida y vuelta.
– Lleva ropa y calzado cómodo, protección contra el sol y algo de beber. No te olvides tu ropa de baño porque te podrás bañar en la playa que se encuentra al lado del El Castillo.
– Respecto a la zona de playa has de tener en cuenta varias cosas. Si accedes en automóvil vas a tener auténticos problemas para aparcar. La estrecha carretera se convierte en una trampa los fines de semana y durante las vacaciones. La policía de tráfico hace aquí su agosto poniendo multas y retirando vehículos. Puedes optar por acceder al estacionamiento de alguno de los hoteles y contratar el servicio de hamacas y sombrilla del hotel. Así disfrutarás de un lugar privilegiado en la playa, disfrutarás de los servicios del hotel (comida, duchas, etc…) y tendrás el auto a salvo de multas. El coste merece la pena, te lo aseguro.
– Respecto al alojamiento en Tulum a mí no me gustó mucho el pueblo que ha crecido en torno a la carretera y se encuentra a unos 3 km. de la playa. En la playa busca hospedarte en alguno de los hoteles más cercanos a la zona de las ruinas. Los precios son muy variables dependiendo de la época, y suelen estar completos en vacaciones y festivos. Si sigues la carretera por la costa hacia la derecha verás que la playa se hace más y más estrecha. Aquí es donde se encuentran la mayoría de restaurantes, bares y locales de ocio nocturno.
– Y recuerda que en todo viaje a México no te puede faltar un buen seguro de viajes con amplias coberturas ya que te puede ahorrar preocupaciones y resolver muchos problemas. Por eso te recomiendo MONDO, el seguro de viaje inteligente. Además, contratando tu seguro desde aquí obtendrás un 5% de descuento.
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