El Zoco de Marrakech, el lugar perfecto para perderse.

El Zoco de Marrakech es un laberinto de tiendas, colores, texturas, sonidos, olores y sensaciones que te trasportarán a otro mundo. Es el lugar perfecto para perderse. Si buscas la esencia del Magreb y conocer una parte muy importante de la cultura del norte de África, entonces el Zoco es tu sitio.

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Confieso que la primera vez que visité Marrakech y me adentré el zoco sentí una mezcla de temor y aprensión ante lo desconocido. Porque cuando no lo conoces, su laberíntico diseño impone respeto. En posteriores viajes esas sensaciones cambiaron totalmente. Tanto es así que el zoco terminó por convertirse en uno de mis lugares favoritos de Marrakech. La sensación de pérdida se convirtió en placentera. El temor a los “guías” pesados, a los mercachifles y a los timadores de extranjeros despistados, se convirtió en confianza. Y el descubrimiento de lo desconocido se convirtió finalmente en un objetivo a seguir.

Acabé buscando los juegos de luces y sombras que dejan las maderas de sus techos y el frescor de sus pasadizos. Porque el zoco es el lugar ideal para refugiarse del implacable sol que achicharra la ciudad gran parte del año. Y para recuperar el placer de caminar de aquí para allá y perderte en los pequeños detalles sin saber adónde te llevarán tus pasos. El zoco exige caminarlo sin rumbo, perder la noción del tiempo y dejar que la mirada se pierda entre la infinidad de objetos que abarrotan hasta el último rincón de cada pequeña tienda.

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Aquí he recuperado el placer de ser un mero espectador. Y es lo que quiero mostraros en este artículo. No quiero ver el Zoco con los ojos del que busca la ganga en el regateo o del que quiere llevarse ese objeto exótico con el que sorprender a familia y amigos. No te voy a convencer de los milagros de rebajar de precio esas babuchas o esas alfombras. Ni a sorprenderte diciendo que no es plata todo lo que reluce…aunque en su mayor parte, sí lo es.

Para mí el zoco es ese lugar donde podrás encontrar los dátiles más sabrosos imaginables. O probar especias desconocidas. También donde buscar antigüedades, o donde vivir los colores y el bullicio de un lugar tremendamente vivo. Donde conversar con los vendedores tomando un té de menta sin prisas y sin la presión de tener que comprar algo. Es la única forma de entender algo de este mundo que te rodea. Y de paso, dejar atrás la imagen de ser un billetero andante, un extranjero más que sólo quiere rebajar el precio de lo que se vende. Quiero ver el zoco con los ojos del que quiere saber más. Siempre más.

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El zoco y su historia

El de Marrakech es el zoco más grande del Magreb. Y a determinadas horas, el más animado y bullicioso lugar de la ciudad más visitada de Marruecos. La mezcla de vestimentas, razas, tonalidades de piel, de locales y turistas, contribuye a dar al zoco un ambiente exótico y cosmopolita. Quizás parecido al de la época de las caravanas que cruzaban el continente para vender aquí sus mercancías. Es una ensoñación momentánea. Porque los productos chinos baratos, las camisetas de los equipos de fútbol o la ropa occidental que venden en muchos puestos del zoco, nos trae enseguida de vuelta al mundo globalizado en el que vivimos.

Como en cualquier ciudad del mundo a lo largo de la historia, los mercados se han celebrado en lugares concretos. Al alcanzar cierta entidad se organizaban por gremios de productores y artesanos según sus actividades para que la gente supiera dónde ir a comprar lo que necesitaba. Por ejemplo, los puestos de frutas y verduras se sitúan en los lugares más cercanos a los accesos para facilitar su compra. Mientras que los productos más elaborados y caros se ubicaban en el centro de los zocos.

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Esta organización práctica, donde también se tenía en cuenta la organización social y el origen geográfico de los vendedores, se ha mantenido desde hace siglos en muchos lugares. Y el zoco, o souk de Marrakech es un ejemplo de ello. También se tenían en cuenta las molestias que podían ocasionar algunos trabajos, sobre todo el de los curtidores de piel. Por eso en Marrakesh las tenerías, que se pueden y te aconsejo visitar, están ubicadas fuera de la Medina. Te sorprenderá ver cómo en pleno S.XXI se curte y tinta la piel con métodos artesanales, incluyendo excrementos de paloma y un olor que tira para atrás.

Antiguamente la zona donde se ofrecían las mercancías traídas en camellos también se ubicaba en las afueras de la ciudad. Por cierto, lo más seguro que durante tu visita se te acerque algún joven para intentar llevarte al “mercado touareg” con sus camellos y todo, que se está celebrando justo ese mismo día (ya es casualidad). Saca tus propias conclusiones.

Por cierto, recuerda que en cualquier viaje a Marruecos es imprescindible un buen Seguro de viaje. Te puede ahorrar preocupaciones y resolver muchos problemas. En mi caso yo siempre viajo con MONDO. Además si lo contratas desde aquí tendrás un 5% de descuento.

