Bogotá, esa gran desconocida.
Podría empezar esta entrada sobre Bogotá y sobre Colombia citándolas como «esas grandes desconocidas«. Hasta hace bien poco y aún hoy día cuando se habla de Colombia, lo primero que viene a nuestra mente son las imágenes de un país asolado por los cárteles de la droga, las guerrillas de las FARC y el ELN, los secuestros…
Por desgracia no nos acordamos de García Márquez, de Botero, de Cartagena de Indias, de la cumbia, de Juanes, de las maravillosas playas del Caribe… Como toda realidad, la colombiana se oculta bajo múltiples aspectos y diferentes prismas. Su complejidad orográfica marcada por las estribaciones andinas y la selva se suma a su ubicación geográfica entre el Caribe y el Pacífico. Por esto su población de 42 millones de habitantes es una mezcla de diferentes raíces culturales que atesoran una riqueza humana difícil de encontrar en países de su entorno. Colombia no es un país para mente simples ni para el turismo facilón.
Colombia es un país por descubrir y os doy un ejemplo. Tras consultar varias colecciones de revistas de viajes apenas encontré artículos dedicados a Colombia a no ser para hablar de Cartagena de Indias. Sorprendente y más cuando se trata de un país, el 4º en extensión y el 3º en población de Hispanoamérica, poseedor de una riqueza paisajística, gastronómica, cultural y humana desbordante.
Todo viaje tiene un punto de partida y en el caso de Colombia es su capital Bogotá. Es una ciudad que necesita de varias visitas para dejarse conocer pues es difícil hacerse con una urbe de más de 6 millones de habitantes. Una ciudad con unos atascos y un tráfico malditos, con barrios depauperados y calles donde reinan la miseria. Pero también poseedora de barrios elegantes, hermosos parques, calles peatonales, una rica vida cultural y bonitos rincones semi-olvidados a la vuelta de cualquier esquina. Pero lo mejor, sin duda, es su gente. Sorprende que en un país con una historia tan convulsa nos encontremos con personas tan sumamente amables, con una educación exquisita y con una conversación realmente interesante.
La ciudad de Santa Fe de Bogotá fue fundada por Gonzalo Jiménez de Quesada en 1538. Los españoles eligieron un amplio valle rodeado de montañas en un altiplano de la Cordillera Oriental de los Andes llamado la Sabana de Bogotá. El clima por lo tanto suele ser nuboso, con abundancia de días grises, algo de frio y precipitaciones. Pero los días en los que brilla el sol con los frondosos cerros de Monserrate y Guadalupe alzándose sobre la ciudad con sus más de 3.000 m. de altura, Bogotá adquiere un carácter menos grisaceo y plomizo. Ubicada en el centro del país, Bogotá además de ser la capital política y administrativa, es también el principal foco industrial, comercial y cultural de Colombia.
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El cerro de Monserrate
La mayoría de los extranjeros que vienen a Colombia apenas pasarán un par de días en Bogotá a no ser que vengan por trabajo o negocios. Voy a intentar daros una serie de claves para no perder mucho el tiempo y rentabilizar al máximo la visita a la ciudad. Para empezar a ubicarnos espacial y geográficamente quizás lo más aconsejable sea empezar subiéndonos a lo alto de los 3.150 m. del cerro de Monserrate. Eso sí, es imprescindible que el día amanezca más o menos libre de nubes. Y si es posible con algún rayo de sol que nos permita quedar deslumbrados con las vistas de Bogotá extendiéndose por todo el valle.
Lo más sencillo es que un taxi nos acerque a la base del funicular y teleférico que suben a lo alto de Monserrate. Dependiendo de la hora podremos optar por un medio de transporte u otro. El funicular tiene un horario más amplio y su ascenso casi vertical por la estrecha vía que atraviesa la arbolada ladera del cerro es ya de por sí inolvidable. En lo alto del cerro hay una senda entre parterres de flores y árboles que tras unos minutos de caminata nos acerca hasta el santuario que se alza en lo más alto. Por el camino disfrutad de los jardines, y si queréis algún souvenir el acceso al santuario está rodeado de puestos de recuerdos. Aquí se venera la imagen del Señor Caído esculpida en 1556. Y también, curiosamente, a la Virgen Negra que es una reproducción de la “Moreneta” que se encuentra en la Abadía de Montserrat en Barcelona.