Finalmente, acabarás dándote cuenta de que lo que a primera vista parece un lugar desorganizado, está muy estructurado y ordenado. Y así se mantiene desde hace casi 800 años. También hay productos manufacturados se siguen elaborando a la vista de todos. Todavía es fácil ver a artesanos trabajando la madera o el metal a la vista de los posibles clientes en la misma entrada de sus locales.

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El Zoco no, los zocos

Porque en realidad hay varios, y cada uno dedicado a la venta de un determinado tipo de productos. Todos se encuentran unidos por pasadizos, pequeñas plazas y galerías conformando el centro de la Medina de Marrakesh. Por eso es fácil pasar del zoco de las especias al de los textiles, y de ahí al de los orfebres para seguir por el de las antigüedades, y así sucesivamente.

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A la variedad y exotismo de muchos de los artículos en venta, añade el bullicio, la animación y la vida que se vive en estas calles. Al paso de motocarros y burros cargados de mercancías, suma el de las motos, bicicletas, carritos de frutas, pan o verduras, y el de la gente que viene y va. Esta actividad frenética contrasta con las caras de aburrimiento de los vendedores de muchas de las tiendas. Pasan las horas sentados a las puertas de su negocio viendo la vida pasar a la espera de clientes. O reclamando tu atención para que veas su mercancía invitándote a un té para charlar un rato. Y, de paso, intentar que les compres alguna cosa. Y si no compras, no pasa nada.

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Quiero visitar el zoco de Marrakech ¿por dónde empiezo?

Si es tu primera vez en un zoco o en una ciudad norteafricana, te recomiendo contratar a uno de los innumerables “guías” que se te ofrecerán voluntariamente para evitar que te “pierdas”. Hay 2 ventajas en esto. Una vez que lleves un guía a tu lado, los otros te dejarán en paz. La siguiente es que, si tu guía es bueno, te llevará a lugares que probablemente no encontrarías como la zona de las tenerías o a la antigua escuela coránica.

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Pero antes acuerda tus condiciones. Sobre todo, cierra el precio desde el principio. La propina final es cosa tuya. Eso sí, deberás aceptar de forma intrínseca que el guía te llevará de compras por las tiendas de sus familiares y amigos. Si asumes esto desde el principio tendrás una experiencia más gratificante. Disfruta de los tés de menta, de las conversaciones (aquí todos habla varios idiomas) y del regateo, tema del que hablaré un poco más adelante.

Si ya tienes experiencia en África o ya conoces Marrakech, entonces no tengo que darte muchos consejos. Simplemente piérdete por las callejuelas del zoco y disfruta. Un detalle: es sorprendente ver cómo los “guías” ven si eres un experto o no en lugares como este. Cuando te ven, saben perfectamente si pueden sacar provecho viendo tu cara de circunstancias. Si ven que tienen pocas posibilidades, ni se acercan.

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El zoco Semmarine

En la práctica lo mejor es empezar desde la archiconocida Plaza de Jemaa el-Fnaa. En mi artículo sobre esta gran plaza, Patrimonio de la Humanidad y epicentro de la vida de Marrakech, te cuento todo lo que necesitas para disfrutar de este lugar único. Varias de las calles del zoco tienen aquí su acceso principal. Elige la que más te guste y a caminar. Al principio irás dando vueltas alrededor de lo ya recorrido, para ir perdiéndote poco a poco por otras zonas.

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Frente al Café de France tienes un par de calles que te llevarán hasta el zoco Semmarine. Encontrarás tiendas de todo tipo, pero predominan las que venden productos de piel y cuero. Estás en una de las calles más importantes y transitadas del zoco que desemboca en el llamado mercado de las especias. Aquí también encontrarás una multitud de puestos de alfombras elaboradas a mano por las mujeres bereberes. Cada una es diferente y las hay de todos los colores expuestas en las fachadas de las casas y cubriendo cada centímetro de las tiendas.

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Esta es la zona más turística y multitudinaria del zoco. E incluso en algunos momentos puede resultar agobiante. Por eso te aconsejo visitarlo entre las 10 y las 12 de la mañana. A partir de las 17 horas las tiendas comienzan a cerrar y la actividad en el zoco se va ralentizando. Desaparecen los turistas y los vendedores empiezan a dar muestras de cansancio tras una jornada de trabajo.

Dejando atrás el mercado de las especias te encontrarás en el zoco Haddadine. Lo reconocerás por los trabajos de forja y metal, así como por la cantidad de lámparas y el colorido de sus tiendas.

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Si continúas callejeando llegarás hasta uno de los lugares que tienes que visitar sí o sí en Marrakech: la madraza de Ben Youssef. Esta escuela coránica del S.XVI es ahora un museo. No dudes en entrar para descubrir la increíble decoración de su patio de abluciones y sus paredes forradas de coloridos azulejos. Además, la decoración en la madera de puertas y ventanas, así como los artesonados del techo,  son realmente excepcionales.

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Justo detrás se encuentra la mezquita Ben Youssef. Desde aquí puedes perderte de nuevo por una de las zonas menos visitadas de la Medina. Con un poco de suerte llegarás al zoco Cheratin, especializado en curtidos y pieles. Además, en esta zona es donde podrás ver a más artesanos trabajando a pie de calle. Literalmente.