Pero lo más espectacular de Monserrate son sus vistas sobre Bogotá y la belleza del entorno natural. Si además tenemos tiempo para disfrutar de la gastronomía, aquí están dos de los mejores restaurantes de la ciudad: el Santa Clara centrado en la comida del país y el Casa San Isidro con una carta más internacional. Desde luego no son baratos, pero el entorno y la ocasión pueden hacer que merezca la pena darse un homenaje.
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De la Quinta Bolívar al centro por el barrio de La Candelaria
Una vez terminada la visita a Monserrate, y desde la base del teleférico, podemos optar por ir caminando al centro histórico de Bogotá. Primero hay que preguntar cómo llegar hasta la Casa-Museo Quinta de Bolívar. Y es que estamos apenas a 5 minutos a pié de la que fue casa y residencia por unos 10 años de Simón Bolívar. Entre batalla y batalla contra las tropas leales al gobierno español de la época, Bolívar pasó poco tiempo en esta casa regalo del gobierno de la Nueva Granada. De todas formas se conservan algunos de sus objetos personales y gran parte de la decoración de la casa con sus muebles y vajillas. Desde luego estos criollos no vivían nada mal. Incluso desde el punto de vista de un visitante del S. XXI, la casa y sus jardines pueden ser el objeto del deseo de la gran mayoría de los habitantes del país. Los jardines son un muestrario de la variedad de la flora colombiana y suponen un agradable contrapunto de calma a la vorágine urbana que se extiende por el resto de Bogotá.
Tras visitar la Quinta de Bolívar tomaremos la Avenida Jiménez de Quesada hacia el centro histórico y colonial de la ciudad, el barrio de La Candelaria. Muchas guías aconsejan a los extranjeros no “aventurarse” solos a pié por esta zona del centro de Bogotá. Pero tras unas cuantas visitas a la ciudad no creo que sea un lugar ni más ni menos peligroso que otros. Con los años las condiciones del barrio han ido mejorando, y la seguridad ha ido en aumento. Simplemente hay que ir con un poco de cuidado y no ir cargado de joyas y cámaras llamando la atención. No os perdáis algunas de las muestras de street art que decoran algunas de sus callejuelas como los del callejón del Embudo, ni el ambiente que rodea la Plazoleta del Chorro de Quevedo. Los murales que adornan muchas paredes conforman un auténtico museo al aire libre de arte popular.
En general la vigilancia policial está muy presente en toda la ciudad, quizás demasiado. No hay negocio, calle o zona residencial donde no patrulle algún miembro de un cuerpo de seguridad público o privado. Son frecuentes los controles de bolsos y mochilas a la entrada de centros comerciales; y los de identidad en el acceso a edificios públicos y viviendas privadas. Hay cámaras de vigilancia y patrullas del ejército y de la policía. Y a la hora de pedir un taxi, no dudes en solicitar el servicio de un «taxi seguro«. Son las consecuencias de encontrarnos en un país que ha vivido durante décadas sumido en una dura y violenta realidad.
Afortunadamente la situación se ha ido relajando en los últimos años, y la psicosis de inseguridad se ha ido diluyendo. Hoy las empinadas calles de La Candelaria están frecuentadas por turistas y apacibles vendedores ambulantes. El moderno, bullicioso y contaminado Bogotá parece quedar muy lejos de aquí, un lugar donde se mantiene el ambiente de pueblo grande. Aquí las casas no pasan de 3 plantas y mantienen balconadas y ventanales de madera. Locales tradicionales como pastelerías de toda la vida, pequeños restaurantes o tiendas de objetos religiosos contribuyen a darle un ambiente ya perdido en el resto de la ciudad.
Os aconsejo caminar sin rumbo y perderos por las estrechas calles del barrio de La Candelaria como la Carrera 4 o la 5. El mayor peligro está en los coches, taxis, furgonetas, motos y autobuses que contaminan con sus ruidos y humos casi todo el barrio. La Candelaria fue donde se fundó y empezó a crecer Bogotá y es el lugar de visita turístico por excelencia de la ciudad. Además de construcciones del período colonial, iglesias y museos, aquí están los edificios de los principales poderes ejecutivos del país en una mezcla arquitectónica que a veces parece un “totum revolutum”. También se encuentran aquí los principales teatros, museos y algunos de los mejores restaurantes y cafés de la ciudad. Y un consejo más: aunque los fines de semana suele estar bastante animado, por las noches hay que andarse con un poco más de cuidado.
Es cierto que Bogotá es mucho más que su centro histórico. Pero como la mayoría de las ciudades de Hispanoamérica, los atractivos para el visitante se suelen concentrar en las zonas coloniales. Son lugares con un encanto especial que nos hacen olvidar las calles plagadas de edificios impersonales, comercios globalizados y zonas residenciales que se parecen a cualquier otra del mundo. El barrio de La Candelaria es sencillamente, diferente. Quizás porque muchos gobiernos se olvidaron de el y de sus gentes durante décadas; quizás porque ahora sí se esté poniendo en valor su riqueza histórica y cultural. Por eso aquí se encuentran las sedes de varias universidades, además de varios museos entre los que quiero destacar el Museo Botero y el cercano Museo del Oro entre otros. Pero esto os lo cuento en el siguiente artículo dedicado a Bogotá.
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Información práctica:
- Si llegas a Bogotá desde el extranjero lo más habitual es que aterrices en el aeropuerto de El Dorado. El trayecto a la ciudad lo puedes hacer en taxi (recuerda que sea de una compañía oficial con mostradores en el aeropuerto) y dependiendo del tráfico puede llevar entre media hora y 45 minutos. Los taxis cuentan con taxímetro y con el recargo del aeropuerto calcula unos 12-15 dólares. También puedes tomar el autobús comprando una tarjeta específica en la misma parada. En Bogotá este servicio lo ofrece el TransMilenio que cuenta con 6 líneas a diferente puntos de la ciudad. Ten en cuenta que entre los transbordos y que van siempre llenos, no resulta el medio más cómodo si vas cargado de equipaje.
- Respecto al alojamiento, existen opciones para todos los gustos y bolsillos. Para los mochileros con escaso presupuesto existen numerosos hostales en La Candelaria. Personalmente encuentro la zona todavía insegura por la noche. Y para salir de copas, a cenar o de fiesta hay zonas mejores. Quizás recomendaría la zona de Chapinero, sobre todo por que ofrece más seguridad y una gran variedad de locales para salir a cenar o tomar algo. Hay alojamientos para todo tipo de presupuestos, y la zona más recomendable es la que se encuentra en la llamada Zona G entre las calles 65 y 75. A partir de esta calle comienza la llamada Zona Rosa, llamada también Zona T, donde se concentra la mayor parte de los locales de ocio nocturno. Si te gusta salir todas las noches, este es tu lugar. Si buscas un tipo de alojamiento más exclusivo y con menos bullicio has de buscarlo en la zona de Chicó, donde se encuentra el Parque de la 93. Aquí encontrarás restaurantes y locales bastante exclusivos, seguridad de día y de noche, centros comerciales y los precios más caros de la ciudad. Si buscas algo todavía más alejado y tranquilo, la opción más recomendable es el barrio de Usaquén con sus calles tranquilas, aire colonial, y muchos, muchos restaurantes donde disfrutar de la amplia variedad gastronómica que ofrece Bogotá.
- En Bogotá las calles están numeradas y están trazadas en forma de damero desde el centro histórico. Al principio el sistema puede resultar confuso, pero es el habitual en muchas ciudades de América. Los números se corresponden con las carreras que cruzan la ciudad de sur a norte y con las calles que van de esta a oeste. Para orientarte lo mejor es pensar que cuanto mayor sea el número de la calle, más alejado estarás del Centro.
- Para empezar a conocer la ciudad, lo mejor es que recurras a una de las Oficinas de Turismo, aquí llamadas PIT (Puntos de Información Turística). Desde la ubicada en el Centro se organizan recorridos guiados y gratuitos a pié por el Centro y La Candelaria. Toman unas 2 horas y se realizan de lunes a domingo entre las 10 y las 14 horas. Los martes y jueves también se hacen recorridos en inglés. Pero antes hay que apuntarse desde la misma web del Instituto Distrital de Turismo o enviando un correo a pitcentrohistorico@idt.gov.co
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