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El zoco Laksour

Volvemos al punto de partida, la Plaza de Jemaa el-Fnaa, para acceder a otros zocos. Desde el Café Argana entrarás en la calle principal del zoco Laksour. De todas formas, estos nombres no te dirán mucho. Sabrás que vas bien cuando te encuentres con la mezquita Mouassinne. A partir de aquí, podrás seguir hasta la madraza Ben Youssef y regresar de nuevo a Jmaa el-Fnaa.

El zoco está salpicado de pequeñas plazas donde encontrarás pastelerías, cafeterías y teterías donde parar a tomar algo y reponer fuerzas. Y también de riads con sus patios bien frequitos. Aprovecha para disfrutar de un tradicional cous-cous o de un tajine. Te aseguro que te ayudarán a reponer fuerzas.

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Durante tu recorrido es normal que se te acerquen vendedoras de orfebrería, guías improvisados, captadores de clientes para sus tiendas, timadores de turistas, mercachifles… Pero también personas que simplemente quieren charlar un rato contigo, o enseñarte sus casas, o unas vistas de la medina desde la terraza de su casa. Esto último pasa sobre todo en las zonas menos turísticas del zoco. Allí por donde sólo caminan vecinos y algunos turistas curiosos a la búsqueda de algo más que lo evidente.

Sea como sea, casi siempre acabarás regresando a alguna placita o calle conocida desde la que volver a orientarte. Y si te entra el agobio, simplemente pregunta por “La Place” (Jemaa el-Fnaa) y sigue las indicaciones.

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De compras y regateo, por el zoco de Marrakech

Tapices y alfombras, joyas, cerámica de Fez, especias, infusiones, hierbas medicinales, bisutería… Objetos de plata, bordados, telas de seda, trabajos de forja, pieles, antigüedades bereberes y touaregs, babuchas, cestería, carpintería, cojines, pañuelos… Dulces árabes rebosantes de miel, aceite de argán, platos y fuentes, tajines, lámparas… La lista de objetos que puedes encontrar en el zoco de Marrakech es interminable.

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Como ya sabrás, ir de compras en Marruecos y tener que regatear el precio es algo a lo que hay que acostumbrarse. En mi caso sigo unas normas muy claras al respecto:

  • No abusar de la paciencia del vendedor, ni que el vendedor abuse de la mía. Al fin y al cabo, son personas que viven de vender sus productos y se sentirán ofendidos si ven que sólo buscas perder el tiempo. Pero que sepan que a mí también me cuesta esfuerzo el dinero que gano.
  • Sólo compro lo que yo quiero, no lo que el vendedor quiere.
  • El regateo es también una oportunidad de conocimiento y conversación. Aprovecha para profundizar en el conocimiento de la cultura y costumbres locales. Recuerdo que uno de mis mejores momentos en Marrakech lo pasé una noche de Navidad tomando té de menta y charlando con un grupo de marroquíes reunidos en una tienda.

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  • Asumir que en algún momento te pueden engañar o que pagarás un precio más alto es una forma de evitar enfados que no van a ninguna parte.
  • Cuando te den un precio, ofrece menos de la mitad de lo que te piden. A partir de aquí dependerá de lo que estés dispuesto a pagar, del tiempo que quieras emplear o de las buenas artes del vendedor. Si ves que tras hacer una contra-oferta no te venden lo que quieres comprar, es que ya has llegado al límite del regateo. Porque nadie te va a vender perdiendo su beneficio. Ni aquí ni en ningún lugar del mundo. Ofrece un poco más, hasta un tercio del precio inicial si realmente estás dispuesto a comprar. Si no es así, da las gracias y a otra cosa.
  • No hay que dejarse llevar por las adulaciones, ni perder la calma o enfadarse. Piensa que el regateo es como una actuación teatral donde todos tenemos un papel. El tuyo, como occidental, es intentar que te engañen lo menos posible. Y el del comerciante, obtener el máximo beneficio.

Y no te preocupes si lo que quieres comprar es algo voluminoso como alfombras, mesas, muebles, puertas, trabajos de forja, etc. Los comerciantes del zoco te lo enviarán a cualquier lugar del mundo.

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Conclusión: venir a Marrakech y no visitar su zoco es un error (muy gordo)

Venir a Marrakech y no adentrarte en el zoco es como ir a Estambul y no visitar el Gran Bazar. Como ir a Guatemala y no ir a Chichicastenango en un día de mercado o como visitar Ecuador y perderte el mercado de Otavalo. Y lo mismo podría decir de otros muchos lugares del mundo donde la vida late con fuerza en sus mercados populares. Lugares que son parte de su tradición, de su esencia y de su carácter. En Marrakech todo esto, y más, se vive y se siente en su inabarcable, exótico y laberíntico zoco.

Por eso te animo a adentrarte por sus estrechas callejuelas, a explorar sus pasadizos y a disfrutar de uno de esos lugares del mundo que todavía conservan gran parte de su autenticidad, Sí, a pesar del turismo y de la globalización.

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